Escudriñando las sendas antiguas en un mundo posmoderno

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El secuestrado

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Asael Velázquez

En lo más profundo de la noche, cuando el sueño pesa más sobre los párpados, un comando irrumpió en el lugar con lujo de violencia. La mayoría ya se había dormido, pero uno de sus amigos, que sólo estaba dormitando, alcanzó a oponerse al secuestro. Pero ya era demasiado tarde. El grupo de paramilitares, armado hasta los dientes, ya había identificado a la víctima. Iban sobre él, porque dejaron que los demás huyeran. No opuso resistencia, pero ni así tuvieron compasión de él. Lo ataron y lo golpearon con saña. En realidad, apenas comenzaba la pesadilla.

Entre insultos y maldiciones se lo llevaron a lo que podría considerarse una casa de seguridad, lejos del alcance de de la autoridad civil o militar, porque en éste, como en casi todos los casos de privación ilegal de la libertad, hay otra autoridad que lo fomenta o lo permite, sea por acción u omisión.

ManoEncadenadaLlevaron al secuestrado a la casa del líder religioso. Mientras, no faltaba quién lo insultara, escupiera o, incluso, lo abofeteara, entre burlas y humillaciones. Le aplicaron todo tipo de tortura, sicológica y literalmente. Con trato inhumano y degradante, lo despojaron de sus ropas. Cuando se cansaron de propinarle toda clase de improperios y golpes, lo acusaron de haber cometido cualquier cantidad de delitos, hasta aquellos más horrendos.

No hubo quién saliera en su defensa. Torturado y desecho por los golpes, el secuestrado parecía ya una piltrafa humana. Cuando el líder religioso lo condenó, todos ahí sabían que aquel pobre estaba destinado a la muerte y ningún poder humano podía salvarlo. Acusado de crímenes que jamás cometió, fue llevado ante las autoridades para que, mero trámite, decretaran la pena de muerte sobre él. Tenía la boca desecha por la golpiza y musitó algunas palabras en su defensa.

Privado ilegalmente de su libertad, sin tener quién lo defendiera, golpeado, torturado y vilipendiado, este hombre fue condenado a morir como el delincuente más sanguinario. Con este secuestro, los líderes religiosos vengaban la osadía de este insensato que se opuso a su autoridad. Las golpizas y el trato inhumano hicieron su mella. Como a las tres de la tarde, finalmente falleció. Quienes estaban cerca de él testifican que, poco antes de morir colgado de un madero, se le escuchó clamar: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.

Publicado en La Voz del Amado, Año 2, Número 14,
octubre-noviembre de 2008.

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El día en que la muerte fue vencida

Magnolia

Hola mis amados:

El temor a la muerte en muchas personas es tenaz, porque no saben que les espera en ese momento por el cual cada uno de nosotros debemos pasar, esa incertidumbre se da cuando no se conoce de la Palabra de Dios, porque Cristo la venció y nos dio una vida eterna que desea que tu disfrutes, pero para eso debes aceptarle en tu corazón y obedecer Su Palabra agradándole, sirviéndole y amándole sobre todas las cosas, que Él ocupe el primer lugar en tu corazón, así que lee y veras lo que Él hizo:

El día que la muerte fue vencida

Se cuenta en esta mi historia, que una vez La Vida se movía por la faz de las aguas. Estaba todo desordenado y vacío, hasta que el Espíritu de Dios puso manos a la obra, trabajó durante siete mil amaneceres con sus respectivas noches convirtiéndose los mismos en siete laboriosos y cortos días.

El amor tocó los cielos y la tierra, habló y fue hecha la luz, la separó de las tinieblas, llamando a una día y a la otra noche.  Así también separó las aguas de la tierra, y creó los cielos entre el segundo albor y el anochecer.  Fue El Amor originando, engendrando vida, formando y dándole el visto bueno a todo lo que Él hacía… Tierra, hierba, semillas, árboles de fruto, una lumbrera mayor para que señorease el día y otra para tus noches, seres vivientes como las aves revoleteaban alegrando la creación, los habitantes de las aguas, grandes monstruos marinos poblaron las mismas, bestias, serpientes y animales también estaban en la agenda de Dios.

Es entonces que en el sexto día El amor se personificó, hizo al hombre según Su figura y conforme a Su afinidad para reinar entre todo lo que ya había sido producido por Sus amorosas manos. Mirando El Amor lo que había hecho, quedó complacido, alabándolo porque era bueno en grande manera.

Siete días en los cuales El Amor trabajó, se dio a la tarea de manifestar Su imperio y potestad por lo que permitió que se iniciara una bella relación de amor. Amistad, entrega, dedicación, complacencia y una serie de instrucciones fue lo que selló aquel pacto de inmortalidad.  Sin embargo, hubo un momento en que la lealtad fue dividida, el hombre quebró su promesa, y mediante la desobediencia quedó a oscuras en una separación total del Dador de la vida. Después de haber experimentado el fluir de la voz de Dios a través de los latidos de su corazón, una simple semilla de duda, una invitación y un proceder fueron los que acabaron con el eterno palpitar en el hombre.

La destrucción comenzó a reír, bailó desde las tinieblas porque había sido recompensada. Se coronó con soberbia, la separación fue inmediata, las espaldas de Dios fueron marcadas con el rechazo de nuestro primer padre y la vida dejó de ser grata. Hubo una serie de maldiciones, entre ellas la muerte. Ese fenómeno generalizado, que produce inquietud, el cual se tiñe de oscuridad, hace quebrantar al más tierno de los corazones, y tiene como premio un lugar que para aquel entonces se conocía como separación.

La muerte se vio libre para actuar desde el principio, le fue entregada esa oportunidad en bandeja de plata. Sin ningún tipo de pena se embriagó con el elíxir de la perdición. Terminación de la vida, lamentación segura, frontera entre la tierra del bien y del mal. Eso sí, desde el principio el plan era perfecto, había un heredero, un Hijo que había estado junto a Su Padre en todo momento percibiendo un sentimiento perfecto por lo creado por Su Padre. La observación que el Hijo hizo en el corazón del desobediente fue hecha desde la eternidad hasta la eternidad. El amor brilló en los ojos de aquel hombre de Nazaret, inclinación incomprendida, quién dejó de ser Rey Majestuoso por un periodo de tiempo para reivindicar a la humanidad del espaldarazo del hombre hacia Dios. Vivió sencillamente, habló prudentemente, experimentó la tentación, pero nunca fue seducido por ella. ¿Su meta? Efectuar en el tiempo venidero una celebración entre El Padre, Tú y Él.

El Hijo tuvo que enfrentarse a la ruina, fue azotado, escupido, vilmente maltratado, de su rostro desapareció la belleza puesta por Dios, quedó sin atractivo, experimentó el rechazo, sabe lo que es el desprecio, Varón que sabe lo que es el dolor porque su carne fue hecha para el sufrimiento.  Todos los que estaban a su alrededor evitaban mirarlo por lo feo que estaba, y en aquel momento de tormento nadie le tenía en alta estima; soportó cada uno de nuestros dolores, fue humillado, hubo una lanza punzante que le traspasó el cuerpo y el corazón por nuestras rebeliones, y quedó molido con todas nuestras maldades. Sobre Él recayó el castigo, y gracias a Su llaga fuimos todos nosotros sanados.

No abrió su boca, nadie se preocupó de su descendencia, fue cortado de la tierra de los vivientes, se le asignó un sepulcro con los malvados y murió entre los malhechores; llevando a cabo la voluntad del Padre.  Y fue allí en aquel sepulcro donde Jesús  se encontró cara a cara con la muerte; quien de primera intención se burló de Él como lo hicieron las voces que le gritaban que bajara de aquella maldita cruz. Durante varios días la muerte celebró aquel acontecimiento. No obstante, cuando El Hijo de Dios le mostró sus heridas, y le hizo saber el deseo del corazón de Dios para ti, la muerte se humilló, reconoció la Majestuosidad, Santidad, y Autoridad del Hijo de Dios. Y allí la muerte quedó vencida por el único Vencedor de ella.

Desde entonces, ha nacido una nueva canción:  «La muerte ha sido devorada por la victoria». ¿Dónde está, oh sepulcro tu victoria?. ¿Dónde está, oh muerte tu aguijón?…

Gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.

Annie Ortiz R.

Publicado en Cristianos Poéticos

La jaula vacía

El día antes de la Pascua, un reverendo que había salido rumbo a su iglesia vio a un muchachito que se dirigía hacia él portando una vieja jaula oxidada. Lo detuvo y le preguntó qué tenía en ella.

«Tres pájaros», -contestó-.  «Me los voy a llevar a casa para divertirme un rato.  Los voy a molestar y sacarles las plumas para que se pongan a pelear».

«Pero a la larga te cansarás de los pajaritos», -dijo el reverendo-. «¿Qué harás con ellos entonces?».

«¡Ah!, tengo unos gatos», -respondió el muchachito-. «Les gustan los pájaros. Se los daré para que se los coman».

«El reverendo enmudeció por un momento.  ¿Cuánto quieres por ellos, hijo?».

«¡¿Qué?!», -preguntó el muchacho incrédulo-. «¿Para qué los quiere? Son pájaros de campo nada más. No cantan, y ni siquiera son bonitos».

«¿Cuánto?», -volvió a preguntar el reverendo.

El muchacho lo miró como si estuviera loco y le dijo: «Diez dólares».

El reverendo metió la mano en el bolsillo y sacó un billete de diez dólares. Lo puso en la mano del muchacho y tomó la jaula. En un abrir y cerrar de ojos, el muchachito desapareció.

El reverendo llevó la jaula hasta un prado donde había un árbol. Seguidamente abrió la jaula y soltó los pájaros.

Al día siguiente, el día de Pascua, les mostró a su congregación la jaula vacía y les contó su encuentro con el muchacho y los pájaros. A continuación relató la siguiente predicación:

Cierto día, Satanás y Jesús conversaban.  «Pues sí», -se regodeaba Satanás-. «Acabo de atrapar a un mundo entero de gente. Les tendí una trampa y los agarré a todos».

«¿Qué vas a hacer con ellos?», -le preguntó Jesús.

«¡Me voy a divertir un rato!», -respondió Satanás con impía satisfacción-. «Voy a enseñarles a mentir, a engañar, a robar y a matar. ¡Me lo voy a pasar en grande!».

«¿Y qué vas a hacer cuando termines con ellos?», -preguntó Jesús.

«Los mataré», -replicó orgullosamente Satanás.

«¿Cuánto quieres por ellos?», -indagó el Señor.

«¡Bah!, ¿para qué los quieres? No sirven para nada. Acabarán odiándote. Sólo te traerán angustia y pesar, y al final terminarán por matarte. No te conviene para nada esa gente».

«¿Cuánto?», -volvió a preguntar Jesús.

Satanás lo miró y repuso con aire despectivo y le respondió:  «¡Tu VIDA!».

«¡TRATO HECHO!», seguidamente, Jesús pagó lo convenido.

Marbella Caribe

«Dios no ha creado el mal, lo creamos nosotros al apartar a Dios del camino.  La pobreza la creamos nosotros con nuestro egoísmo. La guerra la creamos nosotros al rechazar la Paz de Dios. El sufrimiento lo creamos nosotros con nuestra venganza. La mentira la inventamos nosotros para lograr a toda costa lo que necesitamos. Las excusas las creamos nosotros para justificar que no necesitamos de Dios. Y sin embargo, de todo esto y muchas cosas más hacemos culpable a Dios. Debemos analizar nuestras vidas, veremos que muchos se han resentido con Dios, por haberlo culpado de cosas que probablemente fueron efectos directos de nuestros actos y no de la Voluntad de Dios. Dejemos de buscar excusas para no seguir a Dios, y decidamos dar la cara por nuestros errores y aceptar el perdón de Dios. Porque lo que Dios sí ha creado es el perdón, la paz, el cariño, la solidaridad y el único y más puro amor.»

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El Cristo perdonador

P. Jaime Batista

Y Jesús dijo: Padre, perdónalos,
porque no saben lo
que hacen.
S. Lucas 23: 34

El retrato conmovedor del Cristo perdonador es una de las representaciones que revelan el amor del Señor por los pecadores que nada merecen. Él llegó a ser uno con nosotros y se identificó con nuestros sufrimientos, tentaciones y enfermedades (Hechos 4:15).

La característica sobresaliente del ministerio de Jesús en la tierra fue que él anduvo haciendo bienes (Hechos 10:38)

Pero el momento más triste de la historia llegó cuando el pueblo al cual él había venido a «buscar y salvar» lo rechazó y negó. Él fue tratado peor que un criminal común y fue brutalmente crucificado en una cruz delante de una turba enardecida y blasfema. Cuando la escena llegó a su clímax, el Doliente agonizante, exclamó: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen (S. Lucas 23: 34).

Aún en su muerte Cristo vivió lo que predicó. Con profunda sinceridad él había enseñado: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen (S. Mateo 5: 44).

La oración de Cristo pidiendo perdón para sus acusadores y asesinos, fue sumamente abarcante. Incluyó a los romanos y a los judíos que habían participado en su crucifixión. Pero en un sentido más amplio incluye a los pecadores de todos los tiempos. La oración del Cristo perdonador contiene muy buenas nuevas, que los que acuden a él confiadamente son perdonados completa y verdaderamente.

Junto a sus nombres está grabada con su preciosa sangre la palabra perdonado. (1 S. Juan 1:9)

Sí, esa oración de Cristo por sus enemigos abarcaba al mundo. Abarcaba a todo pecador que hubiera vivido desde el principio del mundo o fuese a vivir hasta el fin del tiempo… A todos se ofrece libremente el perdón.

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Aspectos médicos de la crucifixión de Jesús (segunda parte)

Honrando y Celebrando la Semana Mayor

V.  CORONACIÓN DE ESPINAS
Pasado un cierto tiempo, y algo repuesto de los azotes, Jesús fue llevado por los soldados al atrio, en el interior del pretorio e hicieron con él lo que se llamaba en aquel tiempo como “el juego del rey”, que era un juego de azar practicado por niños y adultos.  Este juego cruel practicado a Jesús coronándolo de espinas era un desahogo brutal de los soldados romanos.  Para ello, congregan a toda la cohorte (de 400 a 600 hombres), le desnudan de nuevo, le hacen sentar sobre cualquier banco de piedra, le echan a las espaldas una capa corta color grana y le encasquetan la corona de espinas con fuerza sobre la cabeza, le ponen una caña por cetro en la mano derecha y empieza la farsa… ”¡salve, Rey de los judios!.»  Y le golpeaban en la cabeza con una caña, y le escupían, y puestos de rodillas le hacían reverencias.

Después de haberle escarnecido, le desnudaron… (Mr.15:15; Mt.27:26-30; Jn 19:1-3). La palabra “corona” nos ha inducido a pensar en un cerco de espinas en torno a la cabeza, tal como lo presentan los crucifijos, pero la frase empleada aquí por Marcos, al igual que Juan es:  Plexantes stephanon ex acanthon…epethekan epi tes kefales autou: “Entretejiendo una corona de espinas, se la pusieron sobre su cabeza.”  Estas espinas de una planta local se entretejía alrededor de la cabeza horizontalmente de la frente a la nuca pasando por encima de las orejas.

VI.  CON LA CRUZ A CUESTAS
Después de que Pilato no detuvo la condena, se manda a que Jesús fuese atado y enviado a morir:  “Inmediatamente le quitaron el manto, le pusieron sus vestidos, y le llevaron para crucificarle.» (Mateo 27:31).  Es significativo que no diga que le quitaron también la corona de espinas.  Era la costumbre que el reo cargara con su madero hasta el lugar de la crucifixión.  Aquí a Jesús le mandan a cargar el palo transversal de la cruz que se cree que pesaba unas 110 libras.  Fue forzado a cargar el madero sobre su ya desgarrada y sangrienta espalda por un tramo de distancia de unos 600 metros hacia el Calvario por un terreno pedregoso, con subidas y bajadas, pero no pudo llegar y Simón de Cirene le tuvo que ayudar.

VII.  CAÍDAS
Los evangelios no mencionan nada sobre caídas en el camino al Calvario, pero la tradición considera tres.  Es posible que ambas rodillas estuvieran heridas por las violentas caídas sobre el terreno pedregoso.

VIII.  LA CRUCIFIXIÓN
Lo primero que hicieron los soldados fue despojarle violentamente de sus vestidos. La túnica interior estaba pegada a las llagas, debido a la sangre coagulada.  Por lo tanto, el dolor tuvo que ser atroz.  Cada hilo pegado a la superficie desnuda, al ser arrancado, arrastra consigo una de las innumerables terminaciones nerviosas puestas al descubierto con la llaga.  Estos millares de choques dolorosos se suman y multiplican, aumentando cada uno en consecuencia la sensibilidad del sistema nervioso.  Aquí no se trata de una lesión local, sino de casi la totalidad de la superficie del cuerpo, especialmente del tan maltratado dorso.  La sangre corre de nuevo y derribado al suelo las llagas de su dorso, muslos y pantorrillas se llenan de polvo y arena.

Los soldados atraviesan los clavos por las manos y los pies, y es clavado a la cruz.  Para los romanos la muñeca es considerada parte de la mano y se sabe que Jesús fue clavado por la muñeca para evitar que los clavos se salieran de sus manos con el peso de su cuerpo en la cruz.  Jesús no ha emitido ningún grito, pero su rostro se ha contraído horriblemente.  Su pulgar, con un movimiento violento se ha doblado sobre la palma colocándose en oposición a los otros dedos, debido a que su nervio mediano ha sido herido.  Un dolor fulgurante e indecible se ha apoderado de sus dedos, saltando como un dardo de fuego hasta su espalda y estallando en su cerebro.  Es el dolor más insoportable que un ser humano puede experimentar al producirse la lesión en un tronco nervioso.

Después de ser clavado, Jesús fue levantado cumpliendo su propia profecía:  “Y si yo fuese levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo.  Y decía esto dando a entender de que muerte iba a morir.” (Juan 12:32).  Junto a dos malhechores fue crucificado para cumplir la escritura:  ”…y fue contado con los pecadores, habiendo el llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores.»

IX.  ATROZ AGONÍA
Muy pronto Jesús comenzó a tener dificultad al respirar.  Esto era propio de los crucificados.  El diafragma muscular que se mueve para que pueda respirar al contraer y relajar los pulmones se queda en posición de inhalación y es casi imposible exhalar el aire tomado.  La única manera es apoyándose en los clavos de los pies y en la muñecas para poder exhalar el aire y luego comenzar de nuevo. Poco a poco le fueron faltando las fuerzas, al tiempo que los calambres aumentaban y las alternativas de elevación, y descensos sucesivos hubieron de abreviarse y repetirse más a menudo, por lo cual los dolores se acrecentaban hasta lo indecible.

Asi pasaron tres interminables horas y a la hora novena (como las 3 de la tarde), Jesús clamó a gran voz, diciendo:  «¿Eloi, Eloi, lama sabactani?.»  Que traducido es:  «¿Dios mío, Dios mío, ¿porqué me has desamparado?.»  Jesús quería manifestarnos algo muy importante: un sufrimiento misterioso que nosotros somos incapaces de imaginar.  Sufrimientos mucho más terribles que todos los demás, físicos y morales, descritos hasta aquí.  Jesús había salido fiador de los hombres, se habia hecho responsable ante Dios de los crímenes y maldades de todo el mundo. El cordero de Dios inmolado llevó nuestros pecados y por un breve instante, como que el Padre alejó su rostro de Él y fue abandonado.  Isaías 53:4-5 dice:  “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas el herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre Él, y por su llaga fuimos nosotros curados.”

X.  MUERTE
Cuando Jesús hubo probado el vinagre, dijo:  «consumado es…»  (Juan 19:30). Consumada estaba la obra que el Padre le había encomendado de redimir al mundo (Jn. 17:4).  Todas las profecías sobre Él se habían cumplido.  Había realizado su misión.  Ahora podía morir.  Existen muchas teorías acerca de las causas de la muerte de Jesús, pero casi todas coinciden que fue una combinación de aflicciones.

La realidad al fin de toda su agonía es que Cristo fue quien entregó el espíritu y sólamente él decidió el momento y el segundo de su muerte.  Después de muchas horas de agonía, el cuerpo de nuestro Señor había perdido mucha sangre y la poca que le quedaba en su cuerpo se había espesado de manera que el corazón ya casi no la podía bombear.  El suero se separa de los glóbulos rojos y una membrana alrededor del corazón llamada el pericardio estaba llena de líquido.

En los momentos finales, algunos médicos creen que Jesús muere de una pericarditis, que es la ruptura del pericardio por inflamación.  Es como si su corazón haya explotado.  Esta condición es confirmada cuando el soldado traspasa una lanza por su costado:  “pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua…” (Juan 19:34).  Aquí se cumple lo dicho por el profeta: “…y mirarán a mí, a quien traspasaron…” (Zacarias 3:10.)

Era la costumbre de los romanos el quebrantarle las piernas a los reos crucificados si estaban vivos al final de su tortura en la cruz.  Debido a que tenían que apoyarse en las piernas para respirar, al quebrantarles los huesos ya no podían respirar y morían asfixiados.   En el caso de Jesús, vieron que ya estaba muerto y no tuvieron que quebrantarles los huesos.  Esto fue un cumplimiento de la profecía que dice:  “él guarda todos sus huesos; ni uno de ellos será quebrantado.” (Salmo 34:20).

«Somos hombres, Señor, perdónanos:
por no saber decirte nada,
por ser avaros de nuestro tiempo
y no tenerlo para encontrarnos contigo.

Somos hombres, Señor, perdónanos:
por esconder la claridad del Evangelio,
por nuestras cobardías
y nuestros compromisos con el pecado.

Perdónanos, Señor, por nuestras faltas de amor,
nuestros arrebatos, nuestros prejuicios,
nuestra indiferencia, y todo lo que mata el amor.

Perdónanos, Señor,
por no saber perdonar,
por no saber reconciliarnos
con nosotros mismos,
y, menos aún, con los otros.

¿Cuándo será que sabremos amar como Tú amas?
¿Cuándo será que sabremos amar al otro por él y por Tí?
Perdona la fealdad de nuestra mirada
Perdona la fealdad de nuestros corazones.
Somos hombres, Señor, perdónanos.»

Marbella Caribe

«Aunque Jesús murió, la noticia más maravillosa de aquel tiempo fue que al tercer día resucitó. Su tumba está vacía. Él venció la muerte para darte vida, venció el pecado para que pudieras acercarte a Dios. Él llevó tu depresión, tu tristeza, tu dolor, tu angustia, tu desesperación y las clavó en la cruz para darte paz, esperanza y vida eterna.»

Publicado en Cristianos Poéticos

Aspectos médicos de la crucifixión de Jesús

Honrando y Celebrando la Semana Mayor

A través de la historia se han hecho películas, dramas y se han escrito numerosos libros que tratan con el tema de la crucifixión y muerte de nuestro Señor Jesucristo. Cuando leemos los relatos hechos por los evangelios (Mateo, Marcos, Lucas, Juan) vemos un recuento de lo acontecido a Cristo durante su arresto, interrogación, condenación y crucifixión, pero no se describe en detalles sus padecimientos.  El propósito de los evangelios era dar a conocer lo acontecido sin dar muchos detalles del proceso.  En aquel tiempo se conocía muy bien lo que era una crucifixión y los escritores de los evangelios sabían que sus lectores estarían familiarizados con los sufrimientos de un crucificado.

Lo maravilloso de la Palabra de Dios es que aunque el relato de los Evangelios no nos da muchos detalles, el profeta Isaías ya había profetizado cientos de años atrás que el Mesías sería llevado al matadero y sería desfigurado hasta el punto de ser irreconocible.  No solamente Cristo sufrió en su cuerpo, sino que también llevó los pecados, las enfermedades, las rebeliones y los dolores de toda la humanidad. En una de sus últimas palabras en la cruz, Jesús dijo: “Dios mío, Dios mío, ¿porqué me has desamparado?.” En ese momento era como si Dios el Padre volviera su rostro para no ver el pecado que fué depositado en su Hijo.  Por primera vez en su vida, Cristo se sintió alejado del Padre y sin su estrecha comunión con Él.  Es nuestro propósito en este estudio describir desde un punto de vista médico y teológico los padecimientos de nuestro Señor.

Desde el momento de su oración en el huerto de Getsemaní veremos cómo los padecimientos de Cristo van incrementando hasta el punto de su muerte. Veremos cómo con cada golpe, con cada bofetada, con cada latigazo, Jesús cumplía la Palabra de Dios.  Es mi oración al Señor que al estudiar este tema podamos amar más intensamente a nuestro Jesús, que sufrió por nosotros y aprendamos a agradecer más su precioso sacrificio en el Calvario.

I.  SUDOR DE SANGRE
El primer tormento o expresión de intenso dolor en la Pasión señalado por los evangelios es la agonía en el Huerto de Getsemaní horas antes de ser entregado a los enemigos.  La lucha era aterradora y un ángel se presentó para confortarlo: “…Y se le apareció un angel del cielo para fortalecerle.  Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra…” (Lucas 22:43-44).

Es interesante notar que el único evangelista que relata este hecho fué un médico, Lucas. Esta condición es conocida en la medicina como “hematohidrosis” (sudor de sangre). Este fenómeno es muy raro, pero perfectamente documentado y que ocurre en condiciones excepcionales. El Dr. LeBec escribe:  “Es un agotamiento físico acompañado de un trastorno moral, consecuencia de una emoción profunda, de un miedo atroz.” (Le supplice de la Croix, Paris, 1925). Se describe como una dilatación y ruptura de los vasos capilares subcutáneos en su punto de contacto con la base de los millones de glándulas sudoríparas.  La sangre se mezcla con el sudor y se coagula sobre la piel después de la exudación.  Es esta mezcla de sudor y coágulos la que se va juntando hasta correr por encima de la piel de todo el cuerpo en cantidad suficiente como para caer al suelo. Esta hemorragia microscópica tiene lugar en toda la piel, la cual queda, por esta causa lesionada, dolorida y muy sensible a los golpes.

II.  LA BOFETADA
Aquí se encontraba Jesús frente al sumo sacerdote y al contestar a una pregunta fué abofeteado por un alguacil (Juan 18:22).  Algunos comentaristas dicen que aquí la palabra usada por Juan no significaba bofeteda sino un bastonazo.  El Dr. Judica Cordiglia dice:  “Es una lesión del cartílago de la nariz y la posible desviación de la misma debido a un golpe con un palo corto, cilíndrico y de 4 a 5 cm de diámetro.” Un golpe a la nariz que fue capaz de desviarla de su plano normal y de lesionar el cartílago. Aquí debió haber salido abundante sangre.

III.  MALOS TRATOS
Recordemos que Jesús fue arrestado de noche y llevado a una corte ilegal a ser condenado.  Las leyes judaicas no permitían que ningún reo fuese condenado antes de la Pascua y que un juicio fuese llevado a cabo de noche.  También fueron traídos testigos falsos que el final no se pudieron usar porque sus historias no coincidían. Jesús fue llevado ante al sumo sacerdote y después de horas de debates e interrogación da la declaración que hace enfurecer al sumo sacerdote:  “…Y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.»  Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo:  «¡Ha blasfemado! ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? He aqui ahora mismo habéis oído su blasfemia. ¿Qué os parece?.» Y respondiendo ellos, dijeron:  «¡Es reo de muerte!» (Mateo 26:64-66).

Recordemos que la piel de Jesús ya estaba sensible al sudar sangre y ahora aquí dice Mateo en el verso 67:  “…Entonces le escupieron en el rostro, y le dieron de puñetazos, y otros le abofeteaban…” Aquí, aunque los evangelios no lo relatan, el profeta Isaías incluye que los pelos de su barba eran arrancados:  “…di mi cuerpo a los heridores, y mis mejillas a los que me mesaban la barba; no escondí mi rostro de injurias y de esputos.”  (Isaías 50:6).

IV.  FLAGELACIÓN
Después de que Jesús se presentó a Pilato, el cual dijo que no encontraba nada mal en él, Jesús fue azotado.  La intención de Pilato era azotar a Jesús y luego soltarlo, pero la insistencia del pueblo con sus gritos:  “¡crucifícale! ¡crucifícale!» pudo más. Dice Mateo 27:26: “entonces les solto a Barrabas; y habiendo azotado a Jesús le entregó para ser crucificado.”  Más de 120 golpes con el flagelo, dados por dos fuertes verdugos, uno más alto que el otro, diestros en su oficio, los cuales, puesto uno a cada lado del reo le cubrieron metódicamente con sus golpes toda la superficie del cuerpo (tórax, abdomen, brazos y piernas, a excepción de la parte del pecho correspondiente al corazón), sin dejar espacios.

El azote con el que le flagelaron fue el horrible «flagellum taxillatum», compuesto básicamente de un bastón con tiras de cuero.  Cada punta de cada tira se encontraba llena de pedazos de hueso y de plomo.  Al flagelar a Jesús en su ya sensible piel, cada latigazo arrancaba literalmente los pedazos de su piel exponiendo la carne viva y brotando abundante sangre.  Así aparece Jesús: herido y sangrante conforme a lo que había predicho el profeta Isaias:  “Como se asombraron de tí muchos, de tal manera fue desfigurado de los hombres su parecer…” (Isaias 52:14).  También Isaías 53: 3 dice:  “despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto…”

Después del azotamiento, Jesús se desplomaría y quedaría sentado sobre el charco de su propia sangre.  Estaba casi completamente desnudo, y parece que en ese momento le alcanzaron sus vestidos para que se cubriera. “Entonces los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio, y reunieron alrededor de él a toda la compañía; y desnudándole, le echaron encima un manto de escarlata…” (Mateo 27:27-28).

( Continúa )

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La colina del remordimiento

P. Jaime Batista

Iba solo. Su sendero era de rocas, mezcladas con vergüenza y dolor. La cuesta estaba tan árida como su alma. Espinas de remordimiento rasgaban sus tobillos y talones. Los labios que habían besado a un rey estaban agrietados por la fricción. Y sobre sus hombros llevaba una carga que doblaba su espalda –su propio fracaso.

Por qué Judas traicionó a su Maestro no es realmente importante. Si fue motivado por ira o por la codicia, el resultado fue el mismo: remordimiento.

Hace unos pocos años visité la Corte Suprema de los Estados Unidos. Mientras estaba sentado en la sección de los visitantes, observé el esplendor de la escena en aquel cuadro mayor. El jefe de justicia estaba escoltado por sus colegas. Vestido con una túnica de honor, ellos eran la máxima expresión de Injusticia. Representaban los esfuerzos de incontables mentes a través de miles de décadas. Aquí estaba el mejor esfuerzo del hombre para enfrentarse y tratar con sus propios fracasos.

¡Cuán inútil sería, pensé para mí mismo, si me aproximara a los representantes de la justicia y pidiera perdón por mis equivocaciones; perdón por hablar a las espaldas de mi profesor de quinto grado, perdón por ser desleal con mis amigos, perdón por prometer «no lo haré», en el día domingo, y decir «lo haré» el día lunes. Perdón por las incontables horas que había desperdiciado vagabundeando en las cuneta de la sociedad.

Sería inútil, porque el juez no podría hacer nada. Tal vez unos pocos días en la cárcel para calmar un poco mi culpa ¿Perdón? No estaba en él concederlo. Tal vez esa es la razón por la cual muchos de nosotros pasamos tantas horas en la colina del remordimiento. No hemos encontrado una manera de perdonarnos a nosotros mismos.

De ese modo trepamos la colina con mucha dificultad. Fatigados, con los corazones heridos, torturados con equivocaciones no resueltas. Suspiros de ansiedad. Lágrimas de frustración. Palabras de racionalización. Lamentos de duda. Para algunos el dolor está en la superficie. Para otros está sumergido, enterrado en un raro substrato de malos recuerdos. Padres, amantes, profesionales. Algunos tratando de olvidar, otros tratando de recordar, otros tratando de contender. Caminamos silenciosamente en una sola hilera con piernas de hierro por la culpa. Pablo fue el hombre que planteó la pregunta que está en todos nuestros labios: «¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?»

Cuando el sendero termina, hay dos árboles.

El uno está viejo y sin hojas. Está muerto pero todavía en pie. Su corteza se ha ido, dejando a la suave madera blanquearse con los años. Los vástagos y los cogollos ya no brotan más; sólo ramas secas penden del tronco. En la más fuerte de estas ramas está atada la cuerda de un hombre ahorcado. Fue aquí donde Judas trató su fracaso.

¡Si Judas tan sólo hubiera mirado al árbol que estaba al lado… También estaba muerto. Su madera era también suave y lisa. Pero no había cuerda alguna atada a ninguna de sus ramas. No había más muerte en ese árbol. Una sola fue suficiente. Una muerte por todos.

Aquellos de nosotros que también hemos traicionado a Jesús sabemos lo que fue para Judas escoger el árbol que eligió. Pensar que Jesús nos ha quitado la venda de los ojos y ha desencadenado nuestras piernas –después de todo lo que le hemos hecho– no es fácil de creer. En efecto, se requiere mucha más fe para creer que Jesús puede pasar por alto mis traiciones que la requerida para creer que Él se levantó de los muertos. Ambas cosas son igualmente milagrosas.

¡Qué par de árboles éstos, Sólo a unos pocos pies de distancia del árbol de la desesperación se levanta el de la esperanza. La vida está, paradójicamente, cerca de la muerte. La bondad está al alcance de su brazo de las tinieblas. El lazo de un hombre ahorcado y el salvavidas se están balanceando a la misma sombra.

Pero aquí permanecen.

Uno no puede hacer nada más si no estar un poco asombrado por lo inconcebible de todo esto. ¿por qué Jesús permanece en la colina más representativa de la vida y me espera con manos extendidas, atravesadas por los clavos? A esto es lo que se ha llamado una «absurda y santa gracia».

Un tipo de gracia que no puede ser admitida por la lógica. Pero entonces pienso que la gracia no tiene por qué ser lógica. Si lo fuera, no sería gracia.

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Déjame presentártelo

Magnolia

Hola mis amados:

Cuando nos presentan a alguien que no conocemos hay interés de nuestra parte y por eso emprendemos una conversación para asi enterarnos más de esta persona que nos ha brindado la oportunidad de conocerla, cuánto más debe haber en nosotros el deseo de conocer más a Jesús, Él es una persona y desea en Su corazón que seamos Sus amigos, confidentes y personas más allegadas, pero sólo se puede lograr con la constancia, la búsqueda de Su rostro y el amor que Él deposita en nuestros corazones para que le amemos por sobre todo, así que lee a continuación algunas de las cosas que es Jesús.

DÉJAME PRESENTÁRTELO

Roberto Jule

· ¿Necesitas Abogado?  Déjame presentarte al que no falla en defenderte:
La Biblia declara que Jesús es nuestro Abogado defensor ante el Padre:

«… si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo». 1 Juan 2:1

· ¿Necesitas un mediador? Déjame presentarte al Único:
Jesús es el único mediador ante Dios:

«Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre». 1 Timoteo 2:5

«Así que, por eso (Cristo) es mediador de un nuevo pacto». Hebreos 9:15

· ¿Necesitas un  intercesor sobrenatural? Déjame presentarte al Verdadero:
Las Escrituras indican con absoluta claridad la identidad del verdadero intercesor:

«Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros». Romanos 8:34

«… conforme a la voluntad de Dios (Cristo) intercede por nosotros». Romanos 8:27

«Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios».  Hebreos 9:24

«Por lo cual (Cristo) puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos». Hebreos 7:25

· ¿Necesitas AYUDA? Déjate ayudar por El mejor:
La Biblia  declara que Jesús es el único auxiliador sobrenatural:

«He aquí, Dios es el que me ayuda». Salmos 54:4

«De manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre».Hebreos 13:6

«Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará El Señor». Salmos 34:19

· ¿Estas pidiendo socorro? ¿Lo estas pidiendo bien, a la persona correcta?
La Biblia sólo usa el término «socorro» en referencia a Dios; no describe a ninguna otra persona sobrenatural como tal.

La Biblia es precisa en sus enseñanzas. Jesús es el único Abogado, Auxiliador, Mediador e Intercesor ante el Padre.

El apóstol Pablo expresa estas palabras:

«Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado» .  1 Corintios 2:2

«Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo (el de Cristo), cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas».
Hebreos 8:6

La Biblia revela que si alguno desea llegar al Padre, debe hacerlo sólo por medio de Jesucristo:

«Porque por medio de él (Cristo) los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre». Efesios 2:18

«Conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor, en quien tenemos seguridad y acceso…». Efesios 3:11-12

AHORA CONOCES AL DIOS VIVO Y VERDADERO: JESUCRISTO. GRACIAS POR DEJARME PRESENTÁRTELO

CRISTO TE  AMA…  Y MUCHO, CONFÍA SÓLO EN ÉL.

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Jesús es amor

P. Jaime Batista

Tú, que eres un ser humano, eres mi milagro. Y eres fuerte, capaz, inteligente y lleno de dones y talentos. Cuenta con tus dones y talentos. Entusiásmate con ellos. Reconócete. Encuéntrate. Acéptate, anímate. Y piensa que desde este momento, puedes cambiar tu vida para bien. Si te propones y llenas de entusiasmo. Y sobre todo si te das cuenta de toda la felicidad que puedes conseguir con sólo desearlo. Eres MI creación más grande. Eres MI milagro. No temas comenzar una nueva vida. No te lamentes nunca. No te quejes. No te atormentes. No te deprimas. Como puedes temer si eres MI milagro. Estás dotado de poderes desconocidos para todas las criaturas del universo. Eres único. Nadie es igual a ti. Te hice perfecto. Sólo en ti está en aceptar el camino de la felicidad, enfrentarlo y seguir siempre adelante. Hasta el fin. Simplemente porque ERES LIBRE. Te hice libre. En ti está el poder de no atarte a las cosas. Las cosas no hacen a la felicidad. Te hice perfecto para que aprovecharas la capacidad y no para que la destruyeras con las tonterías.

Te di el poder de pensar.
Te di el poder de amar.
Te di el poder de determinar.
Te di el poder de reír.
Te di el poder de imaginar.
Te di el poder de crear.
Te di el poder de planificar.
Te di el poder de rezar…
y te seguí por encima de los Ángeles,
cuando te di el poder de elección.

Te di el dominio de elegir tu propio destino usando tu voluntad. ¿Qué has hecho de esas tremendas fuerzas que te di? No importa. De hoy en más olvida tu pasado y, usa sabiamente ese poder de elección.

Elige amar, en lugar de odiar.
Elige reír, en lugar de llorar.
Elige creer, en lugar de destruir.
Elige perseverar, en lugar de renunciar.
Elige alabar, en lugar de criticar.
Elige curar, en lugar de herir.
Elige dar, en lugar de robar.
Elige actuar, en lugar de aplacar.
Elige crecer, en lugar de consumirse.
Elige bendecir, en lugar de blasfemar.
Elige vivir, en lugar de morir.

Y aprende a sentir mi presencia en cada acto de tu vida. Crece cada día un poco mas en el optimismo y en la esperanza. Deja los sentimientos de derrota. Yo estoy a tu lado siempre y siempre te estoy esperando para amarte. Si has de venir a mi un día… que sea HOY, en este momento. Cada instante que vivas sin mí, es un instante infinito que te pierdes de paz. Trata de volverte niño, simple, inocente, generoso, dador, con capacidad de asombro y capacidad de conmoverte ante la maravilla de sentirte humano… Porque puedes conocer mi amor, puedes sentir una lágrima, puedes comprender el dolor. No olvides que ERES MI MILAGRO.

Que te quiero feliz, con misericordia, con piedad, para que este mundo que transitas puedas acostumbrarte a reír, siempre que tú… aprendas a reír. Y si eres MI MILAGRO, entonces usa tus dones y cambia tu medio ambiente contagiando esperanza y optimismo sin temor.

¡Por qué yo estoy siempre a tu lado!

JESÚS

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Tú no estás solo

P. Jaime Batista

Cuando estas pasando una situación difícil se te puede hacer aun más difícil si sientes que Dios no te oye. Tal parece que estás solo y que Dios esta muy lejano. El problema avanza y no hay solución. Oras y crees que Dios no te escucha. Te puedes enojar tanto con Dios que hasta dejas de ir a la iglesia y hasta no tienes deseos de orar. Te vas enfriando a tal grado que no te importa servirle a Dios. Cada día que pasa sientes que te domina un rencor y un odio que no puedes controlar, estás enojado, sientes una rabia que te devora y ya el pecado te ha separado de Dios. ¡Has dejado a Dios!

Hermanos, servirle a Dios es para valientes y no para cobardes. Porque el cobarde se rinde y le da la espalda a Dios; mientras el valiente sigue luchando confiando en Dios, en Su Palabra y esperando un milagro. Hermanos ¿cuántas veces el Señor nos habla en Su Palabra la importancia de conocer Su Palabra y obedecerla? Muchas veces Dios nos aconseja acerca de escrudriñar las Escrituras, y nos advierte las consecuencias de no hacerlo. La Palabra no es un libro cualquiera, es la bendita Palabra de Dios. Si usted conoce Su Palabra sabe como pelear la buena batalla de la Fe, ¡sabe como defenderse!

La ignorancia a la Palabra de Dios es tu peor enemigo! Dice la Palabra : «Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento», Oseas 4:6. La falta de conocimiento te puede destruir, trae muerte espiritual y hasta física. ¿Cómo puedes saber las promesas de Dios y cómo puedes enfrentarte al adversario (diablo) si no tienes el arma principal que es la Palabra de Dios? Cuando llega la prueba, los problemas, las dificultades, etc. ¿con qué armas vas a vencer? ¿Cómo sabrás que estás equivocado o caminando en el Camino eterno si no tienes conocimiento de la Palabra de Dios? ¡Sin la Palabra no podras vencer!

Es un mandato de Dios el estudiar y conocer la Palabra de Dios. «Hijo mío, guarda mis razones, y atesora contigo mis mandamientos. Guarda mis mandamientos y vivirás, y mi ley como las niñas de tus ojos. Lígalos a tus dedos; escríbelos en la tabla de tu corazón. Di a la sabiduría: Tú eres mi hermana, y a la inteligencia llama parienta…», Proverbios 7:1-5.

«El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia», Proverbios 9:10.

Cuando el pueblo hebreo estuvo en el desierto, Dios le repitió estas palabras muchas veces: «Guardad, pues,
todos mis estutos y todas mis ordenanzas, y ponedlos por obra. Yo Jehová», Levítico 19:37.

«Y guardad mis estatutos, y ponedlos por obra. Yo Jehová que os santifico», Levítico 20:8.

«Guardad, pues, todos mis estatutos y todas mis ordenanzas, y ponedlos por obra…, Levítico 20:22.

«Guardad, pues, mis mandamientos, y cumplidlos. Yo Jehová», Levítico 22:31.

«Ejecutad , pues, mis estutos y guardad mis ordenanzas, y ponedlos por obra…», Levítico 25:18.

Dios queria que su pueblo conociera y obedeciera Su Palabra para que les fuera bien en su diario vivir o en su caminar. La obediencia nos bendice y nos prospera. Pues al obedecer la Palabra de Dios nos permite mantenernos fuera de aquello que puede ser peligroso o perjudicial. En Levítico 26 nos habla acerca de las bendiciones a la obediencia a Dios y las maldiciones a la desobediencia. Porque el que no obedece a Dios simplemente trae para sí maldición. ¿Qué desea Dios de nosotros? «Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocausto», Oseas 6:6. Y también Dios desea de nosotros: «Solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios», Miqueas 6:8.

Jesús mismo le dijo a sus discípulos: «…enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado…»,
Mateo 28:20.

«Más si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos», Mateo 19:17.

«De cierto, de cierto os digo, que el que guarda mi palabra, nunca verá muerte», Juan 8:51.

«Si vosotros permaneciéreis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad y la VERDAD os hará libres», Juan 8:31.

«El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero», Juan 12:48.

Guardar significa: cuidar, preservar, conservar, retener, mantener, llevar, etc. La Palabra es todo: la necesitamos conocer, escudriñar, estudiar, meditar, hablarla, confesarla, enseñarla, nos redarguye, nos reprende, nos amonesta, nos aconseja, nos advierte, nos reprende, nos corrige, nos instruye, nos fortalece, etc. Lo que sale por la boca de Dios es Palabra viva y poderosa para derribar fortalezas, ¡en el nombre de Jesus! ¡Aleluya!

En estos momentos de dificultad, de dolor, de enfermedad, de tristeza… confiesa la Palabra de Dios, y créela por Fe; porque sin Fe ¡es imposible agradar a Dios! Jesús ha prometido estar contigo hasta el fin: «…y he aquí Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo», Mateo 28:20. Hay un ejército de huestes celestiales peleando a tu favor.

¡NO ESTÁS SOLO!

En una ocasión en la vida de Eliseo vemos que Eliseo le pide a Dios que le abra los ojos a su criado para que viera el ejército celestial que estaba peleando a favor del pueblo. El criado pudo ver gente de a caballo y carros de fuego alrededor de Eliseo ( 2Reyes 6:16). Hay ángeles que pelean a tu favor, y tú ni siquiera te das cuenta; ¡activa esa Fe! «Pues a sus ángeles mandará acerca de tí, que te guarden en todos tus caminos. En las manos te llevarán, para que tu pie no tropiece en piedra», Salmos 91:11-12.

Los ángeles son una parte muy importante de la creación de Dios, cada ejército tiene su propia misión o trabajo. Hay ángeles guerreros, y hay ángeles que sólo alaban y adoran a Dios. Pero a los ángeles no se les rinde adoración, sólo a Dios. Muchos hablan de ángeles y hasta tienen sus colecciones: tenga cuidado eso puede ser un tipo de idolatría. Dios aborrece la idolatría. Sólo dé gracias a Dios porque Él ha prometido guardar su salida y su entrada, ha prometido protegerle y cuidarle. Nuestro Dios altísimo tiene cuidado de su pueblo.

En la prueba y en la tribulación no te rindas, clama a Dios, confiesa Su Palabra, y toma autoridad en el nombre de Jesús.

Aunque parezca que la situación empeore no te des por vencido, sigue peleando y saldrás vencedor. Te daré algunos ejemplos de personas en la Biblia que estuvieron en dificultades y Dios les ayudó: Noé y su familia se pudieron salvar de la destrucción que les sobrevino a aquellos hombres que estaban en pecado (Génesis 6). Dios bendijo a Abraham y a su descendencia. Dios le prometió un hijo, y lo tuvo. Abraham fue paciente y por Fe recibió lo prometido. Por Fe cuando iba a sacrificar a Isaac Dios proveyó el animal que usaría para el holocausto. José pasó muchas dificultades hasta llegar a Egipto, pero Dios tenía un plan para Él glorificarse, no abandonó a José. Después de una sequía que trajo hambre, José pudo darle de comer a su familia y serles de bendición. Cuando el pueblo hebreo clamó a Dios por la situación en la que vivían, en cautiverio, Dios les envió a Moisés para sacarlos de Egipto, con señales y prodigios.

Quizás en estos momentos Dios a enviado para ayudarte a un Moisés, y no te has dado de cuenta (aquel hermano o hermano que ora por tí, que se preocupa por tí, porque Dios se lo ha puesto en su corazón para que te ayude—pero darle la gloria a Dios). Mientras los egipcios sufrian de las plagas los hebreos estaban sin ellas.

Cuando tuvieron hambre en el desierto, Dios les dió el maná, agua salió de la peña y hasta cordonices comieron. Sus ropas no se desgastaron. El pueblo libró muchas batallas y las ganó cuando obedecía a Dios y perdió muchas batallas cuando el pecado entraba en posesión. ¡Cuántas veces Saul salió a matar a David, pero Dios estaba con David y no lo pudo matar!

Cuando el pueblo estuvo en opresión por sus vecinos Dios les envió jueces, como por ejemplo Sansón. Estos jueces les ayudaban y podían continuar victoriosos. Mira a tu alrededor, Dios ha enviado a alguien para ayudarte. Elías pudo de ser de bendición para la viuda de Sarepta, hubo escasez de alimentos; pero llegó Elías y Dios lo usó para serle de bendición a esta mujer.

Si estás en la escasez, Dios proveerá, Él lo ha prometido. Dios nos suple una fuente de trabajo para pagar nuestras deudas, como le suplió a la viuda. Dios usó a Eliseo para suplirle el aceite que dejó de fluir cuando las vasijas se acabaron. Ezequías enfermó y clamó a Dios y fue sanado. Dios pone personas en el gobierno a favor de su pueblo, como fue la reina Ester. Ester intercedió a favor de los judíos que estaban en cautiverio y fueron librados de una gran matanza. Cuando el pueblo se apartaba de Dios, Dios les enviaba los profetas para que trajeran Palabra de Dios.

Dios puede haberte enviado un siervo para traerte Palabra de Dios y ayudarte en tu situación. Son tantos los eventos sobrenaturales que habla la Palabra en la que Dios ayuda a su pueblo que no terminaría. Pero hubo alguien que Dios envió para sernos de gran bendición y librarnos de la cautividad del pecado que nos lleva a la muerte; y ése fue Jesús. ¡Jesús ha sido el regalo de VIDA! ¡Su muerte nos dió VIDA! ¡Aleluya! Y en su nombre herman@ tú vencerás.

Levántate y pelea la batalla con la Palabra de Dios, recuerda: no estás solo, ¡Dios esta contigo! No te detengas sigue Caminando que al final alguien te espera… ¡JESUS! ¡Aleluya!

¡BENDICIONES PARA TÍ!

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Jesús

Tú eres…  mi amigo,
Mi compañía,  en este embravecido mar.
Aunque no te vea, siempre juntos en el camino.¿Por qué decidiste ser mi amigo?…
Nunca lo entenderé…
Pero lo que si sé es que estás ahí para escucharme.

Ayer me hablaste, con la carita sucia del niño de la calle, con la sonrisa de mi sobrina, con el abrazo de mi Madre.
Sé que todos los días me hablas, perdóname ya que muchas veces te ignoro.

¡Ah!, pero cuando decido oírte…
Me haces reír, y hasta  escribir canciones, prosas y poemas sin razón.
¡Eres la alegría de mi corazón!Hoy con tu presencia besas mi alma pero…
Un día  yo besaré tu rostro.
Jesús….

·  ·  ·  –––  ·  ·  ·
Qué bendición saber que cuando partamos de este mundo besaremos el rostro de nuestro Salvador, que Él nos ama como nadie más puede hacerlo y que está a nuestro lado permanentemente, aún cuando nada suceda que así lo delate, sólo por la fe debemos creerlo y seguir de Su mano cada día, verlo en todos los semejantes y amarlo con ese amor que ha derramado en nuestros corazones, que Él sea siempre el gozo de nuestra vida y que disfrutemos de Su presencia grata y bella en todo momento.
Los amo y bendigo en Jesucristo.
Magnolia
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Jesús es cordero de Dios

P. Jaime Batista

El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder,
las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria
y la alabanza.
Apocalipsis 5:12

Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo,
y le dio un Nombre que es sobre todo nombre,

Para que en el nombre de Jesús
se doble toda rodilla de los que están en los cielos,
y en la tierra, y debajo de la tierra;

Y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor,
para gloria de Dios Padre.
Filipenses 2:9-11

Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre:

REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES
Apocalipsis 19:16

Grandes y maravillosas son tus obras, Señor
Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos,
Rey de los santos.
Apocalipsis 15:3

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Refugio de amor

Un establo con paja y animales pueden haber parecido un comienzo humilde para Jesús, pero dentro de las paredes de ese establo habia un refugio de amor. Cuando el Niño estaba en el pesebre, estaba rodeado y envuelto en amor.

Dondequiera que estés, el amor de Dios te ampara. Aún en los momentos más oscuros de tu vida, Dios te ama, te cuida y te consuela.

Puede que no veas el amor divino en una manera física, pero verdaderamente puedes sentir la calidez y la serenidad de la presencia de Dios que fluye en tí y a tu alrededor.

De de la misma manera en que el Niño fue amparado por el amor divino en un establo hace tantos años, tu también estas amparado por el amor divino que te llena y te rodea, manteniendote salvo y seguro.

Nunca olvides que el amor de Dios es tan grande que dio a Su único hijo para que tu tuvieras vida eterna, ¡qué amor más grande! Deja que el amor de Dios te rodee siempre.

Recibe el mejor regalo diciendole a Jesús que entre en tu corazón y sea tu Señor y Salvador, ¡para que tengas la seguridad de la vida eterna!

 ·  ·  ·  –––  ·  ·  ·

Que hermoso saber y tener la convicción de que el amor de Dios no nos abandona jamás, que no cambia ni varía por más que nosotros si, puesto que somos humanos somos dados al cambio pero el amor de Dios jamás, no dudemos ni por un instante esto y vivamos agradecidos por tener ese refugio maravilloso donde podemos acudir a cualquier hora, situación o momento, Él siempre nos espera y acoge como el Buen Padre Celestial que es.

Los amo y bendigo en Jesucristo.

Magnolia

Una vida cambiada

P. Jaime Batista

Cuando mi vecina y amiga me habló por primera vez del Señor me preguntó:

– ¿Te gustaría recibir al Espíritu Santo en tu vida?
– ¿El Espíritu Santo? Quién es y qué hace?

Ella de una forma bastante breve, empezó a narrarme lo que aconteció a los discípulos el día de Pentecostés, de manera que logró captar mi atención; aquello me había impresionado y cuando terminó su relato le pude responder a su pregunta, mi respuesta fué rotunda: Sí. Me preparé para recibirle, como si fuera algo muy especial (que en efecto lo fué) confesé mis pecados y por primera vez en mi vida sentí un verdadero arrepentimiento; a medida que pasaron los días, empecé a notar cambios en mí como por el poder de alguien que me había poseído. No sabía que era lo que realmente me había sucedido, pero había muchas cosas en mí que se habían suprimido como por arte de magia. La paz y la quietud reinaban en todo mi ser y aquel constante vaivén de nervios que alteraban mi forma de proceder, habían desaparecido. Poco a poco me di cuenta de quién es el Espíritu Santo y qué hace; comprendí que en ese momento Él deseaba llenar mi vida, deseaba cambiarme.

Mi intención al compartir esto, es poder identificar que Él es el que nos posee a nosotros en lugar de un poder, una influencia o una actitud que poseemos.

El Espíritu Santo mora en el corazón de toda persona que ha nacido de Él. Romanos 8:16 nos dice: «El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios». Hay un i nstinto espiritual en el creyente recién nacido que le da la certidumbre de que es hijo de Dios. El Espíritu mismo da juntamente testimonio al espíritu del creyente, de que es un miembro de la familia de Dios. Es aquí cuando se experimenta la plenitud. Si le entregaste tu vida a Cristo, Él vive en ti a través de Su Espíritu; cuando Él entra en nuestro corazón, lo recibimos con toda plenitud, pero ten en cuenta que a veces el Espíritu se nos contrista y que esa llenura, esa plenitud deja de ser constante. El hecho de que el Espíritu de Dios more en ti es muy diferente de experiementar su plenitud.

Antes de Pentecostés, Pedro era un individuo miedoso y temperamental que le había cortado una oreja a un soldado con una espada. Despues de Pentecostés no se ve evidencia de inestabilidad o superficialidad en Pedro. Se volvió una persona totalmente diferente, hubo un cambio substancial en su vida. Comenzó a predicar con valentía, permitió que Dios obrara milagros por medio de él, proclamó a Cristo mientras arriesgaba su vida y se expresó con certeza y fe.

Una copa que contiene poca agua es muy diferente de otra que está llena y rebosa. Por eso Jesús se refirió a la experiencia de que el Espíritu «se desborda» en el interior tuyo. (Juan 7:38-39) El Espíritu Santo quiere fluir desde el interior tuyo como el agua viva que mencionó Jesús.

Dios quiere que tu personalidad esté llena y rebosante del Espíritu Santo. Al tu rendirte a Sus pies, Él se hace cargo de cada aspecto de tu personalidad. Tu ser interior se completa integralmente mientras tu experimentas una comunión constante con Él. «Embriágate de Él» sólo así podrá cambiar tu vida.

No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución;
antes bien sed llenos del Espíritu.
(Efesios 5:18)

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La Pascua de Resurrección

David Brandt Berg
http://www.renuevodeplenitud.com

EN PASCUA SE CONMEMORA la resurrección de Jesús. Su cruel muerte por crucifixión coincidió con la celebración de la Pascua judía. Lo que los judíos llevaban más de 1.000 años representando por medio del sacrificio de corderos y la cena de Pascua fue precisamente lo que sufrió el Cordero de Dios. Al mismo tiempo que por toda la tierra de Israel seleccionaban y mataban el cordero pascual, Jesús era crucificado.

Amén de esto, la misma forma en que Jesús murió significó el cumplimiento de muchas otras profecías del Antiguo Testamento con asombrosa precisión.

Profecía:
«Como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió Su boca»
(Isaías 53:7).

Cumplimiento:
Durante el juicio de Jesús ante Poncio Pilato —en el que estaba en juego Su vida—, no pronunció palabra alguna para defenderse (Mateo 27:12-14).

Unos 1.000 años antes que se instituyera la crucifixión como método de ejecución en el Imperio Romano, el rey David escribió del Mesías: «Todos Mis huesos se descoyuntaron […]. Horadaron Mis manos y Mis pies» (Salmo 22:14,16).

En la muerte por crucifixión, el propio peso de la víctima le dislocaba los brazos. A la mayoría de los condenados los ataban a la cruz. En cambio, a Jesús lo clavaron a la Suya traspasándole las manos y los pies.

Los romanos tenían además por costumbre quebrar las piernas de los condenados que no hubieran muerto a pesar de llevar horas colgados de la cruz. Al perder el punto de apoyo de los pies, el peso del cuerpo hacía colapsar las vías respiratorias y los pulmones, lo cual aceleraba la muerte. Cuando los verdugos romanos se aprestaban a romperle las piernas a Jesús, descubrieron que ya estaba muerto.

Así se cumplió otra profecía bíblica: «[Dios] guarda todos Sus huesos; ni uno de ellos será quebrantado» (Salmo 34:20).

En lugar de romperle las piernas para garantizar su defunción, uno de los soldados romanos le clavó una lanza en el costado atravesándole el corazón. «Al instante salió sangre y agua», reza el Evangelio (Juan 19:34). Así se cumplió la Escritura: «He sido derramado como aguas […]; mi corazón fue como cera, derritiéndose en medio de Mis entrañas» (Salmo 22:14).

Cabe pensar que de una herida de lanza saldría sangre, no agua. ¿De dónde provino esta? Los médicos han descubierto que quienes mueren con gran angustia sufren una enorme acumulación de agua alrededor del corazón.

Imagínate: Jesús murió de pena, por ti y por mí.

Además, en aquel momento se sintió como un pecador perdido. Pasó por una experiencia por la que, gracias a Dios, nosotros nunca tendremos que pasar: no sólo la crucifixión, no sólo la agonía física, sino el dolor y la angustia mental y espiritual de sentirse abandonado por Dios. Al morir, «Jesús clamó a gran voz, diciendo: «Elí, Elí, ¿lama sabactani?» Esto es: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?»» (Mateo 27:46).

¿Lo había desamparado Dios? Sí, momentáneamente. Tuvo que hacerlo para que Jesús muriera como un pecador, sin Dios. Imagínate: murió angustiado como una persona no salvada. Dios tuvo que volverle la espalda temporalmente a Su propio Hijo para que pereciera como un pecador.

¿Respondió Dios a Jesús cuando estaba en la cruz?

En la Escritura no consta ninguna respuesta. En aquel momento sintió que Dios lo había abandonado, justo cuando más lo necesitaba.

Jesús murió sufriendo la angustia de un pecador perdido, sin salvación, sin Dios, que muere por sus propios pecados; sólo que en Su caso murió por los nuestros, por los pecados del mundo entero. Estuvo dispuesto a sufrir todo aquello para propiciar nuestro perdón y darnos la vida eterna.

¡Qué demostración de amor!

«Se dispuso con los impíos Su sepultura, mas con los ricos fue en Su muerte» (Isaías 53:9). Jesús fue condenado injustamente junto a dos delincuentes comunes (Mateo 27:38). Pese a ello, luego de morir, un hombre acaudalado que se contaba entre Sus seguidores —José de Arimatea— puso el cuerpo de Jesús en una tumba nueva que tenía (Mateo 27:57-60).

Una vez sepultado, las autoridades religiosas judías pretendieron asegurarse de que los discípulos no hurtaran el cuerpo y adujeran que había resucitado. Así que se selló la tumba, y unos soldados romanos montaron guardia delante de ella (Mateo 27:62-66).

JesusSaleDelSepulcro

Tres días después, cuando María Magdalena y la otra María se presentaron en el sepulcro de madrugada, se les apareció un ángel que retiró la piedra de la entrada. «De miedo de él los guardas temblaron y se quedaron como muertos. Mas el ángel […] dijo a las mujeres: «No temáis […]. No está aquí, pues ha resucitado, c

omo dijo»».

Entonces el ángel indicó a las mujeres donde había yacido el cuerpo de Jesús. (Mateo 28:1-8).

¡Había resucitado de los muertos!

Tres días después que sepultaran Su cuerpo sin vida, sucedió algo que dejó pasmados a Sus enemigos y demostró a todos Sus seguidores que Él era indiscutiblemente el Hijo de Dios: ¡resucitó, triunfando para siempre sobre la muerte y el infierno!

¡Conócelo!

¿Te gustaría llegar a saber sin asomo de duda que este hombre que vivió y murió por amor, Jesucristo, es el Hijo de Dios, el camino que conduce a la salvación y a la vida eterna? Lo único que tienes que hacer es creer que Jesús murió por ti, y aceptarlo a Él y el don que te ofrece: el perdón de tus pecados.

Para que Él viva en tu interior y obtener Su salvación basta con que hagas sinceramente una oración como la que sigue:

Jesús, tengo fe en que eres el Hijo de Dios y en que moriste por mí y resucitaste. Me hace falta Tu amor para borrar mis errores y mis malas acciones. Necesito Tu luz que ahuyente toda oscuridad de mi vida. Preciso Tu paz que me llene el corazón y me dé plena satisfacción. Jesús, te abro en este momento la puerta de mi corazón y te ruego que entres en mí y me obsequies Tu don, la vida eterna. Gracias por haber sufrido a causa de todas mis malas acciones y por escuchar mi oración y concederme el perdón. Amén.

El pan de Cristo

Historia de un hombre llamado Víctor

Al cabo de meses de encontrarse sin trabajo, se vio obligado a recurrir a la mendicidad para sobrevivir, cosa que detestaba profundamente.


Una fría tarde de invierno se encontraba en las inmediaciones de un club privado cuando observó a un hombre y su esposa que entraban al mismo.

Víctor le pedía al hombre unas monedas para poder comprarse algo de comer.

– Lo siento, amigo, pero no tengo nada de cambio -replicó éste.
 La mujer, que oyó la conversación, preguntó:
– ¿Qué quería ese pobre hombre
– Dinero para una comida. Dijo que tenía hambre -respondió su marido.
– Lorenzo, no podemos entrar a comer una comida suntuosa que no necesitamos y… ¡dejar a un hombre hambriento aquí afuera!
– Hoy en día: ¡hay un mendigo en cada 
esquina! Seguro que quiere el dinero para beber.
– ¡Yo tengo un poco de cambio! Le daré algo.

Avergonzado, quería alejarse corriendo de allí; pero en ese momento oyó la amable voz de la mujer que le decía:

– Aquí tiene unas monedas. Consígase algo de comer. Aunque la situación está difícil, no pierda las esperanzas. En alguna parte hay un empleo para usted. Espero que pronto lo encuentre.

– Muchas gracias, señora! Me ha dado usted ocasión de comenzar de nuevo y me ha ayudado a cobrar ánimo. Jamás olvidaré su gentileza.

– Estará usted comiendo el ”pan de Cristo”. Compártalo -dijo ella con una cálida sonrisa dirigida más bien a un hombre y no a un mendigo.

PanDeCristoVíctor sintió como si una descarga eléctrica le recorriera el cuerpo. 
Encontró un lugar barato donde comer, gastó la mitad de lo que la señora le había dado y resolvió guardar lo que le sobraba para otro día. Comería el pan de Cristo dos días. Una vez más, aquella descarga eléctrica corría por su interior. ¡El pan de Cristo!

¡Un momento! -pensó-. No puedo guardarme el pan de Cristo solamente para mí mismo. Le parecía estar escuchando el eco de un viejo himno que había aprendido en la escuela dominical. En ese momento pasó a su lado un anciano.

Quizás ese pobre anciano tenga hambre -pensó-. Tengo que compartir el “pan de Cristo”.
Víctor lo invitó a servirse algo. El viejo se dio vuelta y lo miró con descreimiento.

– ¿Habla usted en serio, amigo? El hombre no daba crédito a su buena fortuna hasta que se sentó a una mesa cubierta con un hule y le pusieron delante un plato de guiso caliente.

Durante la cena, Víctor notó que el hombre envolvía un pedazo de pan en su servilleta de papel.

– ¿Está guardando un poco para mañana? -le preguntó.
– No, no. Es que hay un chico que conozco por donde suelo frecuentar.
 La ha pasado mal últimamente y estaba llorando cuando lo dejé, tenía hambre. Le voy a llevar el pan.
 El “pan de Cristo”. Recordó de nuevo las palabras de la mujer y tuvo la extraña sensación de que había un tercer Convidado sentado a aquella mesa.

A lo lejos las campanas de una iglesia 
parecían entonar a sus oídos el viejo himno que le había sonado antes en la cabeza. 
Los dos hombres llevaron el pan al niño hambriento, que comenzó a engullírselo. De golpe se detuvo y llamó a un perro, un perro perdido y asustado.

– Aquí tienes, perrito. Te doy la mitad -dijo el niño, “el pan de Cristo”.
 Alcanzará también para el hermano cuadrúpedo.
 El niño había cambiado totalmente de semblante. Se puso de pie y comenzó a vender el periódico con entusiasmo.

-Hasta luego -dijo Víctor al viejo-.

«…En alguna parte hay un empleo para usted. Pronto dará con él. No desespere.»

¿Sabe? -su voz se tornó en un susurro-… Esto que hemos comido es el “pan de Cristo”. 
Una señora me lo dijo cuando me dio aquellas monedas para comprarlo. ¡El futuro nos deparará algo bueno!
 Al alejarse el viejo, Víctor se dio vuelta y se encontró con el perro que le olfateaba la pierna.

Se agachó para acariciarlo y descubrió que tenía un collar que llevaba grabado el nombre del dueño.

Víctor recorrió el largo camino hasta la casa del dueño del perro y llamó a la puerta. 
Al salir éste y ver que había encontrado a su perro, se puso contentísimo. De golpe la expresión de su rostro  se tornó seria.

Estaba por reprocharle a Víctor que seguramente había robado el perro para cobrar la recompensa, pero no lo hizo.
 Víctor ostentaba un cierto aire de dignidad que lo detuvo.
 En cambio dijo:

-En el periódico vespertino de ayer ofrecí una recompensa. ¡Aquí tiene!
 Víctor miró el billete medio aturdido.

– No puedo aceptarlo -dijo quedamente-. Solo quería hacerle un bien al perro.

– Téngalo! Para mi lo que usted hizo vale mucho más que eso. ¿Le interesará un empleo? Venga a mi oficina mañana. ¡Me hace mucha falta una persona íntegra como usted! Y le pasó una tarjeta con la dirección.

Al volver a emprender Víctor la caminata por la avenida, aquel viejo himno que recordaba de su niñez volvió a sonarle en el alma. Se titulaba: “Parte el Pan de Vida” …

«NO OS CANSEIS DE DAR, PERO NO DEIS LAS SOBRAS, DAD HASTA SENTIRLO, HASTA QUE DUELA». QUE EL SEÑOR NOS CONCEDA LA GRACIA DE TOMAR NUESTRA CRUZ   Y SEGUIRLO, AUNQUE DUELA. AHORA, SI LO DESEAS, COMPARTE ESTO CON LOS DEMAS: «EL PAN DE CRISTO»…

 …YO YA LO HICE.
ESPERO QUE SIRVA DE ALGO EN TU VIDA…

Oración:
Señor Jesús: «Te amo mucho, te necesito para siempre, estás en lo más profundo de mi corazón, bendice con tus néctares corporales, a mi familia, mi casa, mi hogar, mi empleo, 
mis finanzas, mi salud, mis sueños, mis proyectos y a mis amig@s».

Tomado de la red

Ayuda a mi incredulidad

P. Jaime Batista

Marcos 9:17

Y respondiendo uno de la compañía, dijo Maestro, traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo, 18 El cual, donde quiera que le toma, le despedaza; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando: y dije á tus discípulos que le echasen fuera, y no pudieron.19 Y respondiendo él, les dijo: ¡Oh generación infiel! ¿hasta cuándo estaré con vosotros? ¿hasta cuándo os tengo de sufrir? Traédmele. 20 Y se le trajeron: y como le vió, luego el espíritu le desgarraba; y cayendo en tierra, se revolcaba, echando espumarajos  21 Y Jesús preguntó á su padre: ¿Cuánto tiempo há que le aconteció esto? Y él dijo: Desde niño: 22 Y muchas veces le echa en el fuego y en aguas, para matarle; mas, si puedes algo, ayúdanos, teniendo misericordia de nosotros. 23 Y Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo es posible. 24 Y luego el padre del muchacho dijo clamando: Creo, ayuda mi incredulidad. 25 Y como Jesús vió que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él. 26 Entonces el espíritu clamando y desgarrándole mucho, salió; y él quedó como muerto, de modo que muchos decían: Está muerto. 27 Mas Jesús tomándole de la mano, enderezóle; y se levantó.

(La Santa Biblia RV1909)

¿Puedes creer? Al que cree todo le es posible, le dijo Jesús a este desesperado padre, que traía a sanar a su hijo muy grave. Pero qué rara respuesta la de este padre, que dijo: “Creo, ayuda a mi incredulidad.”

Cómo es:  Creía… ¿pero a la vez dudaba?¿ Acaso confiaba lo suficiente?

Muchas veces quizás pienses que “crees en Dios” pero en lo íntimo de tu corazón sabes bien que “no crees como debiera”. Si bien supones la existencia de un Dios, pero no es algo real en tu vida.

Los problemas de esta vida te hacen ver un Dios lejano y distante y hasta desinteresado por tu vida.

Sabes que tu vida no tiene la felicidad que debiera, que cada día te asaltan dudas y temores de lo porvenir, y en momentos piensas en la muerte… y sabes que yendo a Dios encontrarás la respuesta… pero “tu propia incredulidad” te tiene paralizado.

El padre de este muchacho dijo “CREO!” Pero al ver a su hijo azotado por el espíritu mudo, echando espumarajos por la boca y rechinando los dientes… tuvo que exclamar por segunda vez: “Ayuda mi incredulidad.

Esta oración desesperada: “ayuda, ayuda mi incredulidad” es la oración que a ti te hace falta.

¿Cuántas veces intentaste acercarte a Dios por tus propios esfuerzos y tus propios pensamientos y nada has logrado? Antes bien pareces endurecerte cada vez más con Dios. Solamente deja que Él “ayude a tu incredulidad” Y podrás creer.

¿Y en qué debes creer?

Juan 3:36 El que cree en el Hijo, tiene vida eterna; más el que es incrédulo al Hijo, no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.

Si todavía tu vida está vacía sin sentido es porque aún no has creído en Jesucristo el hijo de Dios como tu Salvador.
Pensarás:

¿Podrá Dios perdonarme?

¿Podrá Dios cambiarme?

Si te parece que no queda solución para tu vida y que eres incapaz de confiar en Dios…

Si nunca has entendido por qué Cristo murió en una cruz por tus pecados para perdonarte…

Si has hojeado la Biblia y nada has comprendido por mucho esfuerzo de lectura….

Es el momento de exclamar a Dios:

¡AYUDA MI INCREDULIDAD!

Y… Él te ayudará y podrás creer y entender.

Y podrás gozoso repetir las palabras de Cristo.

AL QUE CREE TODO LE ES POSIBLE.

Publicado en Cristianos Poéticos