Luis Enrique Meza Flores y Bertha Reséndiz Corona*
Sin duda alguna, la violencia en el hogar es la raíz de la violencia en nuestro mundo. Es la conducta agresiva de padres y madres la generadora de futuras personas violentas. Es triste ver a adolescentes convertidos ya en vándalos. Y la principal causa de eso es el clima vivido en sus casas. Por ello, cada uno de nosotros debemos hacer conciencia de la violencia que generamos en nuestra casa, trabajo, calle o barrio. Qué bueno sería que alguien pudiera inventar una vacuna contra esta situación.
Violencia familiar
La forma más común de la violencia se da en el hogar. La violencia es la acción para someter de manera intencional a una o varias personas al maltrato, presión, sufrimiento o manipulación y que atenta contra la integridad física, moral o psicológica. La mujer y los niños son presa fácil del maltrato.
Aunque la violencia puede ser distinta en cada caso, todo tipo de violencia tiene características parecidas. El alcoholismo es un denominador común cuando hay violencia, al que debemos agregar las drogas. Muchas personas se drogan para poder ser lo que aspiran a ser o para huir de la realidad en la que viven. Aunque esa, como sabemos, es una puerta falsa, porque los adictos se vuelven violentos cuando “necesitan” la droga y la quieren obtener a como dé lugar, así sea robando, matando o violentando.
En la sociedad también se provoca la violencia cuando las personas tratan de resolver los problemas con golpes, tiroteos, huelgas, manifestaciones violentas, atentados, guerrilla y hasta terrorismo.
Aunque esto tiene un origen muy claro. La falta de comprensión entre la pareja, la incompatibilidad de caracteres, los impulsos incontrolados que generan poco a poco un clima de maltrato y violencia que el niño va asimilando, llegando a creer que esa es la normalidad y proyectando los golpes, gritos y acciones violentas hacia el mundo que los rodea.
Las causas de la violencia
Desde el Antiguo Testamento se menciona que el corazón del hombre estaba inclinado a hacer el mal continuamente (Gen. 6:5). En su naturaleza pecaminosa, el hombre sólo puede concebir y dar a luz obras de concupiscencia (Sant. 1:14-15). Esto se refiere a los deseos pecaminosos que brotan del alma humana. Los pecados nacen del corazón del hombre, de su interior, como lo declaró nuestro Señor Jesucristo (Mat. 15: 18-19).
Dice en el libro de Génesis que Dios vio que la Tierra estaba llena de violencia y corrompida y eso le dolió. Al Creador le entristece la situación del hombre, porque Él es santo. Pero incluso, en el ambiente más podrido, hay esperanza. Dice ahí mismo que Noé, empero, halló gracia delante de Dios, aunque no por sus obras (Heb. 11:7), sino porque creyó en la Palabra del Señor. Él se humilló, como cualquiera de nosotros puede hacer, buscó el rostro de Dios y obedeció las indicaciones del Señor. Así nosotros podemos, como dice Isaías (55:6-7), buscar a Dios mientras puede ser hallado.
Esa es la solución, la vacuna que necesita el hombre para acabar con la violencia. Quizá no podamos terminar con la maldad del mundo que nos rodea, pero con la ayuda de Dios podemos terminar con la maldad en nuestro corazón, nuestra familia, nuestra Iglesia, nuestro entorno. Porque si Jehová no guarda nuestra vida, en vano vela la guarda (Sal. 127:1).
* Los hermanos son pastores en la Iglesia Gethsemaní, ubicada en la calle 24 # 73 colonia El Sol, Nezahualcóyotl. Pertenecen a las Asambleas de Dios.
(Publicado en La Voz del Amado, Año I, Número 3 agosto 2007)