Escudriñando las sendas antiguas en un mundo posmoderno

Archivo para junio, 2021

La higuera y la salvación de los gentiles

Por Olga Miranda M 

(Tercera y última parte) 

El árbol sicómoro también es llamado higuera de burro, y es el tipo de árbol sobre el cual subió Zaqueo (Lc. 19), para encontrarse con Jesús. 

El Diccionario Bíblico dice que el sicómoro puede llegar a una altura de hasta 16 metros y alcanza una circunferencia de hasta 10 metros. 

En Lucas 17:6 el Señor Jesús señala un árbol grande de este tipo y dice a sus apóstoles, quienes eran judíos: 

“Entonces el Señor dijo: Si tuvierais fe como un grano de mostaza podríais decir a este sicómoro: Desarráigate y plántate en el mar; y os obedecería”. 

En este texto, el sicómoro es una especie de higuera y, efectivamente, los israelitas fueron desarraigados de su patria y trasplantados al mar, que en la Biblia simboliza las naciones. 

Ése fue el designio de Dios que, aunque fue una desgracia para los judíos, se convirtió en una bendición para los pueblos. Por la predicación de los apóstoles, quienes también eran judíos y, por lo tanto, provenían de la higuera, el Evangelio fue llevado a los gentiles. 

De este desarraigo (desprecio) del Evangelio por parte de los judíos, éste se pudo extender hacia las naciones, de lo cual habla la Biblia en Hechos 13: 46-47: 

“Entonces Pablo y Bernabé, hablando con denuedo, dijeron: A vosotros (los judíos) a la verdad era necesario que se os hablase primero la palabra de Dios; mas puesto que la desecháis, y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí nos volvemos a los gentiles. Porque así nos ha llamado el Señor, diciendo: Te he puesto para luz de los gentiles, a fin de que seas para salvación hasta lo último de la tierra”. 

Los apóstoles tuvieron la fe de trasplantar la bendición de Israel al mar de las naciones. Su Mesías nos fue traído a nosotros, los gentiles, como Jesús el Cristo: Señor y Salvador. 

El desarraigo espiritual de Israel tuvo también, como consecuencia del primero, el desarraigo material, textual: en el año 70 después de Cristo, los judíos fueron dispersados por todo el mundo.

El Señor Jesús ya se había referido una vez a esto cuando dijo: “Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él” (Mateo 21:43). 

Lo que parecía ser un juicio, resultó ser una derivación de la bendición hacia los gentiles. 

El apóstol Pablo lo confirma en sus palabras a los judíos, cuando explica que, según Isaías 49: 6, es necesario convertirse en salvación y luz para todos los gentiles. Al trasplantarse la “higuera” al mar de las naciones, nosotros llegamos a tener parte de esa bendición y de la savia de salvación de la misma. 

Pablo dice en Romanos 11:11: “¿Han tropezado los de Israel para que cayesen? En ninguna manera; pero por su transgresión vino la salvación a los gentiles…” 

La Palabra Profética de la Biblia promete a la higuera que será restaurada en la tierra de los padres, lo cual está sucediendo desde 1948, y continuará sucediendo hasta su cabal cumplimiento. Y así también vuelve la bendición a su tierra y a su propio pueblo. 

La higuera nuevamente se arraigará y dará frutos. Por eso Pablo continúa diciendo en Romanos 11:12: “Y si su transgresión es la riqueza del mundo, y su defección, la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más su plena restauración?” 

Este nuevo arraigamiento de la higuera, Israel, en su tierra para la restauración nacional y espiritual también es enfatizado en Romanos 9:26: “Y en el lugar donde se les dijo: Vosotros no sois pueblo mío, Allí serán llamados hijos del Dios viviente”. 

¿De qué lugar se está hablando aquí? De la tierra de Israel. 

Finalmente todo desemboca en la maravillosa promesa de Miqueas 4:4: “Y se sentará cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá quien los amedrente; porque la boca de Jehová de los Ejércitos lo ha hablado”. 

Este sentarse debajo de la vid y de la higuera es una maravillosa imagen de una vida de paz y seguridad. Esto todavía no sucede, pero por parte de Dios Israel será guiado hacia esa realidad, es decir, al Reino de Jesucristo de los mil años. 

Ya en el reinado de Salomón se indicaba que, hacia el milenio, un día habrá paz: 

1 Reyes 4:25 “Y Judá e Israel vivían seguros, cada uno debajo de su parra y debajo de su higuera, desde Dan hasta Beerseba, todos los días de Salomón”. 

Esto se cumplirá de forma perfecta cuando Jesucristo, como el Mesías de Israel, el Hijo de David, regrese a rescatar a su pueblo. Así que oremos que el Señor Jesucristo regrese pronto. Amén. 

¡Dios les bendiga!