Escudriñando las sendas antiguas en un mundo posmoderno

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Besar el alma

P. Jaime Batista

El alma no crece en los árboles, sin embargo se nutre
de nuestro entorno, como el cuerpo de la comida. El
alma necesita ser alimentada con visiones hermosas,
palabras que llenen… O por quien sabe besar el
alma.

Besar el alma es saber tener paciencia, comprensión, y
nunca juzgar a nadie, simplemente aceptar a las personas
como son…

Besar el alma es abrazarse cuando hay soledad, cuando
se está triste… Sin decir nada, sólo sostenerse con
ese abrazo de apoyo.

Besar el alma, es sentarse juntos cuando no hay
necesidad de hablar, cuando solo hace falta el
silencio, al no hacer preguntas…

Besar el alma, es sentir otras manos que dan apoyo
fortaleciendo esa esperanza de vida y de compañía.

Besar el alma, es decir un te quiero con la mirada…

Besar el alma… Es fácil, sólo basta que decidamos
bajar del pedestal del orgullo que muchas veces nos
rodea y nos consume.

Besar el alma… ¡¡Cuántos de nosotros necesitamos de
ese beso en el alma que nunca llega!!

Publicado en Cristianos Poéticos

El precio de un alma

Pastor Jaime Batista Cortés

Lectura: Mateo 16:24-28
El que gana almas es sabio. Proverbios 11:30

Según un artículo del diario financiero The Wall Street Journal, Hemant Mehta quería descubrir si ..se estaba perdiendo algo… como ateo, Así que este estudiante graduado de la Universidad DePaul fue a eBay con esta propuesta: Pasaría una hora de asistencia a una iglesia por cada oferta de $10. al mejor postor. Un amigo ministro evangélico ganó con una oferta de $504.

¿Cuánto pagarías por la oportunidad de hablar de Cristo a un incrédulo? El apóstol Pablo dio mucho más que $504. en su esfuerzo de llevar el Evangelio a personas que nunca habían escuchado de Jesucristo. Viajó mucho largos y duros kilometros por todo el mundo: En un apasionante relato contó sus experiencias: naufragio, prisiones, azotes, lapidación, golpes, agotamiento, hambre, frío, y peligro (2 Corintios 11:23-28)

En los últimos dos mil años de esfuerzo misionero, hombres y mujeres valientes han dejado sus tierras para proclamar a Cristo en los lugares remotos, primitivos y peligrosos. Muchos han perdido la vida; otros han sufrido persecución. En muchas partes del mundo hoy, hablar públicamente acerca de Jesús es arriesgarse a sufrir penalidades, cárcel e incluso muerte.

Cuando consideramos el sacrificio de JESÚS por nosotros, cualquier sacrificio que hacemos para llevar a otros a Él vale el precio.

CUANDO ABRIMOS NUESTRO CORAZÓN AL SEÑOR, ÉL ABRE NUESTROS OJOS A LOS PERDIDOS.

Publicado en Cristianos Poéticos.

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La vacuna contra la violencia

Luis Enrique Meza Flores y Bertha Reséndiz Corona*

Sin duda alguna, la violencia en el hogar es la raíz de la violencia en nuestro mundo. Es la conducta agresiva de padres y madres la generadora de futuras personas violentas. Es triste ver a adolescentes convertidos ya en vándalos. Y la principal causa de eso es el clima vivido en sus casas. Por ello, cada uno de nosotros debemos hacer conciencia de la violencia que generamos en nuestra casa, trabajo, calle o barrio. Qué bueno sería que alguien pudiera inventar una vacuna contra esta situación.

Violencia familiar

La forma más común de la violencia se da en el hogar. La violencia es la acción para so­meter de manera intencional a una o varias personas al maltrato, presión, sufrimiento o manipulación y que atenta contra la integridad física, moral o psicológica. La mujer y los niños son presa fácil del maltrato.

Aunque la violencia puede ser distinta en cada caso, todo tipo de violencia tiene características parecidas. El alcoholismo es un denominador común cuando hay violencia, al que debemos agregar las drogas. Muchas personas se drogan para poder ser lo que aspiran a ser o para huir de la realidad en la que viven. Aunque esa, como sabemos, es una puerta falsa, porque los adictos se vuelven violentos cuando “nece­sitan” la droga y la quieren obtener a como dé lugar, así sea robando, matando o violentando.
En la sociedad también se provoca la violencia cuando las personas tratan de resolver los problemas con golpes, tiroteos, huelgas, manifestaciones violentas, atentados, guerrilla y hasta terrorismo.

Aunque esto tiene un origen muy claro. La falta de comprensión entre la pareja, la incompatibilidad de caracteres, los impulsos incontrolados que generan poco a poco un clima de maltrato y violencia que el niño va asimilando, llegando a creer que esa es la normalidad y proyectando los golpes, gritos y acciones violentas hacia el mundo que los rodea.

Las causas de la violencia

Desde el Antiguo Testamento se menciona que el corazón del hombre estaba inclinado a hacer el mal continuamente (Gen. 6:5). En su naturaleza pecaminosa, el hombre sólo puede concebir y dar a luz obras de concupiscencia (Sant. 1:14-15). Esto se refiere a los deseos pecaminosos que brotan del alma humana. Los pecados nacen del corazón del hombre, de su interior, como lo declaró nuestro Señor Jesucristo (Mat. 15: 18-19).
Dice en el libro de Génesis que Dios vio que la Tierra estaba llena de violencia y corrompida y eso le dolió. Al Creador le entristece la situación del hombre, porque Él es santo. Pero incluso, en el ambiente más podrido, hay esperanza. Dice ahí mismo que Noé, empero, halló gracia delante de Dios, aunque no por sus obras (Heb. 11:7), sino porque creyó en la Palabra del Señor. Él se humilló, como cualquiera de nosotros puede hacer, buscó el rostro de Dios y obedeció las indicaciones del Señor. Así nosotros podemos, como dice Isaías (55:6-7), buscar a Dios mientras puede ser hallado.

Esa es la solución, la vacuna que necesita el hombre para acabar con la violencia. Quizá no podamos terminar con la maldad del mundo que nos rodea, pero con la ayuda de Dios podemos terminar con la maldad en nuestro corazón, nuestra familia, nuestra Iglesia, nuestro entorno. Porque si Jehová no guarda nuestra vida, en vano vela la guarda (Sal. 127:1).

* Los hermanos son pastores en la Iglesia Gethsemaní, ubicada en la calle 24 # 73 colonia El Sol, Nezahualcóyotl. Pertenecen a las Asambleas de Dios.

(Publicado en La Voz del Amado, Año I, Número 3 agosto 2007)