El muro que da paz y da guerra
Jerusalén es un lugar santo para varias religiones, donde cada pedazo de pared crea un conflicto
El Muro de las Lamentaciones da identidad al pueblo judío, afirma el antropólogo Elio Masferrer
Por Olga Miranda Mendiola
(Primera parte)
La historia del Muro de las Lamentaciones comienza en una modesta montaña: el Monte Moriá. Sobre ella ocurrieron, a lo largo de la historia, eventos constitutivos del pueblo judío.
El Muro de los Lamentos es un tramo de una de las paredes del Segundo Templo de Jerusalén, que fue destruido en el año 70 de nuestra era. Otro de los nombres con los que se llama es Kotel, término que se puede traducir por “muro” o “pared”. Por eso, la explanada en la que hoy se encuentra el Muro de las Lamentaciones se llama Plaza del Kotel.
El lugar es un espacio de oración, reflexión y culto religioso muy importante para el judaísmo. El significado del Muro de los Lamentos deriva de otro de los objetos más sagrados para el mundo hebreo, la “Piedra Angular” o “Piedra Fundacional”.
En la actualidad mucha gente puede ir a visitar este lugar histórico, ¿pero qué significado tiene para los judíos y para la humanidad?
Elio Masferrer Kan, doctor en Antropología de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), describe en entrevista que “el Muro de los Lamentos es lo único que queda del Segundo Templo, entonces de alguna manera la destrucción del templo implicó la diáspora, la expulsión de los judíos de Israel y de alguna forma volver al muro es como reencontrarse con su historia”.
Explica que, desde el punto de vista histórico, “el punto es conflictivo porque los musulmanes, es decir, la ocupación musulmana posterior a la presencia judía, construyen una mezquita. Entonces ahí estamos hablando del monte del templo o el monte de la mezquita.
“Es un espacio muy complejo con los musulmanes y también es un punto en conflicto con los propios judíos porque ahí están los ultraortodoxos que no quieren que las mujeres recen junto con los hombres; sin embargo, hay otras posiciones más abiertas del judaísmo que plantean estar juntos en ese lugar”.
El Muro de las Lamentaciones fue recuperado en la Guerra de los Seis Días en 1967, lo cual transformó el tablero geopolítico de la región. Elio Masferrer dice que éste es identitario para el pueblo judío.
“El judaísmo es uno de los casos más impresionantes de mantener la identidad étnico-religiosa, o sea, otros pueblos en la historia de la humanidad fueron presionados y desaparecieron o fueron absorbidos por otra sociedad”, describe el investigador emérito.
Expone que “el Muro era un elemento estratégico en la construcción de la identidad y en la partición de 1948, recordemos que estalló un conflicto armado porque los musulmanes no aceptaban esa partición. Pero con el cese al fuego, el Muro de los Lamentos quedó del lado musulmán, entonces prácticamente estaba prohibido para los judíos ir a rezar al muro. En la Guerra de los Seis Días, en 1967, Israel pudo controlar todo Jerusalén y el territorio, y es ahí donde lo recuperaron y consiguieron tener el control (del Muro)”.
Sobre qué sentido histórico tiene el muro, Masferrer explicó que “es un punto en conflicto porque de alguna manera es el símbolo de la derrota y entonces es un espacio de lucha constante”.
También comentó que: “lo que queda de lo que fue el templo evidentemente tiene un valor patrimonial tanto para el judaísmo y también para lo que sería la memoria del mundo musulmán”.
Destacó que “en cambio el judaísmo mantiene su identidad y lo que se puede ver hoy en día en la comunidad judía vemos que cada año van a Jerusalén.
“Sin embargo, el Estado de Israel es muy complejo, no podemos olvidar que el 25 por ciento de la población no son judíos, el 24 por ciento son musulmanes y el uno por ciento son cristianos. Me parece importante comentar que es una situación compleja, incluso recientemente un sector de los judíos pactó el gobierno de Israel y pactó con un sector de los musulmanes, o sea, los musulmanes tienen diputados en el Congreso de Israel”, detalló.
En referencia a las personas que van a hacer oración frente al Muro y escriben sus peticiones en papeles, luego los enrollan y los meten en las hendiduras de la pared, el antropólogo Masferrer precisó que “en el judaísmo no se adoran imágenes sino lo que siguen es la Ley de Dios, entonces hay una serie de elementos simbólicos que representan distintos momentos que están en la prehistoria de los judíos”.
El especialista en religiones explicó que «los retiran todas las noches, pero hay un nivel de anonimato, o sea, es una costumbre del centro ceremonial: las retiran. Lo mismo pasa en la Basílica de Guadalupe, aquí en México, con las veladoras. Entonces es una costumbre.
“En Israel podemos decir que está la construcción del templo, la destrucción, la reconstrucción, la destrucción. También el candelabro de los siete brazos, que rememora que no se le agota el aceite de la eucaristía, etcétera. O comer alimentos sin levadura rememorando el éxodo, “la huida”, entonces de alguna manera estos mensajes, estas peticiones son colocadas en el templo. Sería evidentemente el punto más antiguo de la tradición judía”.