Escudriñando las sendas antiguas en un mundo posmoderno

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La higuera, sombra y figura de la salvación

Por Olga Miranda M 

(Segunda parte)

En 2 Reyes 20:5-7 el Señor le dice al profeta Isaías: 

5 Vuelve, y di a Ezequías, príncipe de mi pueblo: Así dice Jehová, el Dios de David tu padre: Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí que yo te sano; al tercer día subirás a la casa de Jehová. 

6 Y añadiré a tus días quince años, y te libraré a ti y a esta ciudad de mano del rey de Asiria; y ampararé esta ciudad por amor a mí mismo, y por amor a David mi siervo. 

7 Y dijo Isaías: Tomad masa de higos. Y tomándola, la pusieron sobre la llaga, y sanó. 

¿Qué aprendemos de esto? 

En primer lugar, la higuera, Israel, está puesta para salvación. Israel es para la humanidad, para todas las naciones, como una venda sanadora de pasta de higos. 

Pero este pueblo no es salvación y bendición sobre la tierra en sí mismo, sino por medio de Aquél que viene de Israel y que se ha convertido en el sacrificio para el mundo: Jesucristo. 

Éste ya era el designio de Dios con Abraham, cuando ÉL le dijo al patriarca: “… y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Gn. 12:3). 

Jesús es el Salvador del mundo, pero Él salió del mundo del judaísmo. Esto significa que de Israel, Dios  hizo venir, en su hijo Jesucristo, la salvación para el mundo entero. 

Los botánicos describen a la higuera de la siguiente forma: Tiene un tronco torcido y corteza brillante. Israel, en sí mismo, es torcido y rebelde, pero es brillante en y a través de Jesús. Por ejemplo, Moisés, en sí mismo, también era torcido. Pero cuando salía de la presencia de Dios: “… la piel de su rostro resplandecía” (Ex. 34:29). 

Las ramas se extienden en todas las direcciones y tienen hojas quíntuples. Israel se convirtió en salvación para todas las naciones. Primeramente se proclamó el evangelio en Jerusalén, en Samaria y en Judea, pero luego se extendió- desde Israel (la higuera)-, en todas las direcciones, a todos los pueblos. 

Hojas quíntuples: El cinco en la Biblia es el número de la gracia. Una venda quíntuple de higos fue puesta sobre el lugar enfermo en el cuerpo de Ezequías, y él se sanó. Y Jesús tenía cinco heridas, las cuales se convirtieron en salvación para el mundo. 

En Isaías 49:3 está escrito: “Y me dijo: Mi siervo eres tú, oh Israel, porque en ti me gloriaré”. Aquí vemos la identificación de Israel con su hijo más importante, Jesucristo. La higuera, Israel, en combinación con Jesús, el Mesías, se convirtió en la salvación del mundo. 

La futura salvación de Israel 

Vayamos nuevamente al Rey Ezequías, quien ya se enfrentaba a la muerte, pero imploraba con lágrimas, al Señor por su sanidad. (2 Reyes 20: 5-7). 

Así como Ezequías, también Israel se encontraba en gran agonía todavía, porque todas las naciones de la tierra se reunirán en Armagedón, en el tiempo de la gran tribulación, y se levantarán contra Israel para destruirlo completamente. 

Pero, entonces este  pueblo, en agonía, hará como Ezequías y clamará al Señor con sus últimas fuerzas. Dios escuchará su ruego y sanará a su pueblo e Israel otra vez podrá entrar al templo, porque Jesús establecerá el templo del reino milenial. Él vencerá a los enemigos de Israel y protegerá la ciudad de Jerusalén. 

La historia de Ezequías combina con las declaraciones de Dios sobre el futuro de Israel y la venida de Jesús. Así, ya podemos ver en la venda de pasta de higos, por la cual fue restaurada la salud de Ezequías, un paralelo con la higuera restaurada de Mateo 24: «De la higuera aprended la parábola…” 

No sabemos el tiempo exacto de la venida de Jesús para su iglesia, ni el día de la venida para su pueblo Israel. Pero si vemos en nuestros días la restauración de la higuera: Israel es encaminado hacia su sanidad. 

Y el Señor Jesús ha prometido específicamente en Mateo 24: 34-35:  

34 De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca. 

35 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. 

¡Dios les bendiga! 

Diez preguntas

10 cosas que Dios te preguntará

Dios no te preguntará qué modelo de auto usabas;
…te preguntará a cuánta gente llevaste para ayudarla.

Dios no te preguntará los metros cuadrados de tu casa;
…te preguntará a cuánta gente recibiste en ella.

Dios no te preguntará la marca de la ropa en tu armario;
…te preguntará a cuántos ayudaste a vestirse.

Dios no te preguntará cuán alto era tu sueldo;
…te preguntará si vendiste tu conciencia para obtenerlo

Dios no te preguntará cuál era tu título;
…te preguntará si hiciste tu trabajo con lo mejor de tu capacidad.

Dios no te preguntará cuántos amigos tenías;
…te preguntará cuánta gente te consideraba su amigo.

Dios no te preguntará en qué vecindario vivías;
…te preguntará cómo tratabas a tus vecinos.

Dios no te preguntará el color de tu piel;
…te preguntará por la pureza de tu interior.

Dios no te preguntará por qué tardaste tanto en buscar la Salvación;
…te llevará CON AMOR a tu casa en el Cielo y no a las puertas del Infierno.

Dios no te preguntará a cuántas personas les compartiste el mensaje;
…te preguntará si te dio vergüenza hacerlo.

Dios no acusa; sólo te pide que prediques con el ejemplo.

Por cierto…
Dios no te preguntará a cuántas personas enviaste este mensaje;
te preguntará si te dio vergüenza hacerlo.

Si deseas ver la presentación original de este texto en PowerPoint, dá click DiezPreguntas.

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Un hecho maravilloso

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P. Jaime Batista

Os ha nacido hoy,
en la ciudad de David,
un Salvador,
que es Cristo el Señor.
Esto os servirá de señal:
Hallaréis al niño envuelto en pañales,
acostado en un pesebre.
Lucas 2:11-12.

Otrora el profeta Isaías había pedido a Dios: “¡Oh, si rompieses los cielos, y descendieras…!” Hace unos 2000 años Dios bajó realmente, pero no como el profeta lo había deseado: “como fuego abrasador” (64:1-12), o como aguas hirvientes para que las naciones temblaran ante su presencia. Más bien,
respondió esa petición a su manera y según su propio corazón, a fin de atraer las almas admiradas por la
gracia y el amor de Dios. La respuesta divina a la petición del profeta reza: “Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre”.

Sí, Dios se hizo hombre, pero no nació en Roma, la capital del Imperio, ni en la ciudad real de Jerusalén, sino en una insignificante aldea: Belén. Ni siquiera nació en la modesta posada de ese pequeño pueblo: “No había lugar para ellos en el mesón”. Aquel cuyas “salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad” (Miqueas 5:2), fue acostado en un pesebre.

La encarnación del Hijo de Dios es un milagro sumamente grande, al que sólo podemos contemplar con asombrada adoración. El modo en que se efectuó la encarnación es tan maravilloso como el hecho en sí. Él, quien es el Dios eterno, se hizo hombre y vivió en la pobreza para revelarnos a Dios el Padre en su vida. Su abnegada entrega y perfecta obediencia lo llevaron finalmente a morir en la cruz para cumplir la obra de redención a favor de los seres humanos, pecadores y perdidos.

Publicado en Cristianos Poéticos

¿La santidad es un fin en sí misma?

Miguel Rosell Carrillo

Muchos hacen de la santidad un fin en sí mismo, porque creen que si la pierden, perderán la salvación. Por ese motivo se esfuerzan en sus propias fuerzas en alcanzar una santidad que de hecho ya tienen, porque Dios ya les dio, en el momento de nacer de lo Alto (Jn.3:3). El pensar o creer de esa manera, es lo derivado de la doctrina arminiana.

Veámoslo de cerca. Las cuestiones son las siguientes:

1) ¿De quién es la santidad del creyente, de él, o de Dios en él por Cristo? (Gl. 2:20)

2) Si esa santidad es Cristo obrando en el creyente, ¿quién la sustenta, el creyente, o Cristo mismo? (He.10:14)

3) Entonces ¿Cómo se puede perder una salvación sustentada por el Espíritu de Cristo en el creyente? (Ro.8: 34-39)

Ver: 1 Juan3:6,9; Ro. 8:1,15,16; Fil: 2:13; Jn.10:27-29; Gl.2:20; He.10:14; Ro.8:34-39

El asunto aquí es que hay innumerables hijos de Dios que viven casi angustiados porque creen que en cualquier momento pueden perder la salvación por no tener la suficiente santidad. Eso les genera incertidumbre, porque no saben si hoy son salvos, o lo serán mañana, o pasado mañana.

Esto es fruto de su creencia arminiana, ya que esta enseña que el mantenimiento de la salvación es total responsabilidad del creyente (como si eso fuera posible); por ello hacen de la santidad un fin en sí mismo. Pero veámoslo bien: la santidad no es algo que el hombre pueda generar o conseguir por sí mismo (doctrina católica romana); la santidad es la otorgada por Dios a sus hijos, por eso la Biblia nos dice que somos santos (Fil.1:1). Por eso con la justificación otorgada por los únicos y suficientes méritos de Cristo, se cumple la orden divina: “sed santos porque yo soy santo” (Lv. 20:7; 1 Pr. 1: 16)

Esta manera de entender el asunto, nos ayudará a proseguir en la tarea que nos per toca en cuanto a nuestra santificación: “como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir” (1 Pr. 1:15)

Vamos de la mano con Dios. No sólo le agarramos la mano a Él (nuestra responsabilidad en cuanto a la santificación), sino que Él nos agarra de la mano a nosotros (Su Santidad en nosotros).

Si nos soltáremos alguna vez de Él, por seguro, que Él no nos soltará de Su mano, porquepoderoso es el Señor para hacernos estar firmes (Ro. 14:4)

SOLI DEO GLORIA

pastor de Centro Rey, Madrid, España. www.centrorey.org

Religión light amenaza a América

Protestante Digital

En una entrevista concedida a la revista Newsmax, el conocido predicador Billy Graham ha advertido que un cristianismo descafeinado es el “mayor peligro” que enfrenta Estados Unidos.

Graham, que con 95 años sigue en activo, concedió la entrevista por su último libro, titulado La razón de mi esperanza: salvación, en el que explica el que ha sido el mensaje que ha proclamado a lo largo de toda su vida.

El predicador se está preparando para una última “cruzada”, en esta ocasión, con la grabación de mensajes en vídeo bajo el título “Mi Esperanza América”. Graham se muestra preocupado por el estado de su país, “empapado en un mar de inmoralidad”.

En la entrevista, Graham se mostró crítico con la actual administración gubernamental. En la anterior campaña presidencial, Billy Graham  dio su apoyo al candidato republicano Mitt Romney,  obviando su conocida militancia como mormón, lo que le hizo objeto de críticas.

“Nuestros primeros padres llevaron a nuestro país de acuerdo a los principios bíblicos”, dijo Graham como respuesta a una cuestión sobre su valoración de la función de la actual administración. “Ahora este se está alejando de lo que ha hecho que sea tan grande”, expresó.

El peligro de la religión ligth

Entrando en el aspecto espiritual, el predicador considera que el “mayor peligro” que enfrenta el país es la “adaptación de la religión para satisfacer las necesidades propias”, es decir “mezclar un poco de cristianismo con las religiones del mundo. Lo que se llama una fe a la moda”.

Graham advierte que la sociedad “no se opone a este tipo de fe” que ha quitado a Dios, lo que hace que “se pierda la conciencia de lo correcto e incorrecto” y lleva asimismo a que “las decisiones morales se adecúen a lo que a cada uno le encaje con sus preferencias individuales”.

El predicador expresa además su consternación ante el devenir de la sociedad. “Mi corazón se consterna cuando veo la desesperación, la confusión en las personas. Esta es la razón de escribir este libro, para proclamar que hay una salida y es a través de Jesucristo, que vino para salvarnos de la autodestrucción”.

Fin de los tiempos

Otro de los temas tratados en el libro es el la segunda venida de Cristo. Graham explica que aunque no quiere “especular con fechas”, confía en que “Dios cumple sus promesas y es por eso que podemos estar seguros de que el regreso de Cristo está cerca”.

Destaca que se perciben “signos evidentes” que apuntan a este “retorno”. “Independientemente de lo que diga la sociedad, no podemos seguir mucho más tiempo en el mar de la inmoralidad sin juicio venidero. Nos encontramos en una encrucijada, y hay cuestiones morales profundas que están en juego. Es hora de volver a la verdad bíblica. La advertencia es clara: prepara el encuentro de tu Dios, seguido por la voz del gentil pastor, el Señor Jesús, diciendo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”.

Para Graham es hora “de que los pueblos del mundo a acudan a Dios”.

Salvación, su tema eje

Billy Graham reconoció que en este libro trata un tema que le ha llevado por todo el mundo. “La verdadera esperanza se encuentra sólo en el Dios de la esperanza. Para demostrar esto a la humanidad, Él envió a su Hijo a la tierra para traer la redención de las almas de las personas”, y la esperanza es que “Dios está dispuesto a conceder por la salvación de todos los que creen en él”.

Avanzó además que se encuentra animado preparando la que probablemente sea su última predicación pública, en la nueva serie de “Mi esperanza América”, que desarrollará en los próximos meses.

Tres características de un cristiano victorioso

Conocer la Verdad

Nuestros hermanos lo han vencido (a satán) con la sangre derramada del Cordero y con el mensaje que ellos proclamaron; no tuvieron miedo de perder la vida, sino que estuvieron dispuestos a morir. Apoc. 12:11 (versión Dios habla Hoy)

La muerte del Cordero y el mensaje anunciado han sido su derrota. Los nuestros no tuvieron miedo, sino que se dispusieron a morir. (Traducción al Lenguaje actual)

 Apocalipsis nos da los tres elementos que debemos tener para llevar una vida de victoria sobre el mundo, la carne y satanás. Fíjense como dice el apóstol Juan: “Nuestros hermanos lo han vencido…” y pasa a dar la primera característica que debemos tener:

1) Con la sangre derramada del Cordero. Aquí el apóstol está indicando el ser salvo, es decir, haber aceptado el sacrificio de Cristo como el sacrificio sustitutivo, el apóstol Pablo habla de esto en Colosenses 1:14, Efesios 1:7, Romanos 3:25; 5:9. Aquí el apóstol Juan no está diciendo que evoquemos o clamemos a la sangre de Cristo cuando tengamos un ataque, persecución o tribulación, sino que entendamos que uno de los ataques principales de satanás para el verdadero cristiano es que dude de su salvación, por eso Pablo nos habla en Efesios que nos pongamos el yelmo de la salvación y el escritor de Hebreos nos dice en el capítulo 10:14 que hemos sido hechos perfectos para siempre por ese sacrificio en la cruz.

2) Con el mensaje que ellos proclamaron. El apóstol Pablo habla de este poderoso mensaje en Romanos 1:16 donde el termino griego utilizado es dinamis de donde deriva la palabra dinamita, ese mensaje es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree, en 1 Cor 1:21 El apóstol Pablo nos dice que a Dios le agradó salvar a las personas por la locura de la predicación, entonces estos vencedores sabían qué mensaje llevaban, sabían de quién venía ese mensaje ( de Dios) y sabían el poder del mensaje para transformar vidas.

3) Y no amaron sus vidas exponiéndolas si así se requería hasta la muerte (traducción personal). Y vaya que esto fue una realidad. Cuántos cristianos no murieron y mueren por proclamar este mensaje, y pienso que aquí está la falla más grande de muchas Iglesias (aunque en los otros puntos claro que las hay), el Evangelio falso que hoy se predica produce en la persona amarse a sí mismo, al contrario de lo que nos muestra aquí la Palabra de Dios. El apóstol Pablo en Hechos de los Apóstoles 20:22 y 23 nos dice que él no estimó preciosa su vida, y en Filipenses 3:8 nos dice que todo lo tiene por basura por la excelencia del amor de Jesucristo. Nuestro Señor Jesucristo dijo en Marcos 8:35 que quien pierda su vida por causa de Él y del Evangelio, la hallará. Y en el versículo 34 del mismo dice que quien quiera seguirle tiene que negarse a sí mismo, tomar su cruz cada día y seguirlo.

Y aquí escondido viene integrado el amor (agapao) donde dice: y no amaron (o en la versión 60: menospreciaron), y es que quien es de Dios debe estar revestido del amor de Dios; es imposible para el ser humano llegar al agapao si no ha nacido de Dios, quien en Juan 3:16 nos revela ese tipo de amor y en 1 a Cor. 13 nos lo reitera.

Oremos al Señor con todo el corazón que estas tres características sean una realidad en nosotros.

Siervos Inútiles

La verdadera cura

Juan Elías Vázquez

Los analgésicos tienen la virtud de atenuar dolores más o menos intensos. No obstante, al tratamiento de éstos le sigue uno de antibióticos, con el objeto de que una vez tranquilizada la pena del paciente, el médico pueda curar de raíz, por así decirlo, la enfermedad de que se trate.

Una condición semejante debería enfrentar el enfermo de alcoholismo. Porque la “aspirina” del alcohólico consiste en lapsos de lucidez mezclados con periodos de recaída. Dicho de otra manera, los pacientes de esta terrible enfermedad se “curan” los diabólicos efectos de la resaca sólo para poder enfrentar con alivio la siguiente borrachera. Esa “cura” puede incluso durar semanas o años; pero, lamentablemente, los casos de alcoholismo están plagados de reincidencia.

El alcohólico, el dipsómano, el borracho, pues, se toma el analgésico porque, justamente, no le queda otro remedio. Se cura la “cruda” por aquello de los calosfríos y la sed infernal; se compone o pierde a la familia o lo poco que le va quedando; acepta irse a encerrar al “anexo” o los parientes no dejan de fregarlo.

Lo importante en todo caso es que, primero, el alcohólico acepte que es un enfermo y, segundo, que quiera sanar de a de veras. Bajo esta premisa se basa el discurso evangélico. La Palabra de Dios convence de su pecado al hombre natural, y sólo hasta después de aceptar que “todos hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios”, el pecador puede recibir la salud de la salvación.

De nada sirve que el paciente se pase la vida engañándose a sí mismo, creyendo que las terapias o el espanto del delirium tremens lo van a disuadir de abandonar la bebida. O que se autojustifique bajo el amparo de que “basta con que no tome de aquí a fin de año” para limpiar su conciencia o llevársela bien, de momento, con los padres, la esposa o los hijos.

Ningún hombre puede alcanzar la salvación de su alma sin arrepentimiento, lo demás es obra y gracia del Espíritu Santo. Casi lo mismo ocurre con la persona alcohólica: si ella no da el primer paso –que consiste en el abandono repentino y total del vicio–, ningún remedio pasajero, ni siquiera los encierros forzosos, va a extirpar de raíz la monstruosa enfermedad.

¿Le encanta la bebida? ¿No puede vivir sin ella? Cristo le dice, querido amigo, que si usted sigue existiendo bajo la influencia de este encantamiento, pronto no le va a quedar vida para vivirla con nadie.

Publicado en La Voz del Amado, Año I, Número 10, abril de 2008.

Sangre y agua

Reflexiones al pie de la cruz (III)

La llamada Semana Santa debe llevar al pueblo cristiano, más que al suave reposo en una playa, a una reflexión profunda acerca del significado de la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Más que una descripción de los hechos por demás conocidos, hemos querido presentarles una breve selección de textos cercanos a nuestro tiempo y espacio.

Sangre y agua

A los 33 años, Jesús fue condenado a muerte y muerte de cruz, la más cruel de la época. Sólo los peores criminales murieron como Jesús. Y con Jesús fue peor, porque no todos los criminales condenados a aquel castigo recibieron clavos en sus miembros.

Sí, fueron clavos… ¡y de los grandes! Cada uno medía de 15 a 20 cm. con una punta de 6 cm. y el otro extremo puntiagudo. Eran clavados en las muñecas y no en las manos, como dicen.

En la muñeca hay un tendón que llega a nuestro hombro y, cuando los clavos fueron martillados, ese tendón se rompió obligando a Jesús a forzar todos los músculos de su espalda, por tener sus muñecas clavadas, para poder respirar, porque perdía todo el aire de sus pulmones.

De esta forma era obligado a apoyarse en el clavo metido en sus pies que todavía era más grande que el de sus manos, porque clavaban los dos pies juntos.

Y como sus pies no aguantarían por mucho tiempo sin rasgarse también, Jesús era obligado a alternar ese ciclo simplemente para lograr respirar.

Jesús aguantó esa situación por poco más de 3 horas. Sí, ¡más de 3 horas!

Algunos minutos antes de morir, Jesús ya no sangraba más. Sencillamente le salía agua de sus cortes y heridas. Cuando lo imaginamos herido, imaginamos meras heridas, pero no. Las de Él eran verdaderos agujeros, agujeros hechos en su cuerpo…

Él no tenía más sangre para sangrar, por lo tanto le salía agua.

El cuerpo humano está compuesto de aproximadamente 3,5 litros de sangre (en un adulto). Jesús derramó 3.5 litros de sangre; tuvo tres clavos enormes metidos en sus miembros; una corona de espinas en su cabeza y además un soldado romano le clavó una lanza en su tórax. 

Todo esto sin mencionar la humillación que pasó después de haber cargado su propia cruz por casi dos kilómetros, mientras la multitud le escupía el rostro y le tiraba piedras (la cruz pesaba cerca de 30 kilos, tan sólo en la parte superior, en la que le clavaron sus manos).

Todo eso pasó Jesús, sólo para que tuviéramos libre acceso a Dios. Para que todos nuestros pecados fueran lavados. ¡Todos ellos sin excepción! Y en esto se muestra el amor de Dios en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.

Autor desconocido

Rociar siete veces la sangre

  David Wilkerson

En el Antiguo Testamento se narra que una vez al año el sumo sacerdote entraba al Lugar Santísimo para hacer la expiación, que significa “reconciliación.” Este acto se refiere a limpiar todos los pecados del pueblo para poder ser reconciliados y tener comunión nuevamente con el Padre celestial.

El sacerdote entraba al Lugar Santísimo con incienso, con carbones encendidos provenientes del altar, y un contenedor con sangre de un buey crucificado. Dentro del Lugar Santísimo había un arca que contaba con un propiciatorio en su parte superior, sitio donde Dios había prometido “habitar” –era Su misma presencia.

Después de purificarse a sí mismo en una elaborada ceremonia, el sacerdote entraba al Lugar Santísimo con gran reverencia y temor. Este arrojaba el incienso en el fuego causando un aroma y humo que ascendían. Lo anterior representaban las oraciones de Cristo intercediendo por Su pueblo. Posteriormente, el sacerdote sumergía su dedo en la sangre y la rociaba siete veces sobre el propiciatorio.

“Tomará luego de la sangre del becerro y la rociará con su dedo en el lado oriental del propiciatorio, y delante del propiciatorio esparcirá con su dedo siete veces de aquella sangre.” (Levítico 16:14).

Cuando la sangre era rociada en el propiciatorio, el perdón de todos los pecados era culminado y todos los pecados pasados eran cubiertos. Cuando el sumo sacerdote salía del Lugar Santísimo, el pueblo sabía que Dios había aceptado el sacrificio y que sus pecados habían sido perdonados. ¡Pese a todos sus errores, Israel nunca dudó!

Amados, nosotros también tenemos por la eternidad a un Sumo Sacerdote  –Jesús, nuestro Señor, nuestro Sumo Sacerdote. Jesús llevó su propia sangre al propiciatorio –a la presencia de Dios, al Lugar Santísimo– y la presentó para la remisión de todos los pecados, de todos los creyentes, por la eternidad.

Las Escrituras dicen: “y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar santísimo, habiendo obtenido eterna redención.” (Hebreos 9:12).

Jesús llevó su propia sangre al cielo por nosotros y ésta no es guardada como monumento conmemorativo. Su sangre es para ser rociada sobre todo aquel que viene a Él en fe.

Debemos proclamar la victoria sin dudar

¿Qué espera Dios una vez que hemos sido rociados con la sangre de Jesús? ¿Estamos obligados a hacer algo por haber sido rociados? ¡Sí lo estamos! Si hemos sido rociados con la sangre de Jesús, estamos encomendados a dos cosas:
 Debemos caminar en paz y sin duda alguna.

Cuando Moisés roció la sangre sobre los pecadores israelitas, ellos nunca dudaron de haber sido perdonados y aceptados por Dios. Ellos confiaron en ese rocío.

Hoy, la sangre que ha sido rociada sobre nosotros no proviene de bueyes, cabras, borregos sino de Cristo, el Cordero de Dios. Sin embargo, nosotros aún tenemos dudas y mayores temores que los israelitas.

Martín Lutero dijo que era blasfemia tomar de regreso todos los pecados que le fueron entregados a Cristo, y yo estoy de acuerdo con él. Es un sacrilegio absoluto el andar en temor, culpa y condenación. Nosotros no debemos decir, “La Biblia dice que por fe yo he sido limpiado, justificado y protegido del poder de Satanás, no obstante yo no puedo creer que tal cosa tan gloriosa sea posible.”

2. Nosotros debemos alabar a Dios con un corazón agradecido y sin dudar.

Nosotros somos encomendados a darle gracias a Dios con alabanzas por la preciosa sangre de Jesús:
“Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.” (Romanos 5:11).

“Alegraos en Jehová y gozaos, justos; ¡cantad con júbilo todos vosotros los rectos de corazón!” (Salmo 32:11).
“Bienaventurado el pueblo que sabe aclamarte; andará, Jehová, a la luz de tu rostro.” (Salmo 89:15).
“En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios, porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió y como a novia adornada con sus joyas.” (Isaías 61:10).

Proclamé la victoria de la sangre de Jesús sobre su vida y empiece a adorarle ahora mismo por la promesa de aquel gran día de redención.

¿Por qué Jesús es mejor que Santa Claus?

Marbella Caribe

Santa viven en el Polo Norte;
Jesús está en todas partes.

Santa se pasea en trineo;
Jesús se pasea por el viento y camina sobre las aguas.

Santa viene una vez al año;
Jesús es una ayuda siempre presente.

Santa llena tus calcetines con regalitos;
Jesús suple todas tus necesidades.

Santa baja por tu chimenea sin invitación;
Jesús se detiene en tu puerta y toca,
después entra a tu corazón cuando tú lo invitas.

Para ver a Santa tienes que hacer fila;
Jesús está tan cerca como el hecho de mencionar Su Nombre.

Santa te deja sentarte en sus piernas;
Jesús te deja descansar en Sus Brazos.

Santa no sabe tu nombre,
todo lo que puede decir es:
«Hola pequeño, ¿cómo te llamas?»;
Jesús sabe tu nombre desde antes de que nacieras.
No sólo sabe tu nombre, también sabe tu dirección.
Él sabe tu historia y tu futuro.

Santa tiene una barriga que parece llena de mermelada;
Jesús tiene un corazón lleno de amor.

Todo lo que Santa puede ofrecer es «HO HO HO»;
Jesús ofrece salud, ayuda, esperanza y Salvación.

Santa dice: «No llores», «You better not cry»;
Jesús dice: «Descansen sus preocupaciones en Mí,
que yo cuidaré de ustedes.»

Los pequeños ayudantes de Santa hacen juguetes;
Jesús hace nueva vida, repara corazones lastimados
y arregla hogares rotos.

Santa puede hacerte sonreír;
Jesús te da la alegría que es tu fuerza.

Santa deja regalos debajo de tu árbol;
Jesús fue nuestro regalo en el presebre y murió en un árbol.

Es obvio que no puede haber una comparación real. Necesitamos recordar a quien verdaderamente le dá sentido a la Navidad. La Navidad hoy en día se disfruta desde el mes de noviembre y se incrementa en las fiestas, aunque yo estoy de fiesta todo el año, porque tengo a Jesús en mi corazón.

Necesitamos poner a Jesús de regreso en Navidad. Jesús es la verdadera razón de ser de esta época.

La frase que dice: «La Navidad es tiempo de dar y compartir», no se refiere a los regalos de Santa, sino más bien a la entrega que hizo Jesús para salvarnos y mostrarnos el camino a seguir. Recuerda que más vale un buen gesto de afecto que miles de regalos.

«Yo quiero ser puente Señor,
puente de amor para unir a los hombres;
para decirles que es una locura dejarse separar por un río.
Yo quiero ser puente Señor,
para decirles a los hombres cómo es bello servir;
decirles a los de la izquierda las bellezas de la derecha y
llevar a los de la derecha a los de la izquierda».

Esperamos tus comentarios en lavozdelamado@gmail.com

¡Basta ya de religión!

Pastor Jaime Batista Cortés

Hay un clamor que surge del interior del ser humano; el deseo de paz interior. Insatisfecho por no encontrar respuestas y cansado de buscar en religiones, filosofías, tradiciones, como la del Día de Muertos, el ser humano anda por el mundo cansado y afligido, sin propósito y, lo que es peor, sin esperanza de cambio o mejora.En La Voz del Amado no somos personas “religiosas”, porque la religión no transforma el interior.

Es por eso que queremos que sepas algo muy simple, pero a la vez necesario y profundo. Dios te ama, porque eres alguien muy especial para Él. Le importas mucho y busca afanosamente atender tu situación.

Te conoce mejor que nadie. Conoce tu corazón, tu interior, tus conflictos y problemas. Nada permanece ajeno a Él y muchísimo menos tu sufrimiento. Desea que disfrutes su promesa de una vida nueva transformada sobrenaturalmente por Él desde el interior de tu ser. Una oportunidad de comenzar de nuevo. Ninguna filosofía, ninguna religión, nada promovido por el hombre puede conseguir ese milagro. Tú no puedes, pero Dios ¡sí puede! Él tiene un regalo para tu vida. Ese regalo que te ofrece Dios para tu vida es Jesucristo.

Jesús no es religión, tradición ni filosofía. Él murió en la cruz y ofreció Su vida como precio de tu salvación y de una vida nueva para ti.Es un regalo. Es una Promesa de Dios y Él es Fiel para cumplir Su Palabra. Los regalos se reciben. Ábrele tu corazón a Jesús, confía y Él hará. Ten un encuentro con Jesús a través de Su Palabra, la Biblia. Léela. Está llena de promesas, sabiduría, consuelo, esperanza y dirección para tu vida. Deja que por medio de su Palabra, Dios intervenga en tu vida.

Publicado en La Voz del Amado, Año I, Número 6, noviembre 2007.

El día que Jesús guardó silencio

Pastor Jaime Batista Cortés

Aún no puedo comprender cómo ocurrió; si fue real o un sueño. Solamente recuerdo que esa noche yo estaba en mi sofá con un buen libro en la mano. El cansancio me fue venciendo y empecé a cabecear…

En algún momento, entre la semiinconsciencia y los sueños, me encontré en aquel inmenso salón; no tenía nada en especial salvo una pared llena de tarjeteros, como los que tienen las grandes bibliotecas.

Los ficheros iban del suelo al techo y parecía interminable en ambas direcciones. Tenían diferentes rótulos. Al acercarme, me llamó la atención un cajón titulado: “Muchachas que me han gustado”. Lo abrí descuidadamente y empecé a pasar las fichas. Tuve que detenerme por la impresión… había reconocido el nombre de cada una de ellas: ¡Se trataba de las muchachas que a mí me habían gustado!

Sin que nadie me lo dijera empecé a sospechar dónde me encontraba. Este inmenso salón, con sus interminables ficheros, era un crudo catálogo de toda mi existencia. Estaban escritas las acciones de cada momento de mi vida, pequeños y grandes detalles, momentos que mi memoria había ya olvidado.

Un sentimiento de expectación y curiosidad, acompañado de intriga, empezó a recorrerme mientras abría los ficheros al azar para explorar su contenido.

Algunos me trajeron alegría y momentos dulces; otros, por el contrario, un sentimiento de vergüenza y culpa tan intensos que tuve que volverme para ver si alguien me observaba.

El archivo “Amigos” estaba al lado de “Amigos que traicioné” y “Amigos que abandoné cuando más me necesitaban”. Los títulos iban de lo mundano a lo ridículo. “Libros que he leído”, “Mentiras que he dicho”, “Consuelo que he dado”, “Chistes sucios que conté”, otros títulos eran: “Asuntos por los que he peleado con mis hermanos”, “Cosas hechas cuando estaba molesto”, “Murmuraciones cuando mamá me reprendía de niño”, “Videos que he visto”, en fin… no dejaba de sorprenderme de los títulos.

En algunos ficheros había muchas más tarjetas de las que esperaba y otras veces menos de lo que yo pensaba. Estaba atónito del volumen de información de mi vida que había acumulado. ¿Sería posible que hubiera tenido el tiempo de escribir cada una de esas millones de tarjetas? Pero cada tarjeta confirmaba la verdad. Cada una escrita con mi letra… cada una llevaba mi firma.

Cuando vi el archivo “Canciones que he escuchado”, quedé atónito al descubrir que tenía más de tres cuadras de profundidad y, ni aun así, vi su fin. Me sentí avergonzado, no por la calidad de la música, sino por la gran cantidad de tiempo que demostraba haber perdido.

Cuando llegué al archivo “Pensamientos lujuriosos”, un escalofrío recorrió mi cuerpo. Sólo abrí el cajón unos centímetros. Me avergonzaría conocer su tamaño. Saqué una ficha al azar y me conmoví por su contenido. Me sentí asqueado al constatar que “ese” momento, que yo creía escondido en la oscuridad, había quedado registrado… no necesitaba ver más… un instinto animal afl oró en mí. Un pensamiento dominaba mi mente: ¡nadie debe de ver estas tarjetas jamás! Nadie debe entrar jamás a este salón…

¡Tengo que destruirlo! En un frenesí insano arranqué un cajón, tenía que vaciar y quemar su contenido. Pero descubrí que no podía siquiera quitar una sola del cajón. Me desesperé y traté de tirar con más fuerza, sólo para descubrir que eran más duras que el acero cuando intentaba arrancarlas. Vencido y completamente indefenso, devolví el cajón a su lugar.

Apoyando mi cabeza al interminable archivo, testigo invencible de mis miserias, empecé a llorar. En eso, el título de un cajón pareció aliviar en algo mi situación: “Personas a las que les he compartido el Evangelio”. La manija brillaba. Al abrirlo, no encontré ni diez tarjetas.

Las lágrimas volvieron a brotar de mis ojos. Lloraba tan profundo que no podía respirar. Caí de rodillas al suelo llorando amargamente de vergüenza. Un nuevo pensamiento cruzaba mi mente: “Nadie deberá entrar a este salón, necesito encontrar la llave y cerrarlo para siempre”. Y mientras me limpiaba las lágrimas, lo vi…

¡Oh no!… Por favor, ¡no!,… ¡Él no!, ¡Cualquiera, menos Jesús!

Impotente vi como Jesús abría los cajones y leía cada una de mis fi chas. No soportaría ver su reacción. En ese momento no deseaba encontrarme con su mirada. Intuitivamente, Jesús se acercó a los peores archivos. ¿Por qué tiene que leerlos todos? Con tristeza en sus ojos buscó mi mirada, y yo bajé la cabeza de vergüenza, me llevé las manos al rostro y empecé a llorar amargamente. Él se acercó y puso sus manos en mis hombros. Pudo haber dicho muchas cosas.

Pero Él no dijo una sola palabra. Allí estaba junto a mí… en silencio.

Ese día, Jesús guardo silencio… y lloró conmigo.

Volvió a los archiveros y, desde un lado del salón, empezó a abrirlos, uno por uno, y en cada tarjeta firmaba su nombre encima del mío.

¡No! le grité, corriendo hacia Él. Lo único que atiné a decir fue solamente… ¡No!, ¡No!, ¡No!, mientras le arrebataba la ficha de su mano. Su nombre no tenía por que estar en esas fichas. No eran sus culpas, ¡eran las mías!, pero allí estaban, escritas en un rojo vivo.

Su nombre cubrió el mío, escrito con su propia sangre. Tomó la ficha de mi mano, me miró con una sonrisa triste y siguió firmando las tarjetas. No entiendo cómo lo hizo tan rápido.

Al siguiente instante lo vi cerrar el último archivo y venir a mi lado. Me miró con ternura a los ojos y creí escucharlo decir: “Consumado es… Yo he cargado con tu vergüenza y tu culpa”.

En eso salimos juntos del salón… salón que aún permanece abierto… porque todavía faltan más tarjetas que escribir… Aún no sé si fue un sueño, una visión o una realidad… pero de lo que sí estoy convencido es que la próxima vez que Jesús vuelva a ese salón encontrará más fichas de qué alegrarse, menos tiempo perdido y menos fichas vanas y vergonzosas…

Publicado en La Voz del Amado, Año I, Número 6, noviembre 2007.

El limbo pasó a mejor vida

EnMedios

La Comisión Teológica Internacional de la Iglesia católica decidió eliminar el concepto de “limbo”, el lugar donde iban los niños que morían sin ser “bautizados”, según una tradición que viene desde la Edad Media.

De acuerdo con un documento publicado en abril de este año por el Vaticano, el limbo reflejaba “una visión excesivamente restrictiva de la salvación”, pues argumentó que “existen serias razones teológicas para creer que los niños que mueren sin ser bautizados se salvarán y disfrutarán de la visión de Dios”.

La publicación del documento La esperanza de salvación para los niños que mueren sin ser bautizados fue autorizada por el papa Benedicto XVI, quien desde que era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe había expresado sus dudas sobre la existencia del limbo, afirmando incluso que se trataba de una “hipótesis teológica” que sería mejor no tener en cuenta.

La verdadera razón para eliminar el limbo, dicen los especilistas, se debe a que el número de niños no bautizados “ha crecido considerablemente”, por lo que el Vaticano decidió tomar cartas en el asunto.

Católicos destruyen un templo evangélico
Un grupo de católicos radica­les destruyó un templo evangélico en la comunidad Las Ollas, en el mu­ni­cipio de San Juan Chamu­­­la, Chiapas, ubicado cerca de San Cristó­bal de las Casas. Además, las autoridades ejidales, nombra­das para defender usos y cos­tumbres de esa etnia, en­car­­ce­la­ron arbitrariamente a los evan­gélicos, de 24 a 48 horas, porque éstos se negaron a coope­rar para las fiestas tradicionales; también destruyeron algunas casas de madera y cultivos de maíz y frijol.

El dirigente evangélico Esdras Alonso González denunció que, amparados en las tradiciones, los comisarios ejidales quieren cobrarles de dos mil a cuatro mil 500 pesos de multa cuando los hermanos son sorprendidos orando en sitios abiertos. Los evan­­gélicos ya interpusieron una demanda ante la Fiscalía para Asuntos Indígenas contra los res­ponsables de la destrucción del inmueble. Pese al malestar y las amenazas, en este mes (junio) se inaugurarán otros dos templos evangélicos en comunidades de este conflictivo municipio.
(http://www.nuevoexcelsior.com.mx)

Publicado en La Voz del Amado, Año I, Número 2, Junio 2007

Jesús es el YO SOY

Pastor Jaime Batista Cortés

Mateo 1:21 Y dará a luz un hijo, y llamarás Su nombre
Jesús, porque Él salvará a Su pueblo de sus pecados.

Juan 8:24 Por eso os dije que moriréis en vuestros
pecados; porque si no creéis que Yo soy, en vuestros
pecados moriréis. 58 Jesús les dijo: De cierto, de
cierto os digo: Antes que Abraham fuese, Yo soy.

Palabras del Ministerio

El nombre Jesús incluye el nombre Jehová. En el hebreo, Dios significa el Poderoso, Dios el Poderoso; y el nombre Jehová significa: “Yo soy”, es decir, “Yo soy el que soy” (Ex. 3:14). El verbo “ser” en el hebreo no sólo se refiere al presente, sino que también incluye el pasado y el futuro. Así que el significado correcto de Jehová es “Yo soy el que soy, Aquel que ahora está en el presente, que antes estaba en el pasado, y quien estará en el futuro y en la eternidad para siempre”. Este es el nombre de Jehová.

Sólo Dios es el Eterno. Desde la eternidad pasada hasta la eternidad futura, Él es “Yo soy”. Por lo tanto, el Señor Jesús podía decir en referencia a Sí mismo: “Antes que Abraham fuese, Yo soy” (Jn. 8:58). También dijo a los judíos: “Si no creéis que Yo soy, en vuestros pecados moriréis” (Jn. 8:24, 28). Es preciso entender que Jesús es el gran Yo soy y creer en Él como tal.

El nombre del Señor es Yo soy; por eso, podemos decir: “Señor, me dijiste que Tu nombre es Yo soy. Entonces, ¿quién eres Tú” Su respuesta será: “Yo soy todo lo que necesites”. El Señor es lo que necesitamos. Si necesitamos salvación, Él mismo será salvación para nosotros. Tenemos un cheque firmado y la cantidad del mismo está en blanco; podemos escribir la cantidad que
necesitamos. Si nos hace falta un dólar, podemos escribir un dólar. Pero si necesitamos un millón de dólares, podemos poner esa cantidad. Si nos parece que necesitamos un billón, simplemente lo escribimos. El cheque suple todo lo que necesitamos. Jesús es la respuesta para todo lo que usted necesita. ¿Necesita la luz, la vida, el poder, la sabiduría, la santidad o la justicia? Jesús es luz, vida, poder, sabiduría, santidad y justicia. Todo lo que necesitamos se halla en el nombre de Jesús. ¡Cuán sublime y cuán rico es este nombre maravilloso!

Los versículos del Nuevo Testamento son tomados de la Versión Recobro del Nuevo Testamento y los versículos del Antiguo Testamento, de la versión Reina Valera 1960. Las “Palabras del ministerio” provienen de Estudio-vida de Mateo, escrito por Witness Lee, mensaje 6, págs. 65-66. Ambos son publicados por Living Stream Ministry, Anaheim, CA.

Publicado en Cristianos Poéticos

El corazón de Dios es amor y Quemad las naves

Hola mis amados:

Conocer y entender el amor de Dios es algo que El desea que le suceda a todo ser humano, pero sólo pasa en quien abre su corazón para que Él venga y sea el Señor y Rey de la existencia, depende entonces de una decisión personal, si deseas ser lleno de ese dulce, tierno e inescrutable amor sólo dile en tus propias palabras que lo necesitas y tu vida sera inundada con abundancia.

Magnolia

El corazón de Dios es amor

Romanos 8:35-39  ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?  Según está escrito: «Por tu causa somos muertos todo el día; somos contados como ovejas de matadero». Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó. Por lo cual estoy persuadido de que ni la muerte, n la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo porvenir, ni potestades, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

1 Juan 4:16  Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor permanece en Dios y Dios en Él.

¿Qué es el amor de Dios? El amor es el corazón mismo de Dios. El amor de Dios procede de Su corazón. La justicia es el camino de Dios, la santidad es Su naturaleza, la gloria es Su expresión, y el amor es Su corazón. Pablo, después de hablar de la justicia, santidad y gloria de Dios, nos conduce al corazón de amor de Dios. ¿Por qué demostró Dios Su justicia? Porque el hombre cayó. El hombre no era recto ante Dios y necesitaba Su justicia. ¿Por qué debe Dios ejercer Su santidad? Porque el hombre es mundano y Dios debe santificar a todos Sus escogidos mundanos. ¿Por qué debe Dios darnos Su gloria? Porque todos Sus escogidos nos hallamos en una condición baja, común y vil. Por lo tanto, Él tiene que ejercer Su gloria a fin de transfigurarnos. ¿Pero qué es lo que había en el corazón de Dios originalmente? El amor. Antes de que Dios ejerciera Su justicia, santidad y gloria, El ya nos amaba. El amor fue la fuente, la raíz y el origen de todo. Dios nos amó antes de predestinarnos, llamarnos, justificarnos y glorificarnos. Antes de todo y de cualquier otra cosa.

Él nos amó. Nuestra salvación se originó con el amor de Dios. El amor es la fuente de todo lo que Dios hace por nosotros, y este amor es Su corazón mismo. El amor es la fuente de la salvación eterna de Dios, la cual incluye la redención, la justificación, la transformación, la conformación y la glorificación. La salvación se inició en el amoroso corazón de Dios.

Por lo tanto, después de haberse realizado la obra salvadora de Dios, Su amor garantiza nuestra seguridad. El amor de Dios no es sólo la fuente de nuestra salvación, sino también la seguridad de nuestra salvación.

Quemad las naves

En el año 335 a.C., al llegar a la costa de Fenicia, Alejandro Magno debió enfrentar una de sus más grandes batallas.

Al desembarcar comprendió que los soldados enemigos superaban en cantidad, tres veces mayor, a su gran ejército.

Sus hombres estaban atemorizados y no encontraban motivación para enfrentar la lucha.

Habían perdido la fe y se daban por derrotados.

El temor había acabado con aquellos guerreros invencibles.

Cuando Alejandro Magno hubo desembarcado a todos sus hombres en la costa enemiga dio la orden de que fueran quemadas todas sus naves.

Mientras los barcos se consumían en llamas y se hundían en el mar, reunió a sus hombres y les dijo:

«Observen cómo se queman los barcos, ésa es la única razón por la que debemos vencer, ya que si no ganamos, no podremos volver a nuestros hogares y ninguno de nosotros podrá reunirse con sus familias nuevamente ni podrá abandonar esta tierra que hoy despreciamos.

Debemos salir victoriosos en esta batalla ya que sólo hay un camino de vuelta y es por mar.

¡Caballeros, cuando regresemos a casa lo haremos de la única forma posible, en los barcos de nuestros enemigos!

Cuántas veces la falta de fe, el temor y la inseguridad, el estar atado a lo seguro, nos priva de conseguir nuevos éxitos, nos hace renunciar a los cambios, nos hace renunciar a los sueños, nos hace negar los anhelos y las metas que están grabadas en lo más profundo de nuestros corazones.

Qué ejemplo tan especial nos da este relato, porque en la vida debemos afrontar muchas luchas y sólo nosotros batallamos en ella, pero si tu fe esta puesta en Jesús que es el amigo por excelencia, podremos hablar entonces de Victoria, que nada haga flaquear la fe en quien todo lo puede porque va a nuestro lado para que veamos Su Gloria, que nada nos haga menguar en la convicción y solo nos gozaremos en ver derrotado al enemigo.

Los amo y bendigo en Jesucristo.

Publicado en Cristianos Poéticos.