Escudriñando las sendas antiguas en un mundo posmoderno

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Una increíble noticia desde Egipto

Un egipcio musulmán mató a su esposa, porque la encontró leyendo el evangelio. Entonces decidió no tener nada que ver con ella, ni con su descendencia y la mató y sepultó en una cripta (como se hace en Egipto). También sepultó en la cripta a su bebé (nena) recién nacida y a su hija de 8 años «vivas».

Dijo a la policía local que un ladrón asesinó a su familia y que los sepultó porque pasaron varios días y se estaban descomponiendo.

15 días después de lo sucedido, un tío pariente de él, falleció de causas naturales y la familia procedió a sepultarlo en la cripta del musulmán. Tuvieron que abrirla para pasar el cuerpo, cuando descubrieron a la niña y a la bebé «y estaban vivas».

Todo el país quedó en shock y el hombre será ejecutado según las leyes musulmanas egipcias.

La Policía preguntó a la niña ¿cómo hizo para sobrevivir 15 días encerrada y con una hermanita bebé?

Ella respondió muy naturalmente: «Un hombre que usaba ropas brillantes y tenía heridas en las manos venía todos los días para alimentarme y siempre despertaba a mi mamá para que le diera el pecho a mi hermanita».

La niña fue entrevistada por una conocida periodista de una tv nacional egipcia, que tenía el rostro cubierto con chador, según la costumbre musulmana.

La niña dijo esto a la tv: «Fue Él, Jesús que me contaba mi mamá, quien vino a cuidarnos, ahora se que Él hace cosas así, mi mamá me lo contaba. Las heridas que Él tenía en las manos eran iguales que las que mi mamá me contó que le hicieron cuando lo crucificaron, pero está vivo. Yo lo ví y me salvó a mí y a mi hermanita».

Quedó claro para todo Egipto que esa niña no podía inventar esa historia y que vivieron un milagro verdadero. Los líderes musulmanes tendrán un trabajo muy difícil para explicar esta historia. Máxima que en un país musulmán como Egipto, el film «La pasión de Cristo» se está volviendo más y más requerido por la gente.

Con esta historia hay certeza que Jesús está expandiendo, aún hoy, su milagrosa palabra, su mensaje y su amorosa influencia por todos.

Expande esta historia.

«BENDECIRÉ A LA PERSONA QUE COLOQUE SU CONFIANZA EN MI» (JEREMÍAS17).

SALMO: 23 «El señor es mi pastor nada me faltará».

Cuando Dios te quita algo de tus manos no te está castigando, sólo está abriéndote las manos para que recibas algo mejor. El poder de Dios nunca te llevará donde la gracia de Dios no te pueda proteger.

Bendito aquel que da sin recordarlo y recibe sin olvidarlo.

 

Se volvieron intrépidos

David Wilkerson

Cuando el Espíritu Santo cayó sobre Sus discípulos, ellos llegaron a ser intrépidos. Cuando fueron al templo a testificar, el Espíritu Santo hizo que sus palabras cortaran, convencieran, como espadas perforando el corazón. Ellos predicaron el evangelio con poder y autoridad porque tenían el fuego del Espíritu Santo dentro de ellos.

Bajo esta predicación ungida, en apenas poco tiempo unas cinco mil personas fueron salvadas. Aún sacerdotes se convirtieron. Y derramamientos adicionales ocurrieron en los pueblos cercanos, en ciudades distantes e incluso entre los gentiles.

La mejor parte de esta escena increíble es que la iglesia tuvo la totalidad de su dirección del Espíritu Santo. Nada aconteció hasta que los discípulos se hubieron encerrado con el Señor y ayunaron y oraron. Cuando hicieron esto, el Espíritu vino y comenzó a dirigir cada uno de sus pasos.

Pero algo más ocurrió que es muy importante. Los discípulos habían de llevar el evangelio a cada nación, cada pueblo, pero la tradición judía les prohibía tocar aún la ropa de un gentil. ¿Cómo se suponía que llevaría las buenas nuevas a la gente con la que no se les permitía ni siquiera asociarse? Parecía una orden imposible porque incluso los judíos conversos se atenían a estos prejuicios.

La proclamación universal del evangelio comenzó sólo cuando el Espíritu Santo asumió el control. El Espíritu Santo visitó a Pedro durante su tiempo diario de oración en un tejado: «Volvió la voz a [Pedro] la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común (impuro)» (Hechos 10:15).

Él le dijo a Pedro: «No te atrevas a llamar impuro lo que he santificado y he hecho limpio. Ahora, baja, porque hay unos gentiles que tocan a tu puerta. ¡Quiero que vayas con ellos y les prediques acerca de Jesús!»

El Espíritu Santo había resuelto el problema del perjuicio de la noche a la mañana. Él abrió el mundo gentil al evangelio simplemente hablándole a sus seguidores. ¡Todo fue dirigido claramente desde el cielo!

Los poderosos creyentes del primer siglo recibieron todas sus órdenes de marcha del Espíritu Santo mismo: «Ellos, entonces, enviados por el Espíritu Santo, descendieron…» (Hechos 13:4). Ellos nunca hicieron un sólo movimiento hasta no estar primeramente a solas con Dios en ayuno y oración. ¡Y el Espíritu Santo les respondió dándoles una dirección clara!

¿Tenemos templos… o teatros?

Gregorio Polanco

Hay iglesias que construyen sus edificios como teatros. En lugar de un pulpito tienen un escenario. Tienen grandes plataformas realzadas con luces y sonido, contratan especialistas en publicidad, consultores de espectáculos, directores de escenario, expertos en efectos especiales y coreógrafos.

La idea es darle a la audiencia lo que le gusta; adaptar los servicios para atraer multitudes. Como resultado los pastores parecen más políticos que pastores, preocupados más por agradar al público que por guiar y alimentar espiritualmente al rebaño. La gente recibe un espectáculo refinado y profesional, donde el drama, la música popular y un sermón ligero constituyen el servicio de adoración. Pero el énfasis no es en la adoración sino en el entretenimiento.

No te apresures a desear las tendencias de las súper-iglesias con alta tecnología y calidad artística y énfasis en la música. Y no menosprecies la adoración y la predicación bíblica y seria. No se necesitan métodos ingeniosos para que la gente sea salva (1 Cor. 1.21). Simplemente necesitamos retornar a la predicación de la verdad y dedicarnos a sembrar la semilla. Si somos fieles a eso, la tierra que Dios ha preparado producirá fruto.

Como copias, a pesar de ser los originales

Juan Elías Vázquez

Según datos recientes, divulgados por la Cámara Americana de Comercio, México ocupa el cuarto lugar mundial en la venta de contrabando y piratería, y el primer lugar en América Latina. Este ilícito provocó tan sólo el año pasado pérdidas por mil 200 millones de dólares a diversas industrias.

Algunos detalles saltan a la vista: no importa el nivel de poder adquisitivo que se tenga, pobres y ricos consumen productos “pirata”; las más afectadas son las industrias de la música, cinematografía, editorial y de software.

Los registros que aporta el estudio de la American Chamber son más que elocuentes: el ilícito se presenta en ocho de cada diez películas; en siete de cada diez discos musicales; en 65% del mercado del software; en 60% de usuarios de tv por cable; en 5 de cada diez prendas de vestir; en tres de cada diez libros; en dos de cada tres pares de tenis; en tres de cada diez vinos y licores; en la mitad de las telas comercializadas en nuestro país; y de 20% a 40% del mercado de la joyería.

Los remedios que se buscan: una legislación que promueva sanciones más graves a quienes promuevan o practiquen la piratería; la “moralización” del personal que labora en las aduanas; el cierre de fronteras a productos ilegales, vías terrestre y marítima.

Las causales de este auge se explican por el florecimiento del mercado informal o el “ambulantaje”, en todo caso incentivado por el hábito extendido entre los mexicanos de consumir copias, mucho más asequibles, si bien de calidad muy inferior al producto original.

Siendo el consumo de la piratería un delito, el pueblo cristiano debería mantenerse al margen y evitar la compra de dichos productos. No tenemos mayor problema en remarcar este consejo por medio de esta publicación. Otra problemática a considerar la constituye los altos precios con que se gravan artículos de alto consumo entre nuestros hermanos en Cristo, tales como discos compactos, libros o motivos para regalo. Lo caro que resultan para el bolsillo promedio, nos lleva a pensar que los únicos “ganones” de este trueque son los artistas cristianos y las casas musicales y editoriales que los promueven (no desdeñando el indudable beneficio espiritual que recibimos a través de las grabaciones de alabanzas a Dios, y las palabras impresas en los buenos libros).

Lo que queda fuera de toda discusión es el mandato que ha recibido el pueblo del Señor de seguir la senda original sin apartarse un centímetro. Si alguien te quiere apartar hermano, mediante las vanas sutilezas con que se desliza en el oído el evangelio falsificado (el “otro evangelio”), no consientas. La vida de los cristianos comprometidos sigue siendo escándalo, incomprendida para el mundo. Por tanto, no faltan los maestros del error que dicen “este camino no es el original, el que enseña la Iglesia, te estás dejando engañar”. Tal conclusión no debe resultarnos extraña, pues del mismo Señor aseveraron sus enemigos: “…unos decían: Es bueno; pero otros decían, No, sino que engaña al pueblo” (Jn 7:12). La “locura” del santo Evangelio nos hace ver a los cristianos en situación tan contradictoria, que el apóstol Pablo clama a propósito: “Por honra y por deshonra, por mala fama y por buena fama; como engañadores, pero veraces… como moribundos, más he aquí vivimos” (2ª Cor 5:8 y 9). Por seguir a Cristo hemos venido a ser de repente como copias, a pesar de ser los originales.

Una historia apasionante

Noti-prensa

La partida del hermano Pablo Finkenbinder causó un gran impacto en todo el continente. Los mensajes dados con poder, hicieron que hasta al más incrédulo al menos escuchara con atención lo que el hermano Pablo tenía que decir, con las palabras exactas para llegar al alma del hombre duro de corazón.

Aquellos mensajes de fe y esperanza continuarán como desde hace un tiempo a esta parte en la voz del doctor Carlos Rey, quien es su sucesor natural y fiel amigo. Asimismo las historias de fe que Pablo recorriera a lo largo de su vida quedaron plasmadas en el libro escrito por su esposa Linda, «Esa poderosa luz: La apasionante historia del Hermano Pablo».

En este libro se plasma la vida del Hermano Pablo. Es en sí la historia de cómo Dios usó una vida consagrada a Él para llevar la luz del Evangelio al mundo hispanohablante a través de los medios de comunicación.

Expresiones como la de Alex Bautista hablan de quien fue el Hermano Pablo para muchos en Latinoamérica «fue un padre de la fe para todos aquellos que formamos parte de la Familia Amistad Cristiana, un héroe que deja un legado imborrable, un siervo de Dios fiel».

El Hermano Pablo nunca abandonó el llamado de Dios. Cosa que se verá en esta obra. Ingenuo, pero lleno de ilusión, siempre fue sincero consigo mismo y con los demás, reconociendo con franqueza sus faltas y sus debilidades.

«Tuve el honor y privilegio, no sólo de ser su amigo, sino también de trabajar con él dirigiendo su oficina de correspondencia radial y televisiva durante 5 años en Panamá. El impacto de su vida no sólo como comunicador, sino también como persona, su integridad y humildad de carácter nos quedan como recuerdo y más aún como ejemplo a seguir. Gracias a Dios por enviarnos a Pablo Finkenbinder a la tierra en “misión especial” con Un Mensaje a la Conciencia»: pastor José J. Silva H.

«Que bueno es haber conocido al hermano Pablo, fui bendecido por su ministerio al principio de mi carrera ministerial. ¡Que lindo es ver pasar a la presencia de nuestro Señor a un verdadero hombre de Dios con un testimonio intachable! Que la paz que siempre otorga nuestro Señor a los suyos sea con su querida esposa, Linda, su hijos y demás familia» aseguró Noé Israel Hernández.

¿Qué diría Pablo del evangelio que se enseña ahora?

Miguel Rosell Carrillo

Un evangelio sin cruz, sin sangre, sin muerte y resurrección, no es el Evangelio. Un evangelio donde se exalta la misericordia y amor, dícese divinos, en detrimento del verdadero carácter de Dios, no es el Evangelio. Un evangelio que convierte en libertinaje e impudicia la gracia de Dios, porque enseña que Dios siempre tiene gracia para el pecador, aunque viva como tal, no es el Evangelio.

Un evangelio mezclado con componentes de la metafísica, la nueva era y el budismo, donde se enseña a “visualizar”, “decretar”, “confesar”, “soñar”, “el poder de la afirmación”, etcetera, donde se exalta el ego del oyente diciendo que hay “un campeón en ti”, no es el Evangelio.

Un evangelio mezclado con elementos como el posibilismo, yoísmo, el pensamiento positivo, el mensaje positivo, la regresión, los psicodramas, la falsa guerra espiritual, etcetera, no es el Evangelio. Un evangelio el cual enseña que hay que tener “éxito”, y llegar a ser “líderes de éxito”, siempre en términos naturales, no es el Evangelio.

Un evangelio que exalta y glorifica la iglesia en esta tierra, pretendiendo el dominio de ella en este mundo (dominionismo), diciendo que ya reinamos, no es el Evangelio. Un evangelio que exalta y promueve una actuación antibíblica del Espíritu Santo en forma de manifestaciones contrarias al orden y juicio de Dios, no es el Evangelio.

Un evangelio que enseña que el hombre ha de pactar con Dios, dándole dinero (que siempre va a parar a los bolsillos del falso apóstol de turno), para así recibir la bendición de Dios, y llegar a ser “amigo de Dios”, no es el Evangelio. Un evangelio centrado en el hombre en vez de en Cristo, no es el Evangelio. …y así podríamos continuar.

¡Cómo se asombraría Pablo, si viera la clase de “evangelio” que se enseña, y se vive hoy en muchos lugares! ¡Cómo se asombraría Pablo si viera de qué manera se está dando cabida a tanto falso maestro, profeta, apóstol en nuestras iglesias y en nuestros congresos!

¿Qué diría Pablo de ese falso evangelio de la prosperidad materialista, de la negación o ausencia de la enseñanza sobre el pecado, la cruz, el infierno? ¿Qué diría Pablo si viera que se presta más atención al porte y éxito de ese u otro ministerio, antes que a la sana doctrina de nuestro Señor Jesucristo?

¿Qué diría Pablo si viera cuánto caso omiso se hace a la exhortación divina acerca de contender ardientemente por la fe que fue, una vez y para siempre, dada a los santos? ¿Qué diría Pablo si viera cuanta laxitud y dejadez hay entre los ministros del Evangelio de hoy respecto a tanto falso ministro y falso magisterio?

Ahora bien, la cuestión final no es lo que diría Pablo, sino lo que ya dijo el Espíritu Santo: “Malditos son todos aquéllos, y si fuere el caso también de entre nosotros, incluidos ángeles del cielo, que prediquen diferente evangelio” (Gálatas 1: 8-9).

¿Se puede ser cristiano sin haber nacido otra vez?

Marcelo Montenegro

El que no naciere de nuevo no puede ver el reino de Dios (Juan 3:3). No se puede, es imposible disfrutar de la vida cristiana si no se nace de nuevo. Se hará una carga, una ley, algo que no se comprenderá en profundidad; será un sacrificio, una religión barata, meras doctrinas, letras con conceptos  y se tendrá conflicto con la autoridad.

Podríamos definir el nuevo nacimiento con «ser regenerados», que es un acto que por medio del Espíritu Santo  se recibe una nueva identidad, una nueva naturaleza; el espíritu mismo cobra vida dentro, y esto se percibe tremendamente, de esta manera se puede ahora adorar al Señor en el espíritu y andar en él.  Si no se nace de nuevo será todo meramente intelectual. Se darán  mensajes intelectuales o emocionales; o al revés, se podrán oír y leer en la misma frecuencia. La frecuencia únicamente cambia con el nuevo nacimiento. Se puede intentar ser un buen cristiano sin nacer de nuevo, pero lamentablemente será un terrible  fracaso intentarlo.

El cristiano nacido de nuevo peca, pero no permanece en pecado como si nada sucediera. El que fue visitado por Dios no soporta la presión de la salvación y gracia en su interior, y tiene que correr a confesarse y a recibir ayuda. Por otro lado, sin contradecir lo anterior,  el cristiano nacido de nuevo no es un «supermán espiritual», un super erudito teólogo, alguien que vive en las nubes y está fuera de la realidad, es todo lo contrario, el cristiano nacido de nuevo vive intensamente la realidad, es común, tocable, humano, se equivoca, no presume el conocimiento ni superioridad al trato, ni exterioriza su fe con palabras religiosas; vive la realidad y es auténtico, vive la fe y  tiene temor de Dios.

En Efesios 4:17-19  dice:  Esto, pues, digo y requiero en el Señor, que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente,  teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón. Es muy necesario nacer de nuevo para disfrutar de tantas riquezas espirituales en Cristo y mas que necesario, es «urgente» tener esta experiencia y hacer que otros la tengan.

Sorbida es la muerte

Editorial

Un impresionante dato del INEGI muestra cómo cada vez existen más jóvenes suicidas en México, cuando hace 15 años el grupo de riesgo estaba en los ancianos, sobre todo en aquellos con enfermedades terminales.

Nuestra juventud ha quitado el freno al respeto por la vida, y asombra cómo adolescentes con lo mejor de la existencia por venir, piensen en la muerte como una opción real.

Tanto en ancianos como en muchachos, la razón para atentar contra ellos mismos radica en la misma lógica: creen que sus males son incurables.

Físicas o espirituales, las enfermedades terminales aplastan la dignidad, la esperanza, la fe, el deseo de vivir de nuestros prójimos, tal vez por la mente de tu compañero de trabajo, tu amigo de la escuela o la vecina con la que platicas en el mercado ha pasado el pensamiento de quitarse la vida. Y tal vez sea porque piense que su situación, su pecado, su enfermedad o su mal son irremediables.

Pero no es así. Las Buenas Noticias, el Evangelio, consisten precisamente en mostrarles a esos enfermos terminales el remedio que Dios ha provisto para vencer a la muerte, cualquiera que sea la cara que ésta presente. ¡Jesucristo venció a la muerte! tu prójimo tiene que saberlo. Y las cifras de suicidios nos muestran que, entre más jóvenes les prediquemos, más posibilidades habrá de que encuentren la Vida.

P.D. Dios bendiga en ministerio de Paco del Toro, quien con su película La Santa Muerte, en cartelera en octubre de 2007, predica la victoria de Jesucristo sobre la muerte.

Publicado en La Voz del Amado, Año I, Número 5, octubre 2007.

¿Dónde está, oh muerte, tu Victoria?

LA ENTREVISTA

 

Abner Chávez

Luces… cámara… acción! En un contexto de millonarios intereses cinematográficos, una sucesión de cuadros, 64 por segundo para ser exactos, envía a la pantalla grande un mensaje de salvación. La escena provoca un nudo en la garganta. En medio de la tristeza, la desesperación, la muerte y el pecado, la verdad del Evangelio de Jesucristo surge gloriosa para resolver la situación, la crisis, lo que parece no tener remedio.

Este es el esquema que se repite en las películas de Paco del Toro, quien el 28 de septiembre  (2007) estrenó su tercer largometraje La Santa Muerte. Todo favor tiene un precio.

“Hacer cine que hable de Dios no es común”, aclara. “A lo más a lo que ha llegado la cinematografía es a una bonita moraleja. Pero la moraleja no tiene poder para darnos herencia con los santificados. La Palabra de Dios, sí. Ese es el motivo de este ministerio. Ese es el objetivo de mi vida, el predicar el Evangelio de Jesucristo.

“Cuando me pongo a escribir, antes ayuno, oro. Y digo: ‘Señor, ayúdame. Qué tema quieres que escriba’. Porque puede haber un millón de temas. Pero cuál es el que Tú quieres. Dios elige los temas. Literalmente Dios elige los temas. Y me los confirma y los reconfirma. Me lo dice muchas veces a través de testimonios, visiones, sueños, a través de profetas. Comprobadísimo. Todos los temas, te repito, yo los hago con la guía de Dios”.

 

Con prodigios engañosos

La Santa Muerte, producida por Armagedón, trata de un asunto que se ha puesto de moda en el país. Dos millones de personas son seguidoras de la Niña Blanca, como también se le conoce.

“Este tema es muy fuerte, porque detrás de la llamada santa muerte, está Satanás, quien hace los milagros porque tiene poder, pero luego se los cobra. Por eso es el subtítulo de la película ‘Todo favor tiene un precio’. O sea, paga chocolate y después paga lo que debes.

“Yo creo que la gente que no es adoradora y vaya a ver la película le va a quedar clara la victoria que obtuvo Jesucristo sobre la muerte, sobre Satanás, sobre el mundo, sobre el pecado. La película predica la victoria de Jesucristo sobre todo lo anterior y muy especialmente sobre la muerte. Pone de manifiesto que atrás de este ídolo está Satanás quien es el que hace los milagros y prodigios engañosos, y que luego se los quiere cobrar”, reseña Del Toro.

En todas sus películas da un mensaje explícito de salvación. Siempre hay un instrumento de Dios. Puede ser un niño, una sirvienta, un compañero de trabajo, un barrendero. Como es en la vida real. “Eso es lo que yo quiero hacer en mis películas y lo busco. Que te den el mensaje de una manera casual. Porque si lo haces de una manera muy un pastor, muy ceremonioso, porque aquí dice San Juan. Eso lo rechaza la gente. Tiene que haber una historia cotidiana, que en un momento dado, preciso, oportuno, salga la palabra como cuchillo en mantequilla. Porque si no es así, lo ven forzado, aun cuando sea un niño”.

–¿Desde cuándo crees en el Señor? ¿Cómo te convertiste?

–Dios tuvo misericordia de mí en febrero de 1979, cuando estaba preso en drogas, fornicaciones y vanidad, sin hallarle sentido a la vida, pero alguien me habló de Jesucristo, pero no de una manera religiosa, no san Juan 3:16, sino me lo presentaron como un revolucionario, como un hombre que tuvo los pantalones de meterse al templo y voltear las mesas, como alguien que tuvo entereza, que afirmó su rostro para ir a Jerusalén, sabiendo a qué iba. Y me identifiqué con él. A partir de ahí mi vida empezó a cambiar.

Ese encuentro me llevó en un principio a predicar en los reclusorios. Iba a diario. Hasta que se llegó el momento de Dios de conjuntar las circunstancias propicias para formar este ministerio, para el cual yo no moví el dedo más pequeño. Yo lo único que hice fue obedecer. Dejé mi carrera. Él me dijo ‘Tú ve a los reclusorios y vive por fe. Tú tienes que aprender a vivir por fe. Yo te voy a mantener, yo te pago’. Fue un aprendizaje maravilloso y que sigo experimentado.

Y claro que me sirvieron mucho esas enseñanzas para hacer lo que ahora hago, si no, no me aventaría. Si yo no hubiera aprendido a confiar en la ilimitada capacidad de Dios para suplir mis necesidades, yo no haría esto. Porque hacer cine es carísimo. Hablamos de millones de pesos. Entonces, yo ando por fe y no por vista. El ministerio tiene casi 20 años. El RFC es de 1989, pero nosotros empezamos en 1988 a filmar.

Claro que mis experiencias se reflejan en las películas. El desterrado es mi experiencia de predicar siete años en el reclusorio. Ahí estoy muy identificado porque yo iba diario. Un día al oriente, otro a Santa Martha, otro al de la mujer, otro a Texcoco, otro a la Romero Rubio. Conozco muy bien la carrilla del diablo. Y al enemigo le conozco muy bien las es­paldas cuando va huyendo en el nombre de Jesús.

 

Un largo proceso

El proceso cinematográfico es muy caro y muy largo. Se invierten algo así como 20 millones de pesos. Primero se escribe el guión, luego lo preproduces. El escribir te lleva varios meses, porque como te digo hay que investigar. Es un arte escribir. Y una vez que ya está el libreto, yo lo presento en la oficina de arriba, a la del Jefe, y el Rey de Reyes es quien lo aprueba.

Luego viene la preproducción, que es la preparación de la película, que es contratación de actores, maquillistas, iluminadores; búsqueda de locaciones; permisos; contratación de equipo, de alimentación, etcétera.

Luego ya viene la producción, que es en sí la filmación, que dura dos meses, dos meses y medio máximo, pero muy intenso, en el que duermo en promedio tres horas, si bien me va. Es levantarse a las cinco de la mañana, salir, trabajar todo el día y a veces acostarse a la una o dos de la mañana.

Y luego viene el proceso de postproducción, que es la edición, musicalización, los efectos especiales. Y luego viene el proceso de distribución, que es en el que estamos ahora (mediados de agosto de 2007), promocionando. Se va a estrenar sólo en México. Después de que se estrene en México se va a 15 países de América Latina.

Ya en las salas, lo que determina la perma­nencia de una película es el rating, la cantidad de personas que pagan su entrada para ver la película. Y eso se mide cada semana. Todas las películas se estrenan el fin de sema­na. Pero el primer fin de semana  es de vida o muerte para la película. Yo siempre les aconsejo vayan el fin de semana, porque si no la quitan. Cada lunes ellos planifican: a ver, cuáles son las peores películas. Estás siete, pues van para afuera y metemos otras nuevas. Al siguiente fin de semana, lo mismo. Lo duro de esto, del que aguanta, como aguantan las películas que hacemos, gracias a Dios, que duran 12 a 14 semanas. Una película con éxito dura seis, siete semanas. Para que te des una idea. Luchas contra películas exitosas, que se quedaron en cartelera y contra estrenos.

 

El mensaje llega a millones

–Hay muchos cristianos que no entienden esto de las películas, los medios masivos.

–Yo creo que hoy por hoy el utilizar los medios de comunicación es básico. Porque a través de los medios de comunicación, prensa, radio, cine, televisión, internet y lo que venga, te garantiza que el mensaje llega a millones de personas. Y la Biblia dice que la Palabra de Dios no regresa vacía, que uno siembra, otro riega y el crecimiento lo da el Señor. Tener esa visión es cerrarse a la tecnología moderna. El fundamento es el mismo: conoce el Señor a los que son suyo y apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo. Y Jesucristo es el fundamento y nadie lo va a cambiar.

Yo creo que Dios usa hasta las mulas. Pregún­tale a la burra de Balam y eso que no estudió en ningún seminario. Dios utiliza a todos. Yo creo que el tratar de encasillar a Dios, no es correcto. Yo siempre he dicho que Dios tiene sin-cuenta formas de obrar. O sea, innumerables.

–Hay cristianos que cuestionan, precisamente, que uses actores no cristianos en tus películas…

–Yo lo que digo es que lo que Dios limpió no lo llamen común e inmundo. Esos es hablar a la ligera. En Cristo Jesús hay un llamamiento no sólo para ellos que están en Cristo, sino para todos, hasta para los satanistas: los ama y los está esperando con los brazos abiertos. Entonces se me hace una visión muy corta. Y ojo, porque muchos actores se han convertido estudiando un guión, aunque esa no es la visión, llegar a una sola persona, sino que el mensaje del Evangelio penetre en millones de personas.

Y como te dije al principio, es Dios quien escoge a los actores, se ora por ellos. Por supuesto hay un prototipo. El cine es de prototipos y yo soy un profesional. El actor tiene que dar la facha, la fecha y la ficha. Pero Dios los trae. Yo le digo, Señor, si esta es tu voluntad, que venga, si no, pues trae a otro, al adecuado.

Lo único que sé es que las cosas de Dios se tienen que hacer en el Espíritu de Dios, con la unción de Dios, a la manera de Dios, en el tiempo y en la fortaleza de Dios. ¿De qué otra manera le puedes hacer?

En la última pregunta de la entrevista, “¿cuándo va a concluir este ministerio?”, a Paco del Toro se le hace un nudo en la garganta. Por unos segundos, el director y productor guarda silencio. Se le ve conmovido y se asoma furtiva una lágrima antes de que afirme, categórico, que piensa dejar de hacer películas con mensaje cristiano hasta que Dios lo llame a su presencia.

Luego de una breve pausa, Paco del Toro vuelve a la desenvoltura que lo caracteriza.

Claro, mira. Es hasta que Dios me llame a su presencia o hasta que él me cambie la señal. Quizá me diga: ‘Regrésate a los reclusorios” o “Ve a predicar a los camiones”. Porque yo empecé a predicar en los camiones. Yo he entendido a lo largo de 28 años que no hay nada más sabio que pueda hacer un hombre que estar en el centro de la voluntad de Dios. Yo quiero, creo y confieso que los mejores años en el servicio para Dios están por venir. Decirlo es muy fácil, pero hacerlo implica un renunciamiento, implica una consagración, un compromiso.

 

Publicado en La Voz del Amado, Año I, Número 4, septiembre 2007.

 

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No tienes por qué morir en el diluvio

A Noé, el “pregonero de justicia”, le tomó 120 años construir el arca que Dios le ordenó. En tanto este hombre trabajaba, también se daba tiempo para predicar y advertir a la gente acerca del gran peligro que se avecinaba sobre la Tierra. Lo más probable es que sus vecinos pensaran que Noé estaba mal de la cabeza. ¿Construir un arca? ¿Para qué? ¡No había océanos cerca! ¡Jamás había llovido torrencialmente! De seguro pensaban: ¡qué pérdida de tiempo!

Juan Elías Vázquez


Durante más de un siglo, Noé pregonó la salvación; pero en todo ese tiempo no pudo convencer a nadie. La gente siguió el curso normal de sus vidas: comiendo, bebiendo y dándose en casamiento… hasta el día en que Noé entró en el arca. El Señor Jesús dijo: “Y no entendieron nada hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos”. El Señor es el único autorizado para abrir y cerrar la puerta, y aquel día la cerró y nadie más pudo abrirla. De nada sirvieron los gritos de auxilio ni los lamentos ni el arrepentimiento tardío.

Para beneplácito de los hijos de Dios, el panorama sí ha cambiado. Porque si bien en la actualidad la mayoría de la gente vive “como en los días de Noé” (Mat 24: 38), en este tiempo el mensaje de la salvación ha podido alcanzar a millones que antes estábamos perdidos. No hay, pues, desesperanza ni condenación irremediable. La Puerta, que es Cristo (Jn 10: 9), aún está abierta, y el que por ella entrare será salvo. Muchos han tenido la prudencia –que en la Biblia equivale a la sabiduría– de atender al llamado que resuena como trompeta a lo largo y ancho del mundo. Éstos fueron conocidos de Dios desde el vientre de su madre y, aunque muchos han tratado en algún momento de huir de la presencia del Divino Maestro, no han podido (Sal 139: 7-12). El salmista declara que ni siquiera la oscuridad de las tinieblas podrá encubrirnos, ya que aun la noche –para el Espíritu Santo– resplandece como el día; “lo mismo te son las tinieblas que la luz”, exclama.

Pero, ¿será que ya todos los suyos están bajo la protección del Altísimo? Creemos que no. Creemos que todavía hay quienes están por conocer el resplandor de Cristo, tan impactante para la existencia como esa Luz que vio Saulo de Tarso camino a Damasco. A ellos es necesario advertirles del gran diluvio que viene. Y cuando decimos “a punto” queremos decir ¡que algo tremendo está por ocurrir! Dios está llamando más pueblo que nunca; las iglesias están conociendo un período de prosperidad sin igual.

Tal vez le parezca exagerada esta declaración, impropia de una colaboración periodística, donde cada juicio de valor o afirmación deben ser sustentados con cifras, estadísticas y/o fuentes de información fidedignas. Si nos atenemos a las estadísticas encontraremos en ellas argumentos que validan nuestra afirmación, pero también, un acicate de angustia.

Veamos por qué. La tasa de crecimiento anual de la población no católica se ha venido incrementando en México desde la década de los cincuenta:

.  .  .  .  .  .  .  .  .  .  Católicos:   No católicos:
1950-1960                  2.9%             5.9%
1980-1990                  0.2%             4.9%
2000                           1.7%             3.7%

Aunque es en las localidades de menor densidad poblacional donde se observa una mayor tasa de crecimiento evangélico:

.  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  Católicos:      Protestantes:
Localidades de 1 a 2 499               24.2%                30.7%
De 2 500 a 14 999                        13.7%                13.0%
De 15 000 a 99 999                      13.9%                12.4%
100 000 y más habitantes             48.3%                43.9%

Es decir, hace falta más trabajo misionero en nuestras colonias y ciudades. Ahora bien, la diferencia entre la población católica y evangélica aún es abismal. Según datos del INEGI del Censo de Población y Vivienda de 2000, los evangélicos apenas sumábamos 4 millones y medio. Y, de acuerdo con el crecimiento proporcional, la cantidad debe andar ahora por los seis millones, aunque algunos calculan más. Aun así, estas cifras significan que todavía tenemos una gran labor por delante, y la Palabra nos fustiga, diciéndonos: “¡Ay de mí si no anunciare el Evangelio!” (1ª Cor 9:16).

Publicado en La Voz del Amado, Año I, Número 2 Junio 2007.

 

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Está de moda ser cristiano

El caso de Kalimba y de Yuri debe traernos a reflexión de qué tan importante es vivir de acuerdo con lo que decimos que somos

Juan Elías Vázquez

¿Sería posible que un profesional jugara simultáneamente, en una misma temporada, para dos equipos que son grandes rivales entre sí? Si le alcanzaran las fuerzas y hubiera una buena paga, tal vez sí. Pero, ¿cuál sería la reacción de los seguidores de ambos equipos? ¿Para quién jugaría cuando tuvieran que enfrentarse ambas escuadras? ¿Cómo hacer coincidir los horarios?

Aunque jugara muy bien y anotara frecuentemente en los dos conjuntos, nunca se ganaría el respeto de ninguna de las aficiones. A la larga, quedaría bien con unos y mal con otros, y al revés. La respuesta a este absurdo es NO. Jugar en dos equipos que son enemigos entre sí es algo que no podemos ni debemos hacer.

¿Por qué la pregunta?

Porque algunos personajes reconocidos públicamente se dicen ser cristianos, pero no actúan como tales. Parece que juegan simultáneamente en dos equipos y, por lo tanto, no pueden ser alabados por el pueblo de Cristo; ellos han perdido el respeto de los seguidores del Señor Jesús.

Pero entonces, ¿dónde queda ese amor entre hermanos del que tanto hablamos los cristianos?

Reflexionemos un poco antes de responder a esta inquietud. En la actualidad, en algunas iglesias cristianas, ha cobrado fuerza la creencia de que todo con moderación es bueno; que no importa a lo que te dediques ni es importante cómo te vistas, pues lo que a Dios le importa es el corazón. Pongamos por ejemplo la conversión de una figura del mundo del espectáculo. Esta persona vino a Cristo trayendo su vida destrozada: enfermedad, un matrimonio hecho pedazos, drogadicción, alcoholismo, intentos de suicidio, miedo, un corazón roto, una autoestima por los suelos, etcétera.

Como aquella mujer que padecía flujo de sangre (Lucas 8:43), había gastado su dinero en médicos y en consejeros y no había hallado ningún remedio efectivo. Cuando llegó a Cristo una nueva luz brilló en su alma y un gran peso fue quitado de sus hombros. Digamos que no le quedaba ninguna solución y vino a encontrar no solamente la única, sino la mejor. Quiere decir que a Cristo, efectivamente, le interesa que todo aquel que lo busca le entregue su corazón (Proverbios 23:26), pues aquí se guardan los acontecimientos de nuestra vida y los propósitos del hombre, sean buenos o malos.

También debemos reconocer que toda aquella Iglesia que confiesa que Jesucristo es Dios y tiene la Biblia como única regla de fe es un lugar donde anida el Espíritu Santo.

Es tan notorio y positivo el cambio operado en esas personas que la opinión del mundo se ha vuelto favorable hacia los cristianos. Incluso una obra de teatro en cartelera, no hace mucho, se llamaba “Está de moda ser cristiano”. Para la opinión de la sociedad no tiene nada de raro que después de un tiempo, cuando ese artista se ha recuperado totalmente, aquel hombre o aquella mujer vuelvan con renovados bríos a su carrera de éxitos.

Nosotros no vemos tampoco ninguna objeción. Es más, esas personas famosas pueden hacer valer su ascendiente entre el público para difundir el Evangelio de Jesucristo, obra que es llamada la Gran Comisión, para la cual estamos llamados todos los cristianos.

En un principio (le llaman el primer amor) estas figuras públicas declaran entusiasmadas la obra que Dios ha hecho en sus corazones. Hasta llegan a explicar que ya no pueden, si son cantantes, cantarle a la infidelidad, a la violencia o al desamor, y hasta llegan a entonar himnos en televisión. ¿Dónde está el problema, entonces? En que no se mantienen fieles a un solo equipo.

La Biblia menciona en repetidos lugares que para el cristiano todas las “cosas viejas” pasaron y todas han sido hechas nuevas (por ejemplo: Lucas 5:36; Juan 3:3; 2ª Corintios 5:17; Apocalipsis 21:5). Eso quiere decir que una persona nueva, así sea un cantante de moda, no puede seguir cantándole a lo que le cantaba antes, ni siquiera con un mensaje positivo; el objeto de adoración debe ser Dios para el cristiano. “Pero, ¡eso no deja dinero!”, podría objetar alguien. ¿Será cierto? Cómo saberlo, si no se hace la prueba.

Pongamos como ejemplo a la cantante Yuri, quien comenzó cantándole a Dios incluso en programas televisivos y al que quería oírla le predicaba de Cristo. Pero a últimas fechas la vemos otra vez probando las mieles del triunfo en el mundo y su boca se ha vuelto muda para Cristo.

Gran parte de la culpa la tienen los pastores y líderes cristianos liberales que solapan a sus ovejas animándolas a que continúen con su antigua manera de vivir, “al fin que ya se tiene la salvación”… mientras todo se haga moderadamente.

Los cristianos, los evangélicos para ser más precisos, nos sentimos defraudados con la forma de vida mostrada por algunas figuras públicas que se dicen ser cristianas.

Pongamos otro ejemplo: el caso de Kalimba (quien se confiesa como cristiano). Aceptemos que sea inocente de los cargos de violación que se le imputaron. Pero, acá entre nos, sinceramente, ¿qué tiene que hacer un cristiano trabajando de “Dj” en un antro de perdición? (perdón, si se oye muy mojigato, pero ¿usted cómo lo llamaría?). Es en los pequeños grandes detalles donde se advierte la rectitud de una vida que va de acuerdo con la voluntad divina.

Muchos de sus seguidores pedían oraciones por Kalimba y le deseaban bendiciones. ¡Por favor! Hasta dónde vamos a llegar por mantener una opinión políticamente correcta, cuando el testimonio de Cristo sigue enlodándose. Porque el meollo del problema no reside solamente en lo que Jesús dijo, que “nadie puede servir a dos señores…” (Lucas 16:13), el punto que se discute es el “qué dirán” los incrédulos, ya ni siquiera del cristiano desordenado, sino del Evangelio.

No se trata de dilucidar si Dios es misericordioso o no; tampoco si uno como cristiano debe pasar por alto, por puro amor, una conducta deliberadamente contraria a las enseñanzas del Cristo de la Biblia; se trata, en cambio, de dar buen testimonio de lo que Jesús hizo en nuestra vida. Es Él, Dios en Cristo, quien queda por los suelos ante la opinión del mundo. Porque si digo que Cristo hizo de mí una nueva criatura y un ser fuerte y útil para traer buenas noticias y soluciones a los problemas que enfrenta el mundo, y con mis malas obras testifico lo contrario, a Jesucristo niego, y vendré a ser peor que los incrédulos. ¡Qué difícil es ser cristiano, amigos!

¿…y los lideres alcahuetes?

El meollo del asunto no solamente está en lo que dijo el Señor tocante a que quien a dos amos sirve, con uno de los dos queda mal. El centro del asunto es que nosotros debemos dar buen testimonio de Cristo porque somos cartas leídas por todos los hombres. Deberían ser nuestros embajadores más visibles y, por lo tanto, más influyentes en la predicación del Evangelio, la Gran Comisión.

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