Escudriñando las sendas antiguas en un mundo posmoderno

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Insomnio

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Esta madrugada me encontraba dentro de mi cama, arropada, escuchando el suave respirar de mis pequeños, sabiendo que mi familia estaba segura. Todos dormían y aunque eso me complacía, pensaba ¿cómo pueden dormir en una noche como esta? Llueve. Pero ha llovido por horas. Me ha sido imposible pegar un ojo con todos los ruidos que la fuerte tormenta produce al azotar mi casa y las casas vecinas… Mi inquietud me ha despertado por completo y esa misma inquietud me ha puesto en pie y en breve, delante del ordenador.

Estoy segura de que Dios tiene una razón para mantenerme despierta. ¿Te ha pasado? No puedes dormir y te la pasas dando vueltas, sin conseguir dormir para descansar. Tal vez hagas como yo antes: por la mañana, malhumorada y quejándome de cansancio y sueño. Te digo que así era antes. Ahora, digamos que llevo un poco más la situación al extremo: Si, innegablemente desearía haber dormido, tengo sueño y lo comento, pero mientras bebo algo caliente, por la mañana pienso en todo lo que he hecho por la noche. ¿Por la noche? Si, por la noche. Viene a mi mente Samuel diciendo «Heme aquí, Señor», y aunque estoy lejos de ser parecida a Samuel, me agrada saber que puedo ser un poquito obediente. La primera vez que en lugar de la desesperación del insomnio, llegó la inquietud de orar: primero por mi familia, la tos de mi abuelita, el malhumor de mi padre, el trabajo de mi esposo… Y luego vino en cascada el orar por la vecinita enferma, el vecinito deprimido, el amigo del amigo sin empleo, la chica del mercado, el empleado de la farmacia, los enfermos del hospital… Creo de verdad que Dios utiliza el insomnio como un recurso para que deje de pensar sólo en mi entorno inmediato, en mis problemas y también en las cosas que ni mención merecen. Por tanto, mi hermano, mi hermana, por favor considera:

En el desierto en que te encuentres, te invito a pensar, te ruego orar por otros, por alguien menos afortunado que tu, por alguien que no tiene la menor idea de estar en el pensamiento tuyo… ¿Por qué? Para que tu carga, tus pesares Dios los haga más ligeros. Si en este momento no tienes grandes preocupaciones ¡Dios bendito! Qué bueno, con mayor razón piensa en los demás: en el conductor de ambulancia que corre en su afán de llegar a tiempo y no mira por su propia vida (que nuestro Señor le permita llegar al lugar donde se le necesita y si es Su voluntad, que la persona que lleva sea trasladada al hospital con bien… Si ha de dejar este mundo, Señor, tómalo en tus manos y perdónale); en el trabajador que se ha quedado hasta tarde, tal vez doble turno por llevar un poco más de su salario a casa y no repara en su cansancio, en su falta de sueño y reposo (bendice Señor su jornada, guárdale de todo mal, de toda tentación y llénale de energía, para que al concluír regrese a su familia con bien); en los que limpian mi ciudad por las noches (Padre, con el frío que hace por la madrugada, con los peligros que implica este y otros trabajos, cúbrelos mi Señor, hazles grata su jornada y quédate con ellos), también por quienes guardan la seguridad y cumplen con su deber y hasta arriesgan su vida por otros, completamente desconocidos (líbralos Padre del mal que nos acecha, protégelos); en los menos privilegiados, que deben pasar todas las inclemencias del clima en la calle, sin un techo, sin abrigo y hasta sin comida (mi Dios, que tus obreros y todo aquel que tenga oportunidad y deseo en su corazón de ayudarles lo haga, que no me cause pesar despojarme de una moneda, del antojo que llevaba a casa y que ya no llegará, del abrigo en buen estado que llevo encima y pueda ver a los ojos a mi semejante que requiere toda mi atención, permíteme ofrecerle media hora, una hora de mi vida para escucharle… Mueve mi corazón entumecido por tantas decepciones a misericordia Padre, y déjame ser el instrumento que uses para llegar a esa persona, te ruego)… Dios alargará esta lista tanto como tu estés dispuesto a ser usado (y pensándolo bien, ¡es un verdadero privilegio orar por otros!).

Personalmente, no creo en coincidencias, así que si estás aún leyendo esto Dios tiene un plan para tu vida, claro que si; tal vez inicie con una noche de insomne oración para sacudirte un poco del pensar sólo en ti mismo, en tus cosas y volverte de a poco, sensible de nuevo a tu semejante, a tu vecino, a tu amigo, a tu cónyuge, a tus hijos, a ti mismo… Para reencontrarte, para reconciliarte. ¡Qué maravilla! Tu encuentro con los otros te lleva contigo mismo y con tu Creador. Vas a pasar un tiempo hermoso en Su presencia, ya lo verás.

Dios bendiga tu día y que tus noches (¡no importa lo breves que sean!) sean plenas de sueño reparador. Tu oido atento al susurro del Espíritu Santo, porque Dios tiene un mensaje importante a tu vida, no lo pierdas.

Dios contigo.

Elsy Amada

 

El escudo de la fe

Pastora Mercedes Paulí

Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.
Efesios 6:16

¡Ninguna flecha envenenada de duda debe perforar ese escudo!
«Creo en DIOS» significa: «rechazo creer en el diablo o en mi propio incrédulo corazón».

Y porque la mente es el punto más vulnerable al ataque, un yelmo bien ajustado ha sido provisto, el cual, si se lo lleva día y noche, dará amplia protección a los pensamientos.

¡SALVACIÓN!

Esa palabra en todas sus varias fases de significado cubre cualquier posible emergencia, y es el argumento irrefutable contra todas las mentiras del diablo.

¡SALVADO!  ¡LIBERTADO!  ¡REDIMIDO!  ¡DESATADO!

Y todo, a través de la Preciosa Sangre de Cristo…

Cuando esta bendita verdad es creída, es cuando el Espíritu Santo, puede usar la Espada de la Palabra de Dios y la predicación de la Cruz para partir el alma y el espíritu, y para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón. Él dará discernimiento para reconocer cuándo las sugestiones en la mente proceden del enemigo, fortalecerá al cristiano para decir ¡NO!

Al ser consciente el hijo de Dios, de las vilezas del diablo, ve la necesidad de oración y vigilancia constantes, no tan sólo para él mismo, sino para su familia, para toda la Iglesia, para todos los santos…

Él reconoce más plenamente su responsabilidad en relación con todo el Cuerpo de Cristo.

Y así todos juntos tomados de Su mano, edificarnos los unos a los otros para prepararnos para la gran cosecha que nos espera.

A Él sea toda la gloria.

Adaptado por Laura Cordero

Publicado en Cristianos Poéticos

¿Es correcto buscar la unción?

Augusto Nicodemus Lopes

 Muchos cristianos hablan aún de una búsqueda de la «unción», y hasta hacen reuniones especiales. Pero veamos lo que «unción» significa en el lenguaje del Nuevo Testamento.

Para ello reproduzco mi opinión del pasaje de 1 Juan 2:20 (tomado de mi libro Comentario a 1 Juan, ECC), en lo que toca al capítulo 2 versículo 20: “Vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas».

“Ha habido mucho debate acerca de la naturaleza de esta unción que el cristiano recibe y le da el conocimiento.

“Entendemos, sin embargo, que el apóstol Juan se refiere al Espíritu Santo como la unción que el cristiano recibe de Cristo, por varias razones.

“Unción en el Antiguo Testamento se entiende como el resultado de derramar aceite en ciertas cosas para separarlas para Dios (ver Éxodo 40:9,15); la unción a la que Juan se refiere es el mismo Espíritu Santo, porque:

1) Jesucristo fue ungido por Espíritu Santo en su bautismo en el Jordán (Hechos 10:38).

2) Cristo es el Mesías (Daniel 9:26), el «Santo» (Hechos 4:27,30) que ungió a los creyentes con este mismo Espíritu, cuando éstos se convierten al Evangelio de la verdad (Efesios 1:13), separándolos y consagrándose a Dios.

3) Esta unción o sello, que es la presencia del Espíritu en los creyentes, es la defensa contra el error religioso propagado por los anticristos, porque el Espíritu ilumina, guía y sella al cristiano de verdad (Juan 15:26; 16:13), dándoles el verdadero conocimiento de Dios”.

Por eso no entiendo por qué hay creyentes que poniendo el énfasis en los sentidos están buscando «la unción» como algo distinto del Espíritu Santo mismo. Me da la impresión de que muchos hablan de la «unción» como un poder místico que viene de Dios para que puedan ser victoriosos, felices y poderosos…

Lo que la Biblia nos enseña es la búsqueda de la plenitud del Espíritu, que es su dominio y control sobre nuestras vidas, el poder de su presencia para vivir y servir a Dios.

¿Se puede interpretar correctamente la Biblia?

No existe ninguna entidad, sociedad, organización religiosa o algo parecido que tenga la premisa de interpretar la Biblia. Este privilegio no es privativo de un hombre o grupo de hombres o se da en automático por el hecho de pertenecer a alguna confesión o denominación cristiana.

Como está escrito en la misma Biblia, las Sagradas Escrituras se interpretan a sí mismas a la luz del Espíritu Santo; y el Espíritu Santo sólo lo tienen los santos.

“Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. en cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie” (1 corintios 2: 10-16)

El hombre de Dios, el que tiene el Espíritu Santo, y por tanto es salvo por haber nacido de Dios, entiende las cosas de Dios; entiende y va entendiendo la Palabra de Dios, porque el Espíritu Santo se las da a entender.

Esto va de la mano con:

2 Pedro 1: 20: «Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es por propia solución” (lit gr.), es decir, según le parezca a cada uno, sin contar con la iluminación del Espíritu Santo.

Reitero: la capacidad de interpretar correctamente la Biblia no es privativo de ningún grupo religioso. La Biblia se interpreta a sí misma con la ayuda del Espíritu Santo, que sólo vive en los santos.

Paráfrasis al texto del pastor Miguel Rosell Carrillo, publicado en FB

Una vida cambiada

P. Jaime Batista

Cuando mi vecina y amiga me habló por primera vez del Señor me preguntó:

– ¿Te gustaría recibir al Espíritu Santo en tu vida?
– ¿El Espíritu Santo? Quién es y qué hace?

Ella de una forma bastante breve, empezó a narrarme lo que aconteció a los discípulos el día de Pentecostés, de manera que logró captar mi atención; aquello me había impresionado y cuando terminó su relato le pude responder a su pregunta, mi respuesta fué rotunda: Sí. Me preparé para recibirle, como si fuera algo muy especial (que en efecto lo fué) confesé mis pecados y por primera vez en mi vida sentí un verdadero arrepentimiento; a medida que pasaron los días, empecé a notar cambios en mí como por el poder de alguien que me había poseído. No sabía que era lo que realmente me había sucedido, pero había muchas cosas en mí que se habían suprimido como por arte de magia. La paz y la quietud reinaban en todo mi ser y aquel constante vaivén de nervios que alteraban mi forma de proceder, habían desaparecido. Poco a poco me di cuenta de quién es el Espíritu Santo y qué hace; comprendí que en ese momento Él deseaba llenar mi vida, deseaba cambiarme.

Mi intención al compartir esto, es poder identificar que Él es el que nos posee a nosotros en lugar de un poder, una influencia o una actitud que poseemos.

El Espíritu Santo mora en el corazón de toda persona que ha nacido de Él. Romanos 8:16 nos dice: «El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios». Hay un i nstinto espiritual en el creyente recién nacido que le da la certidumbre de que es hijo de Dios. El Espíritu mismo da juntamente testimonio al espíritu del creyente, de que es un miembro de la familia de Dios. Es aquí cuando se experimenta la plenitud. Si le entregaste tu vida a Cristo, Él vive en ti a través de Su Espíritu; cuando Él entra en nuestro corazón, lo recibimos con toda plenitud, pero ten en cuenta que a veces el Espíritu se nos contrista y que esa llenura, esa plenitud deja de ser constante. El hecho de que el Espíritu de Dios more en ti es muy diferente de experiementar su plenitud.

Antes de Pentecostés, Pedro era un individuo miedoso y temperamental que le había cortado una oreja a un soldado con una espada. Despues de Pentecostés no se ve evidencia de inestabilidad o superficialidad en Pedro. Se volvió una persona totalmente diferente, hubo un cambio substancial en su vida. Comenzó a predicar con valentía, permitió que Dios obrara milagros por medio de él, proclamó a Cristo mientras arriesgaba su vida y se expresó con certeza y fe.

Una copa que contiene poca agua es muy diferente de otra que está llena y rebosa. Por eso Jesús se refirió a la experiencia de que el Espíritu «se desborda» en el interior tuyo. (Juan 7:38-39) El Espíritu Santo quiere fluir desde el interior tuyo como el agua viva que mencionó Jesús.

Dios quiere que tu personalidad esté llena y rebosante del Espíritu Santo. Al tu rendirte a Sus pies, Él se hace cargo de cada aspecto de tu personalidad. Tu ser interior se completa integralmente mientras tu experimentas una comunión constante con Él. «Embriágate de Él» sólo así podrá cambiar tu vida.

No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución;
antes bien sed llenos del Espíritu.
(Efesios 5:18)

Publicado en Cristianos Poéticos

Creciendo en la fe: la caña cascada

P. Susie Pérez

La caña cascada no quebrará, y el pábilo que humea no
apagará hasta que saque a Victoria el juicio
(Mateo 12: 20)

Dios es autor de la fe; Él es un diseñador. Me gusta como lo hace, pues nos da más de una oportunidad.

¡Cuántas veces desearía ser otra persona! Una persona con otra mirada, otra figura, otra estatura y otro color de piel. Tal vez, nadie esté satisfecho con su aspecto en este mundo. Cuando yo me convertí algo lindo descubrí,algo lindo pero raro, Dios dijo: ¡Tendrás que volver a nacer! Fue como si Dios, al fijar sus ojos sobre mí, estuviera descontento. Yo tampoco estaba conforme. Él me indicó que debía nacer otra vez. Entonces, empecé a asistir a la iglesia –todas esas cosas que hacemos para llamar su atención. Poco a poco, descubrí algo …ya era diferente; estaba transformada.

Ya no pensaba lo mismo y aún es más, me gustaba ir a la iglesia. Dios me dio otra oportunidad.

Luego de transcurrido un tiempo, uno se da cuenta que necesita algún detalle más y es en aquel momento que Dios comienza a llevarnos hasta un lugar, donde está su Presencia obrando, y nos dice “Voy a darte un idioma nuevo” De un momento a otro, uno siente que una lengua diferente está floreciendo: la del Espíritu.

Creo que Dios va a continuar este proceso por la eternidad; Él siempre nos da otra oportunidad porque su Evangelio nos renueva incesantemente. No importa lo que pasa en la vida. Él siempre nos ofrece otra oportunidad.

Su luz y el soplo restaurador.

En Mateo 12:20 se lee la siguiente palabra: La caña Cascada no quebrará y el pábilo que humea, no apagará.

Hace muchos años viajé a La Paz Bolivia. Crucé el altiplano y el lago Titicaca ( en la cordillera occidental ) Descubrí algo insólito en este lago; una tribu quechua- los Aymarás; que habita sobre el agua del Lago Titicaca. Hay tanta caña que crece en este lago, que la gente edifica casas de cañas. La gente camina por veredas de cañas sobre el agua y también tiene botes de cañas- la gente usa las cañas para todo. Hallé allí también las bien conocidas “flautas de pan”. Se trata de nueve o diez cañas agrupadas que al soplar, emiten música; una música muy hermosa. La Escritura que cite, habla acerca de esto.

Parece que el dueño de una de estas flautas de pan se disgustó y la tiró porque son muy baratas. La pobre caña quedó allí, tirada para ser pisoteada por los transeúntes y vehículos. Tal vez se hayan sentido alguna vez como cañas tiradas, sin valor alguno, abandonados por su familiares y amigos, lejos de sus hogares, de sus trabajos, de sus carreras, de sus países.

Recuerdo que una vez me sentí como una caña cascada lastimada por todos lados; me sentí destruída y malquerida. Sin música; sin esperanza de volver a cantar; sin sueños; estaba totalmente destrozada. Sin embargo, un día, Jesús, el carpintero de Nazaret pasó por allí, vio mi caña tirada, la levantó, sacó su cuchillo y empezó a limpiarla cuidadosamente, a rasparla, hasta que toda la suciedad fue quitada. Luego la enderezó y empezó a cortar pequeños pedazos para entonarla. Jesús siguió andando con la caña en su mano y de repente la acercó a su boca para soplarla. (Yo recuerdo este día pues no sentí soplido sino que sentí la fuerza de un beso) A partir de ese momento, de la caña brotó la música – nuevamente, vibraba con la vida que le diera aquel soplo; y, descubrió su propio cántico y pudo volver a sonar. No importa cuán destruída esté una vida, en el Evangelio de Cristo, siempre tendrá otra oportunidad.

¿Y qué del pábilo? Una mujer muy disgustada porque la llama no encendía, se deshizo del pábilo. Una vez más el carpintero de Nazaret se acercó, lo levantó y con su cuchillo limpió todo el carbón que se formó con el uso; luego lo enderezó, lo acercó al fuego y el pábilo comenzó a dar luz. Surgió la luz y no humo.

Así es el Evangelio de Cristo, se puede volver a empezar día a día, con esperanza y fe renovadas. Cuando el carpintero de Nazaret está listo y sopla, la música responde; el pábilo se enciende.

Los ojos del carpintero siempre nos ven. El Nazareno empieza el trabajo de restauración hasta que la música vibra adentro, hasta que la esperanza se torna en cántico. La caña también tiene voz propia, y canta sola, hasta reunirse con sus hermanitos en las flautas de pan, y así formar parte de la orquesta de Dios, una vez más.

El soplo del carpintero de Nazaret es todo música; nos renueva y enciende en nosotros la luz de Dios.

Amado amigo, amado hermano, si estás desanimado acuérdate que hay una segunda oportunidad en Jesús; Él puede tomarte y hacerte salir música de ese corazón que quizás está destrozado por las circunstancias que nos toca vivir, levántate y vuelvete a Él ¿y sabes una cosa?, todo cambiará y será mejor que antes.

Les deseo muchas bendiciones a todos los que leen estos mensajes y les pido la oración para que podamos seguir bendiciendo al mundo entero con la Palabra de Dios.

 info@radiotvalfayomega.com
http://www.radiotvalfayomega.com

Publicado en Cristianos Poéticos

Alcoholismo

Puerta de entrada a las drogas

Abner Chávez

Lo único que puede sanar de raíz a un alcohólico es un encuentro con Dios, afirma el doctor Ricardo Delgado, director de la casa de rehabilitación Si el Hijo os Libertare, de Nezahualcóyotl. “El camino es el amor. Esa es la base. Eso rompe parámetros mentales, físicos y espirituales. Han llegado jóvenes que tienen mucho dinero, pero que no han recibido amor. Cuando empiezan a ver que hay personas que los aman, aun sin conocerlos, empiezan a cambiar. El amor transforma ese corazón duro y, como dice la Biblia, cubre multitud de pecados”.

Explica que en Nezahualcóyotl siete de cada diez hogares tienen problemas de ese tipo y afecta a jóvenes y adultos. Jesucristo sí puede sanar a una persona así de esa enfermedad, pero antes que nada, y eso debe entenderlo la Iglesia, vino a sanar el corazón. En todo, la base es totalmente la Palabra de Dios.

El problema inicia en el hogar

Hay un milagro cada vez que un alcohólico es transformado por el poder de Dios, dice la hermana Dorcas Castillo Zavala, quien indica que se ha demostrado que el alcohol es la puerta por la cual entran los jóvenes hacia las drogas y luego viene la degeneración sexual, el homosexualismo y se van enredando en muchas otras cosas que los llevan a la perdición.

El problema inicia en el hogar, muy temprano, a los 9 o 10 años, cuando prueban por primera vez el alcohol, en una fiesta familiar, de los residuos de las cervezas.
La raíz del problema es la desintegración familiar. Luego, el alcohol se vuelve un requisito de aceptación entre los jóvenes, pues lo toman para integrarse a la pandilla.

Lejos de Alcohólicos Anónimos

Respecto de las diferencias de los programas de recuperación con principios bíblicos de la de Alcohólicos Anónimos (AA), la hermana Dorcas afirma que radica en el orden en que se ponen las cosas. Mientras que AA hace hincapié en “conócete primero y después conoce a Dios, nosotros hacemos énfasis en la necesidad de Dios por sobre todas las cosas”.

Al respecto, el doctor Delgado describe que el programa de Alcohólicos Anónimos se inspiró en la Palabra de Dios, pero “el problema de AA es que hay mano de hombre. Doble A sería un éxito si ellos se dejaran guiar por el Espíritu Santo”, expone.

La psicóloga Miriam Rodríguez va más allá, al acusar que, si bien al principio el programa de AA fue inspirado por el Espíritu Santo, posteriormente ya empiezan a hablar sólo de un ser superior, “y un ser superior también es Satanás, que está detrás de muchos de estos programas y de los tratamientos psicológicos. ¿Por qué?, porque ninguno de ellos te lleva a la vida. Lo único que te lleva a la vida es Jesucristo y su Palabra eterna”.

“Hago un llamado a la Iglesia a que se sensibilice, a que dejemos de ser cristianos de cuatro paredes, y salgamos a la calle a buscar a los perdidos”, concluye el doctor Delgado.

Publicado en La Voz del Amado, Año I, Número 10, Abril de 2008 y en la
Edición del Primer Aniversario
(Año 2, Número 11, Mayo de 2008)

Se volvieron intrépidos

David Wilkerson

Cuando el Espíritu Santo cayó sobre Sus discípulos, ellos llegaron a ser intrépidos. Cuando fueron al templo a testificar, el Espíritu Santo hizo que sus palabras cortaran, convencieran, como espadas perforando el corazón. Ellos predicaron el evangelio con poder y autoridad porque tenían el fuego del Espíritu Santo dentro de ellos.

Bajo esta predicación ungida, en apenas poco tiempo unas cinco mil personas fueron salvadas. Aún sacerdotes se convirtieron. Y derramamientos adicionales ocurrieron en los pueblos cercanos, en ciudades distantes e incluso entre los gentiles.

La mejor parte de esta escena increíble es que la iglesia tuvo la totalidad de su dirección del Espíritu Santo. Nada aconteció hasta que los discípulos se hubieron encerrado con el Señor y ayunaron y oraron. Cuando hicieron esto, el Espíritu vino y comenzó a dirigir cada uno de sus pasos.

Pero algo más ocurrió que es muy importante. Los discípulos habían de llevar el evangelio a cada nación, cada pueblo, pero la tradición judía les prohibía tocar aún la ropa de un gentil. ¿Cómo se suponía que llevaría las buenas nuevas a la gente con la que no se les permitía ni siquiera asociarse? Parecía una orden imposible porque incluso los judíos conversos se atenían a estos prejuicios.

La proclamación universal del evangelio comenzó sólo cuando el Espíritu Santo asumió el control. El Espíritu Santo visitó a Pedro durante su tiempo diario de oración en un tejado: «Volvió la voz a [Pedro] la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común (impuro)» (Hechos 10:15).

Él le dijo a Pedro: «No te atrevas a llamar impuro lo que he santificado y he hecho limpio. Ahora, baja, porque hay unos gentiles que tocan a tu puerta. ¡Quiero que vayas con ellos y les prediques acerca de Jesús!»

El Espíritu Santo había resuelto el problema del perjuicio de la noche a la mañana. Él abrió el mundo gentil al evangelio simplemente hablándole a sus seguidores. ¡Todo fue dirigido claramente desde el cielo!

Los poderosos creyentes del primer siglo recibieron todas sus órdenes de marcha del Espíritu Santo mismo: «Ellos, entonces, enviados por el Espíritu Santo, descendieron…» (Hechos 13:4). Ellos nunca hicieron un sólo movimiento hasta no estar primeramente a solas con Dios en ayuno y oración. ¡Y el Espíritu Santo les respondió dándoles una dirección clara!

Donde Dios me quiera… Ése es Dios

Marbella Caribe

Escuché una historia de un hombre de negocios que nunca sabré quién es, pero sé que Dios quería que yo oyera su historia. Él era gerente en una compañía que había sido diezmada por el ataque a las Torres Gemelas. Había citado a los miembros restantes de esa compañía, para compartir su espacio en la oficina. Con su voz llena de temor, contó las historias de por qué estas personas estaban vivas y sus colegas muertos. Todas las historias eran simples y pequeñas…

Uno de los miembros de la compañía entró tarde ese día porque su hijo empezó el jardín de infantes.

Otro compañero estaba vivo porque le tocó a él ir por las donas de ese día.

La historia que me golpeó más, fue la del hombre que se puso un nuevo par de zapatos esa mañana… Ése día se averió su auto, entonces decidió caminar hacia su trabajo; pero antes de llegar, una ampolla afectó su pie. Se detuvo en una farmacia para comprar una venda. Por eso él esta vivo.

Por eso ahora cuando estoy atorado en el tráfico, espero un ascensor, tardo en contestar un teléfono que insiste –o pasan esas pequeñas cosas que me incomodan– , pienso: es exactamente donde Dios quiere que esté en ese mismo momento. Dios me bendice con esas pequeñas molestias.

Es esa vocesita diminuta dentro de ti.

Tenlo presente, y cuando sientas de repente que nada bueno te está pasando…

…ÉSE ES DIOS, que te habla a través del Espíritu Santo.

Cuando pienses en alguien que no has visto en mucho tiempo, y de repente lo ves, o recibes una llamada telefónica, o carta de ellos…

…ÉSE ES DIOS, no hay tal cosa como la «coincidencia».

Cuando has recibido algo maravilloso en tu vida, que ni siquiera sabes cómo llegó, como un dinero en el correo, una deuda que se aclara misteriosamente, o simplemente recibiendo algo querido, pero que no podrías permitirte el lujo de tenerlo…

…ÉSE ES DIOS, Él conoce los deseos de tu corazón…

Cuando pasas por una situación fea en la vida y no tengas ninguna pista de cómo vas a mejorarla…

…ÉSE ES DIOS, que siempre nos permite ver un día más luminoso.

¿Crees que estas leyendo esto por casualidad? ¡Yo estaba pensando en tí! Espero te sirva y lo compartas con los tuyos.

Sonríe siempre …es una de las mejores formas de mostrarlo a Él…

…Pues hace que las personas se pregunten «¿Qué te pasa?»

Si deseas disfrutar de este mensaje en su versión original en pps, da click aquí: Donde_Dios_me_quiera

Andando en el Espíritu

Pastor Jaime Batista Cortés

“ Nosotros no somos justificados por la manera de nuestro andar, sino por nuestro estar en Cristo Jesús,” observó Spurgeon.

La pregunta más importante que nos hacemos nosotros mismos es, “¿Estoy yo en Cristo?” si la respuesta es si, entonces “Ahora pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Romanos 8:1).

La persona que esta en “Cristo Jesús” no anda conforme la carne, sino conforme y en paz con el Espíritu Santo.  Él anda según la dirección del Espíritu. “El estar lleno con el Espíritu” es estar bajo el control del Espíritu.  Cada creyente tiene el Espíritu Santo.  Nuestra responsabilidad es rendirnos a él.  Él tiene el Espíritu de vida en Cristo Jesús.  El resultado de nuestra justificación por medio de la fe en Cristo es una nueva creación, no  bajo el control de la carne, sino en el espíritu, una persona espiritual.

No, Dios no rechaza la carne.  Todavía está allí determinando y peleando contra el espíritu, y estará allí hasta que el Cristiano sea tomado para ser llevado al cielo a estar con Dios.

El apóstol Pablo nos dice que la persona que está “en Cristo Jesús” se consigna sí misma a la dirección y control del Espíritu Santo.  Él nos da dirección, nos exhorta, nos corrige, y nos guía en las huellas de justicia para que nosotros seamos semejantes a Cristo.

Otra pregunta importante para el creyente es, ¿ando yo conforme a la carne?  O, ¿ando conforme al Espíritu?  Nuestra respuesta comprueba lo que producimos en nuestras vidas diarias.

El apóstol Pablo dijo, “No andéis conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (Romanos 8:4).

¿Cómo conoces la diferencia? “Porque los que viven conforme a la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que viven conforme al Espíritu, en las cosas del Espíritu” (Romanos 8:5).

¿Está mi vida de conducta bajo el control del Espíritu? Y si es así, yo voy a producir el fruto del Espíritu en mi vida (Gálatas 5:22-23).  Esto será lo contrario de las obras de la carne(vv. 19-21).

¿Cómo es tu andar? Tu andar es determinado por tus pensamientos. “Así como piensa el hombre en su corazón, así el también.” Pon tu intención o entendimiento en las cosas de la carne, déjalo ser dominado por los pensamientos carnales, y producirás las obras de la carne.  Deja que tu intención o entendimiento este bajo el control del Espíritu Santo y producirás el fruto del Espíritu.

Kenneth Wuest traduce Romanos 8:5, “Para aquellos que constantemente son dominados por la naturaleza mala ponen su entendimiento o intención en las cosas de la naturaleza maldita, pero aquellos que constantemente son dominados por el Espíritu ponen su entendimiento o intención en las cosas del Espíritu.

¿Es el Espíritu o la carne que domina tu entendimiento o intención constantemente? Según lo que produzcas tú lo sabrás.  Pon tu intención o entendimiento en la carne y producirás carne.  Déjalo que este bajo el poder y control del Espíritu Santo y serás semejante a Jesucristo en tu conducta.

La única manera para andar conforme a la carne es cambiar las habilidades del entendimiento “Transformaos por la renovación de vuestro entendimiento” (Romanos 12:2).  Edgar Goodspeed tradujo Romanos 8:5b, “El pueblo que esta controlado por el pensamiento espiritual de lo que es espiritual.”  Cuando nosotros ponemos nuestro entendimiento en el Espíritu nosotros producimos cosas espirituales que son agradables a Dios.  Kenneth Taylor interpretó este versículo, “Aquellos que andan conforme al Espíritu se encuentran haciendo cosas que son agradables a Dios.”

La Biblia amplificada dice, “Para aquellos que andan según la carne y controlados por sus deseos no santos, ponen su mente  y siguen aquellas cosas que satisfacen la carne.  Pero aquellos que están según el Espíritu y controlados por los deseos del Espíritu, ponen su entendimiento o intención y buscan aquellas cosas que satisfacen el Espíritu (Santo).”

¿Que lugar escoges para que moren tus pensamientos?  Tú eres lo que tu piensas.  ¿No puedes escoger ahora a inclinar tu entendimiento para el control del Espíritu de Dios? Permite que él controle tus pensamientos. Deja que el deseo de tu corazón no dependa en ti mismo, sino en Cristo.  Este es el trabajo del Espíritu Santo dentro de ti.  Nosotros tenemos todo lo que es necesario para vivir una vida Cristiana en él, y lo que él escoge para proveer.  Nuestro recurso interior es Dios mismo—el Espíritu Santo. Deja que él controle tu entendimiento, tu corazón, y tus acciones serán agradables a Dios.

Dios os bendiga.

Publicado en Cristianos Poéticos

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El primer amor

Asael Velázquez

Un día cualquiera, la apariencia de una persona llama poderosamente nuestra atención. Pueden ser sus ojos, su cabello o su forma de moverse, o todo a la vez. Nos encanta. Si esa persona vive cerca de nosotros o si va a la misma escuela o si trabaja en nuestro medio o asiste al mismo templo estaremos esperando con cierta ansiedad el momento de volver a verla. Cuando por fin la encontramos, se despierta en nosotros un torrente de sensaciones, eso que muchos describen como “mariposas en el estómago”. Si por un portento de la vida nuestras miradas llegan a encontrarse o el objeto de nuestra atención se dirige a nosotros el torrente se vuelve incontenible: nuestro pulso se acelera, se nos reseca la boca, nos tiemblan las rodillas y, en un instante, nos volvemos torpes de movimientos. A pesar de estos síntomas, que podríamos calificar de enfermizos, la vida nos pinta de otra manera. Nos sentimos eufóricos, con fuerzas renovadas, “que se nos venga el mundo encima”, decimos. En eso consiste, más o menos, el impacto que produce en nuestro ser el encuentro con la persona amada.

Para muchos, este hallazgo se torna en el inicio de una relación duradera que culmina en el matrimonio. Pero la intensidad con que nos acomete el primer amor pierde poco a poco su fuerza irresistible. Es como esas tormentas que oscurecen el día y que luego se vuelven lloviznitas. De acuerdo con un estudio realizado por la Universidad de Cornell, en Nueva York, las personas están biológicamente preparadas para sentirse perdidamente enamoradas entre 18 y 30 meses. Es decir, el tiempo suficiente para que la gente se conozca, conviva y tenga hijos. Luego, la pareja debe estar preparada para atravesar un estadio distinto, el de las obligaciones, los cuidados de la prole y la búsqueda mutua de nuevas sensaciones; algo así como hallar juntos el nuevo rostro de una pasión más sosegada y, por lo mismo, más duradera. La fase del enamoramiento, del primer amor, pues, concluye relativamente pronto.

En términos bíblicos, ese abandono del primer amor está descrito en el capitulo 2 del Apocalipsis: “Yo conozco tus obras”, dice el Espíritu, cuyo mensaje posee un marcado carácter individual, es decir, se relaciona directamente conmigo. “…Tengo contra ti –sentencia–, que has dejado tu primer amor” (v. 4). ¿Qué advierte el Espíritu Santo respecto de este incumplimiento? Podríamos parafrasearlo así: “Recuerda, por tanto, dónde está el origen de tu enfriamiento y da marcha atrás y comienza a hacer algo para recuperar a tu amado(a); de otra manera, Yo voy a actuar pronto y voy a dejar de tenerte en mi noticia… si no te hubieres arrepentido” (v. 5). La Biblia considera el primer amor como un estilo de vida permanente y no como un estado emocional pasajero. De modo que los cristianos no podemos justificar cualquier clase de desamor basándonos ni siquiera en las evidencias médico-biológicas. Porque, ¿acaso podemos profesar a Jesucristo un amor mediocre? ¿O estamos en posición de decir: “Te amo, Señor, pero ya no eres lo más importante de mi vida; te amo, pero ya no pienso en ti a todas horas ni en primer lugar”?

¿Podemos considerar a nuestra pareja en todo momento bajo la óptica del primer amor? Tratemos de contestar ahora lo siguiente: ¿cómo es posible que un amor que suponíamos inagotable termina en el bote de basura? Dicen que en el amor no puede haber medianías: o se ama con locura o se aborrece con todo el corazón. Desde luego que un cristiano no puede darse el lujo de pensar así. ¿A poco ya se nos olvidó esa personita que ocupaba nuestras horas de sueño; que corríamos a ver todos los días; que mimábamos y defendíamos a capa y espada? “Es que me fue infiel”, podemos anteponer. “Con tantos maltratos fue acabando con mi amor y mi respeto”. Algunos matrimonios siguen juntos toda la vida, pero sólo por guardar las apariencias. Otros, más modernizados, optan por el divorcio. En todo caso, el divorcio, dijo el Señor, se debe a “la dureza de vuestro corazón” (Mat 19:8), “pero al principio no fue así”, concluye el Maestro. No era el plan de Dios que lo que Él unió lo separe el hombre.

En el endurecimiento del corazón reside el origen de toda anomalía conyugal. Los fariseos le preguntaron a Jesús: “¿Por qué, pues, mandó Moisés dar carta de divorcio y repudiarla (a la mujer)?” La gente de ahora, incluso los cristianos, bien que pueden decir, ¿para qué entonces existe el divorcio, sino para aprovecharlo?

Volvámonos a Jesús, ejemplo inefable de fidelidad, quien amó tanto a la Iglesia que ofreció Su sangre para que ella viviera; embelleciéndola por la Palabra y prometiéndole casorio, no sólo por 30 meses; el compromiso lleva ya, por lo menos, ¡20 siglos!

“Con amor eterno te he amado. Por tanto, te soporté con misericordia”. (Jer. 31:2)

Publicado en La Voz del Amado, Año I, Número 9, marzo de 2008.

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¿Estás en un hoyo?

Anónimo

Un hombre cayó en un pozo.
Vino un optimista y dijo: «No estás tan mal. Podrás salir».
Pasó un pesimista y dijo: «¡Qué horror! ¡Nunca saldrás de allí!»
Pasó un legalista y dijo: «Probablemente mereces estar en ese hoyo».
Pasó un oportunista y dijo: «¿Cuánto estás dispuesto a pagar por salir?»
Pasó un siquiatra y dijo: «Vamos a platicar acerca de tu hoyo».
Pasó un analista y dijo: «A lo mejor es culpa de tus padres, que estés ahí».
Pasó un moralista y dijo: «Ahora que te has manchado en ese pozo ¿Quién te va a querer?»
Entonces vino Dios.
El hombre dijo después:
«Me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre la peña, y enderezó mis pasos.
Puso luego en mi boca, cántico nuevo»

Así es Dios

«El Espíritu del Señor está sobre mí,
por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;
a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos;
a poner en libertad a los oprimidos;
a predicar el año agradable del Señor Jesucristo».
(Lucas 4:18-19)

¡Gloria al Padre, para eso envió a Jesucristo el Salvador!

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Invierno

Magnolia

Recuerdo que un invierno mi padre necesitaba leña, así que busco un arbol muerto y lo cortó.

Pero luego, en la primavera, vio desolado que al tronco marchito de ese arbol le brotaron renuevos.

Mi padre dijo:

«Estaba yo seguro de que ese arbol estaba muerto. Había perdido todas las hojas en el invierno. Hacía tanto frío, que las ramas se quebraban y caían como si no le quedara al viejo tronco ni una pizca de vida. Pero ahora advierto que aún alentaba la vida en aquel tronco».

Y volviéndose hacia mí, me aconsejó:

«Nunca olvides esta importante lección.
Jamás cortes un arbol en invierno.
Jamás tomes una decisión negativa en tiempo adverso. Nunca tomes las más importantes decisiones cuando estés en tu peor estado de ánimo. Espera.
Sé paciente. La tormenta pasará.
Recuerda que la primavera volverá».

Robert Schuller

Qué hermoso mensaje y qué consejos tan sabios, porque si procedemos de esta forma no vamos a lastimar a nadie con nuestras palabras o decisiones mal tomadas en esos momentos en que no estamos bien, porque cuando nos airamos o estamos desesperados obramos por afan o necesidad y muchas veces el resultado es fatal, por tanto esperemos para que con sabiduría y después de haber orado, tengamos la dirección perfecta del Santo Espíritu y así entonces obrar de la manera correcta.

Los amo y bendigo en Jesucristo.

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Dios, me restaura

Marbella Caribe

¿Cómo restaura Dios?

Cuando Dios restaura a alguien, sea una familia, un matrimonio, una persona, lo que Él restaura siempre se mejora, crece, se multiplica y, sobre todo, supera el estado de “arreglado”.

Cuando Dios restaura mejora el estado anterior.

En el Nuevo Testamento restaurar se utiliza para dar la idea de algo dañado o roto que puede volver a usarse para lo cual fue diseñado; pensémoslo en relación con el pasaje de Mateo 4:21 que habla de las redes rotas.Una red rota no es útil para pescar, y restaurarlas significa que vuelven a ser de utilidad para la pesca. Para nosotros, ser restaurados implica que volvemos a ser de utilidad en el cuerpo de Cristo.Solemos decir: “úsame, Señor, úsame para tu Reino, úsame para tu Iglesia.” Y el Señor dice,: “pero así, roto, sin restaurar, no sos útil, debes restaurarte, arregla esa red, y después volverás a ser útil en mi servicio.

Cuando llegamos al Señor siempre lo hacemos llenos de barro, si nos arrepentimos, somos perdonados y comenzamos una vida nueva. Luego viene el perfeccionamiento, que no es hecho por nosotros… ni es a fuerza de obra humana sino por gracia; la gracia de Dios.

Dice en Filipenses 1:6, que: “El que comenzó en ustedes la buena obra la perfeccionara hasta el día de Jesucristo”. Jesús va a perfeccionar esto que inició en nosotros el día que llegamos a Él.

La palabra dice que la perfeccionará, o sea que va a llevar un tiempo. No dice inició la buena obra y ya está todo perfecto. No es así; la palabra nos enseña que vamos siendo perfeccionados en un tiempo que, sin duda, es Su tiempo.

Cuando nos convertimos a Jesucristo, vamos renunciando a ciertas cosas que no sabíamos que al Señor no le agradaban; renunciamos a confiar en las prácticas de curar el empacho, tirar el cuerito, y a todas esas cosas que el Señor abomina.

Pero, qué sucede con las conductas o sentimientos que no podemos controlar, que quisiéramos deponer, pero que no podemos cambiar como: la ira, la agresión, los malos pensamientos, el estancamiento espiritual, el autoritarismo, la amargura, las respuestas agresivas u ofensivas, y otros tantos desatinos.

Quisiéramos renunciar a esta clase de actitudes y cambiar, pero no pasa nada; entonces nos preguntamos ¿qué está pasando conmigo? ¿de dónde provienen estas reacciones? ¿habrá alguna causa que me provoque actuar así?

Yo quiero agradar a Dios, quiero, realmente, poder tener una vida nueva con mi familia,… pero sigo enojándome, sigo sintiendo ira, digo palabras que luego lamento haber dicho, y entonces pregunto: ¿qué pasa, Señor, conmigo?

El Señor nos da una clave en el Salmo 19.12: ¿Quién esta conciente de sus propios errores? Perdóname aquellos de los que no estoy consciente.

Podemos hacerle este tipo de preguntas al Señor, podemos pedirle estas cosas al Espíritu Santo de esta manera: “Señor, no puedo entender por qué cometo estos errores. Yo no lo sé, el Espíritu de Dios lo sabe. Líbrame de lo que yo no conozco. Ilumina, Espíritu Santo, porque yo no sé lo que pasa, pero quiero ser librado de lo que a Ti no te agrada”.

El Espíritu Santo va a alumbra el lugar oscuro donde están escondidas y guardadas las cosas feas, las que quedaron ocultas, las que están tapadas.

En una oportunidad hablé del sótano de la casa de mi infancia,… al cual yo nunca quería bajar porque era oscuro,.. húmedo,. lleno de telarañas, y siempre pensaba que ahí me iba a encontrar algún fantasma,…. algún monstruo.

Así es nuestro “sótano” interior, al que hay que bajar con la luz del Espíritu Santo, para ver qué hay en la parte más oscura, en la más oculta; ver qué es lo que nos hace actuar como nosotros no queremos.

Debemos encontrar esas cosas misteriosas a las cuales tememos, y no obstante están en nuestro corazón. Debemos llegar de la mano del Espíritu Santo, porque es mejor hacer este recorrido con EL que ir solos.

Podemos ver cristianos que no están en pecado, que son obedientes a Dios y le aman sinceramente, pero se sienten mal.

Pasan mucho tiempo en estado de angustia o tienen temores,.. ansiedad, problemas de relación en su familia: con los hijos o con los esposos; problemas de relación en los trabajos, problemas de relación en la Iglesia y entonces, ¿qué pasa?, ¿son cristianos, son obedientes, pero qué sucede? Sucede que hay sufrimientos y heridas que no los toca la conversión.

Con el primer paso de la conversión no es suficiente; hay heridas profundas, sentimientos que necesitan una curación especial por parte del Espíritu.

Algunos dicen: “Bueno, si usted sigue así, y todavía está triste y no anda bien su vida, será porque no ora lo suficiente, ore más, tiene que hacer más oraciones”. En fin, alabado sea el Señor si podemos orar más, pero con orar más, tampoco alcanza.

Otros dicen: “Lo que pasa es que usted no tiene fe, por eso las cosas no le van bien, tiene una fe muy débil”.

O peor aún, se les crean demonios por todos lados: demonio de tristeza, demonio de angustia, demonio de depresión, y esto provoca mayor desilusión, porque no pueden entender los errores ocultos, se sienten aún más afligidos, terminan creyendo que realmente no están orando bien o que están poseídos.

Hay una enorme cantidad de personas que aman al Señor, que conocen las Escrituras y, no obstante, no pueden evitar aquello que hacen, dicen o piensan, como mentir,… tener ataques de ira o ser muy críticos de los demás.

Pablo en Romano 7:15 expresa claramente esta situación cuando dice: “No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco”.

“Yo no quería tratar a mis hijos de la misma manera que lo hicieron conmigo… Es algo que aborrezco, pero lo hago”.

“Yo no quiero para mi matrimonio la misma relación que tuvieron mis padres, pero no entiendo por qué razón voy en camino a hacer exactamente lo mismo”. Estas son algunas expresiones de este fenómeno que parece incontrolable e inexplicable.

Romanos resume esto que a veces les sucede a las personas, que no entienden por qué siguen viviendo cosas desagradables y siguen sintiendo emociones que no les gustaría sentir; por qué no se pueden llevar bien con los demás; por qué no pueden tratar mejor a las personas; por qué viven en un estado de ansiedad permanente.

Pero hay Buenas Nuevas. El Espíritu Santo es capaz de develar esta situación, si se le permite llegar al interior, a los recuerdos, a las emociones sin oponer resistencia.

Tiene que llegar a su interior, tiene que tocar sus recuerdos, tiene que alcanzar sus emociones.

Si las heridas del alma no reciben tratamiento adecuado, se infectan, se inflaman, provocan más dolor; enferman el espíritu, contaminan al resto, se dispersan y contagian a otros.

Una restauración se produce luego de una -a veces dolorosa- remoción.

Hay que estar dispuesto y dejar que Dios remueva lo que infecta nuestra vida.

Tantas veces una muela –cuya raíz está infectada- tiene como solución la vía “incomoda” de ser extirpada para que no vuelva a molestar ni a contaminar al resto.

Es cierto que, por temor al “tirón” o al hecho mismo de perder la muela, buscamos paliativos que son soluciones momentáneas.

En lo espiritual, esos paliativos suelen ser actos de religiosidad o sobre esfuerzos o “buenas obras” que puedan compensar lo que “hacemos y no entendemos”.

Las heridas del corazón no hay que taparlas, tenemos un Dios que no nos avergüenza.

Delante de Dios podemos poner todo tal cual está, pero lo que no hay que hacer es tratar de tapar, decir: “Bueno, yo siento esto pero no, mejor dejémoslo. No hablemos del asunto. Prefiero no hablar. Esto es horrible. Mejor no acordarse”.

Cuando una persona puede recordar en paz, cualquier cosa que le haya pasado en su vida, aún lo desagradable, es porque ha recibido sanidad, porque ha podido perdonar, porque está en paz.

Pero cuando alguien, para poder hablar de su vida, de su historia, tiene que dejar espacios en blanco que son innombrables, que son “irrecordables”, es porque ahí algo pasó.

Y hay que llegar con el Espíritu Santo para que nuestra vida, nuestra historia sea tal, que podamos asumirla; podamos saber que hemos sido de determinada manera, que hemos conocido al Señor, que hemos tenido una familia en la que nacimos, que nos ha pasado tal o cual cosa.

Si no podemos dar testimonio de que, aunque hayamos sufrido, el Señor nos permite tener paz en nuestra vida, no le estamos siendo útil al cuerpo de Cristo.

Si vamos al médico porque tenemos una infección en el oído o en la garganta, es muy probable que el médico nos dé un antibiótico y diga: “Usted debe cumplir con el tratamiento. No se trata de que tome una pastilla y ya está curado. Puede llevar siete o diez días de antibióticos, no los interrumpa, para que pueda ser sanado”. Esta clase de curación es la del Espíritu Santo.

Nos dice: “Llegaste a mí, con esta herida, empecé a tratarla, deja que siga tratando, no huyas, no la tapes, con el solo hecho de que yo haya empezado a tratar esta parte de tu vida o este recuerdo, no quiere decir que ya estés sanado. Vas a iniciar un proceso en el cual yo te voy a ir sanando.”

Pero por lo general, todos actuamos ansiosamente y queremos ¡ya!, ¡rápido!, ¡ahora!, una solución inmediata, un píldora y, sin más trámite, estar bien. Una oración y me sanaron de las heridas de toda mi vida.

Y el Espíritu Santo dice que él nos perfeccionará. La Sanidad Interior va a actuar gradualmente, la obra de sanidad que Dios hace en la vida de sus hijos es un proceso.

Hay que esperar. A veces no es fácil, pero hay que esperar. Dejar que el Señor haga su obra.

Muchas personas no dejan que Dios sea Dios.

Le voy a compartir algo que pasa muy frecuentemente por si a usted también le ocurre. Es muy común que los padres tengan luchas con los hijos; en la consejería pastoral le sugerimos a los padres que entreguen ese hijo al Espíritu Santo, que lo pongan en las manos del Señor y oren por él cada día:

“Señor, te dejo obrar en esto que yo no puedo. No puedo manejar lo que está haciendo mi hijo. Señor te lo doy. No quiero estar ansioso sobre él todo el día preguntándole qué hizo, con quién estuvo, dónde estuvo, qué pasó, por eso, te lo entrego a ti.”

Es cierto que hay hijos que están comprometidos con cosas peligrosas, pero los padres deben día a día librar la batalla espiritual en oración y dejar que el Señor los cuide.

Sin embargo, esto no parece ser un trámite sencillo. A veces, los papás y las mamás no terminan de confiarle sus hijos al Señor y quieren estar controlándolo todo.

Hace un tiempo atrás hablaba con la madre de una joven que había estado con una depresión muy grave. Por mucho tiempo recibió tratamiento, y por supuesto, fue sanada; el cuadro grave de la depresión había pasado, pero cada vez que esta joven suspira o se entristece por algo, su mamá se pone tan ansiosa y tiene tanto miedo de que vuelva a enfermar, que quiere controlar cada gesto de su hija. Esta actitud de la madre es totalmente contraproducente para la joven, la hace sentir insegura y termina deprimiéndose.

En confianza, pude preguntarle a esta mamá, que era una fiel cristiana, cuándo le iba a entregar su hija al Espíritu Santo y cuándo iba a dejar de controlarla para que la controlara Él.

Y ella me respondió: “Tantas veces se la di”. Si tantas veces tuvo que dar a su hija al control del Espíritu Santo, quiere decir que muy convencida no lo hizo ninguna.

La cuestión aquí es si controla Él o controla usted. Él tiene el control o lo tiene usted.

Lo deja obrar a Él o usted se mete en el medio con su ansiedad, intentando hacer algo que no ha podido lograr en bastante tiempo.

Si le pidió a Dios por su hijo y se lo entregó a Él, déjelo que Él actúe. A veces nos ponemos tan ansiosos que no dejamos que el Espíritu Santo cumpla su obra. A veces nos ponemos en el medio y entorpecemos las cosas, porque estamos siempre apurados, queremos ver ese resultado ya, y esto habla de una confianza floja en el Señor.

Jairo llamó a Jesús, recurrió a Él, y dejó que Él obrara. Jairo era un padre que tenía confianza, que tenía fe en el Señor, y no se metió en el medio a decirle a Jesús nada sobre lo que pasaba.

En cambio, dejó obrar a Jesús, y su hija fue restaurada. Esta es la actitud que nos pide el Espíritu Santo. Una vez que Dios inicia la obra en su vida o en la de un ser querido, debe dejarlo obrar a Él.

Hasta aquí cargó con esto, y no pudo solucionarlo. Ahora déjelo obrar a Dios. Deje que Él sea Dios.

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Buscaré tu rostro, oh Dios

Pastor Jaime Batista

Hay cosas en la vida que no logran en forma sencilla. Las escrituras nos llaman a dedicar nuestro tiempo y no malgastarlo en una mera religión. Más aún el reto es que enfoquemos y centralicemos nuestros esfuerzos en apropiarnos de lo que Jesús vino a dar.

Él mismo nos advierte advierte, «La venida del Hijo del hombre será como en tiempos de Noé. Porque en los días antes del diluvio comían, bebían y se casaban y daban en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca; y no supieron nada de lo que sucedería hasta que llegó el diluvio y se los llevó a todos. Así será en la venida del Hijo del hombre» (Mateo 24:37-39).

La batalla más grande que cada uno pueda afrontar es mantenernos centrados y aprender cómo refugiarnos en Su presencia. Para que podamos redimir al mundo, debemos redimir nuestro tiempo. Y podríamos pensar que esto debe ser fácil pero en realidad no lo es.

La prueba final y verdadera será: ¿podemos vivir enfocados en la renovación? A ninguno de los que conozco que han caido en el pecado, nunca fueron tomados por el enemigo repentinamente. Sus caidas se han debido a que su enfoque ha sido erosionado poco a poco; su tiempo con Dios fue sustituido por cosas no espirituales. Y se han visto por lo tanto, solos alejados de Dios cuando Santanás los tentó en sus vulnerabilidades sin la fortaleza necesaria para poder resistir.

«Pero entiendan esto: Si el dueño de la casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, se mantendría despierto para no dejarlo forzar la entrada» (Mateo 24:43).

Hablando del diablo, Jesús advirtió que el «ladrón viene a robar, matar y destruir» (Jn 10:10). Amados, la primera cosa que el diablo nos roba es el tiempo. Una vez que entreguemos nuestro tiempo de devoción a Dios a las cosas no espirituales, el mundo se convertirá en lo más importante para nosotros y entonces el enemigo tiene el camino fácil para «matar y destruir» debido a nuestro poca virtud y fueza espiritual.

Cierta vez Jesús enseñó una parábola de un hombre que tenía un banquete y envió a su esclavo para decir a los que había invitado para que viniesen, pues todo estaba listo. Sin embargo los invitados comenzaron a plantear excusas (Lucas:14:17-18).

¿Cuándo el señor nos llama a tener comunión con Él, ponemos excusas? Estoy cansado. Tengo hambre. Estoy ocupado. Las razones pueden ser legítimas. «He comprado un pedazo de tierra y necesito ir a verla; por favor considera mis motivos»; «he comprado cinco yuntas de bueyes, y debo sacarlas del establo, por favor acepta mis excusas»; «Me acabo de casar con mi esposa, y por esa razón no puedo ir» (Lucas 14:19-20).

Sé que parece radical, pero es que las expectativas de Jesús para con nosotros son muy distintas a lo que nosotros pensamos y nosotros nos parecemos más bien a los no creyentes. Es notable que estas palabras no fueron dadas a los apóstoles o a alguna persona «elevada», sino a la multitud que le seguía (Lucas 14:25).

«Si alguno viene a mí y no sacrifica el amor a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, y aun a su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo» (Lucas 14:-26-27).

Esas palabras golpean el pulso de mi corazón. Lo que me dicen es que no debo dejar que ninguna relación rete a Su amor y al llamado que ha dado a mi vida. Y que si debo tomar decisiones, éstas deben hacerse en Su Voluntad, debo optar por Él antes que el interés de otros o icluso a costa de mi propio interés.

Por supuesto, amar a Jesús nos brinda de lo mejor en nuestra relaciones interpersonales; poseo algo de la vida de Cristo y aumenta el amor que le tengo a mi familia y amigos, e incluso de mi propia alma.

Pero sobre todas las cosas, la primera opción la debo hacer para con Cristo.

Es posible que digas, «esto no me suena como el Jesús que conozco; Él ama todos» Sí, pero Él también sabe que la batalla en nuestra almas es llevadera cuando lo ponemos a Él en primer lugar.

Un tiempo para buscar a Dios

Hay muchas estapas. Proverbios dice que hay un tiempo para cada propósito bajo el cielo. Amado, creo que es hora de acercarnos a Dios, preparar nuestros corazones para Su presencia. En realidad no hay substituto para la presencia de Dios.

David era rey. Su vida estaba repleta de muchas responsabilidades y él era muy apasionado para con sus cosas. Sin embargo él dijo: «El corazón me dice: «¡Busca Su rostro!» Y yo, Señor, tu rostro busco» (Salmo 27:8).

¿Si el Espíritu Santo susurrara a tu corazón diciendo que desea más de tu tiempo, diciendo: «busca mi rostro» ¿qué le dices? Amado, esta es la batalla verdadera. Tu victoria no está en hallar más consejería, sino en tu respuesta al llamado del Señor.

El resultado de buscar a Dios es que Él nos dirige en una vida totalmente audaz (vé el Salmo 27:1-4). David dice, «Porque en el día de la aflicción él me resguardará en Su morada; al amparo de Su tabernáculo me protegerá, y me pondrá en alto, sobre una roca» (Salmo 27:5).

¿Hoy día, con tus muchas distracciones, qué lugar tiene el Señor en tu vida? ¿Si Él te llamara para profundizar sus caminos, para que busques su rostro. ¿Cómo le responderías? Cuándo te dice, «busca mi rostro» ¿Haces lo que te dice tu corazón para con Él?

Publicado en Cristianos Poéticos.

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Andando en el Espíritu

Pastor Jaime Batista Cortés

“ Nosotros no somos justificados por la manera de nuestro andar, sino por nuestro estar en Cristo Jesús,” observó Spurgeon.

La pregunta más importante que nos hacemos nosotros mismos es, “¿Estoy yo en Cristo?” si la respuesta es si, entonces “Ahora pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Romanos 8:1).

La persona que esta en “Cristo Jesús” no anda conforme la carne, sino conforme y en paz con el Espíritu Santo.  Él anda según la dirección del Espíritu. “El estar lleno con el Espíritu” es estar bajo el control del Espíritu.  Cada creyente tiene el Espíritu Santo.  Nuestra responsabilidad es rendirnos a él.  Él tiene el Espíritu de vida en Cristo Jesús.  El resultado de nuestra justificación por medio de la fe en Cristo es una nueva creación, no  bajo el control de la carne, sino en el espíritu, una persona espiritual.

No, Dios no rechaza la carne.  Todavía está allí determinando y peleando contra el espíritu, y estará allí hasta que el Cristiano sea tomado para ser llevado al cielo a estar con Dios.

El apóstol Pablo nos dice que la persona que está “en Cristo Jesús” se consigna sí misma a la dirección y control del Espíritu Santo.  Él nos da dirección, nos exhorta, nos corrige, y nos guía en las huellas de justicia para que nosotros seamos semejantes a Cristo.

Otra pregunta importante para el creyente es, ¿Ando yo conforme a la carne?  ¿O, ando conforme al Espíritu?  Nuestra respuesta comprueba lo que producimos en nuestras vidas diarias.

El apóstol Pablo dijo, “No andéis conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (Romanos 8:4).

¿Cómo conoces la diferencia? “Porque los que viven conforme a la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que viven conforme al Espíritu, en las cosas del Espíritu” (Romanos 8:5).

¿Está mi vida de conducta bajo el control del Espíritu? Y si es así, yo voy a producir el fruto del Espíritu en mi vida (Gálatas 5:22-23).  Esto será lo contrario de las obras de la carne(vv. 19-21).

¿Cómo es tu andar? Tu andar es determinado por tus pensamientos. “Así como piensa el hombre en su corazón, así el también.” Pon tu intención o entendimiento en las cosas de la carne, déjalo ser dominado por los pensamientos carnales, y producirás las obras de la carne.  Deja que tu intención o entendimiento este bajo el control del Espíritu Santo y producirás el fruto del Espíritu.

Kenneth Wuest traduce Romanos 8:5, “Para aquellos que constantemente son dominados por la naturaleza mala ponen su entendimiento o intención en las cosas de la naturaleza maldita, pero aquellos que constantemente son dominados por el Espíritu ponen su entendimiento o intención en las cosas del Espíritu.

¿Es el Espíritu o la carne que domina tu entendimiento o intención constantemente? Según lo que produzcas tú lo sabrás.  Pon tu intención o entendimiento en la carne y producirás carne.  Déjalo que este bajo el poder y control del Espíritu Santo y serás semejante a Jesucristo en tu conducta.

La única manera para andar conforme a la carne es cambiar las habilidades del entendimiento “Transformaos por la renovación de vuestro entendimiento” (Romanos 12:2).  Edgar Goodspeed tradujo Romanos 8:5b, “El pueblo que esta controlado por el pensamiento espiritual de lo que es espiritual.”  Cuando nosotros ponemos nuestro entendimiento en el Espíritu nosotros producimos cosas espirituales que son agradables a Dios.  Kenneth Taylor interpretó este versículo, “Aquellos que andan conforme al Espíritu se encuentran haciendo cosas que son agradables a Dios.”

La Biblia amplificada dice, “Para aquellos que andan según la carne y controlados por sus deseos no santos, ponen su mente  y siguen aquellas cosas que satisfacen la carne.  Pero aquellos que están según el Espíritu y controlados por los deseos del Espíritu, ponen su entendimiento o intención y buscan aquellas cosas que satisfacen el Espíritu (Santo).”

¿Que lugar escoges para que moren tus pensamientos? Tú eres lo que tu piensas.  ¿No puedes escoger ahora a inclinar tu entendimiento para el control del Espíritu de Dios? Permite que él controle tus pensamientos. Deja que el deseo de tu corazón no dependa en ti mismo, sino en Cristo.  Este es el trabajo del Espíritu Santo dentro de ti.  Nosotros tenemos todo lo que es necesario para vivir una vida Cristiana en él, y lo que él escoge para proveer.  Nuestro recurso interior es Dios mismo—el Espíritu Santo. Deja que él controle tu entendimiento, tu corazón, y tus acciones serán agradables a Dios.

Dios os bendiga.

Publicado en Cristianos Poéticos.

El Espíritu Santo quiere dirigir la orquesta

Marcelo Montenegro

Si vivimos animados por el Espíritu, dejémonos conducir también por él.

Gal 5.25

No es como con una bicicleta, que mientras más fuerza hagamos o más rápido pedaleemos será más provechoso. No es por técnicas ni magias. Los demonios no se van por gritos, no cambiamos por ir de urgencia a un seminario (los seminarios te enseñan letra, no te enseñan a amar); el genuino avivamiento no llega por estrategias.

El ambiente divino cuando alabamos no desciende por el volumen de las bocinas ni por los buenos cantores. Si vamos a la luna y se convierte un extraterrestre vale la pena; pero ¿no sería mejor comenzar desde adentro, seguros, donde está el Señor y nos habla y poco a poco salir en bicicleta o en cohete a la luna?

Él está sentado en su trono de gloria y descansar en Él es mejor. Los frutos se ven con el tiempo, si sembramos huesos no esperemos cosechar vacas, sino huesos muertos; si sembramos lo que comenzó y se engendró en el Señor, los frutos buenos se verán con el tiempo y todos se admirarán. Si sembramos zapallos en tres meses los comemos y si son grandes después podemos usarlos como cucha para el perro (todo automático – al toque) pero se pudren al final; si sembramos roble tardara muchos años, pero el árbol será fuerte, con buena raíz, madera dura, no fácil de destruir ni de mover.

Puede venir al caso al decir que nosotros mismos nos debemos sembrar.

Las cosas del Espiritu debemos hacerlas en el Espíritu. El Espíritu desea ser el anfitrión, Él quiere dirigir los pasos de los santos y dirigir la orquesta de los santos. No se fija ni en la ropa ni en la decoración del edificio ni en su organización puntillosa, se fija en el corazón hermoseado , corazón humilde, arrepentido, que quiere escucharle con detenimiento para no volver a errar. Mucha letra y muchos aprendizajes pueden alejarnos de Él si la gracia que resalta es la del hombre y no Su gracia. Busquemos hasta  encontrar al Espíritu Santo, y si,  Gocémonos en la libertad de su presencia (si hay que gritar, gritemos; si hay que cantar, cantemos y saltemos; si hay que testificar, testifiquemos; si hay que guardar silencio, hagámoslo, vayamos al seminario).

Todo es importante, pero debemos comenzar por la busqueda del Espíritu Santo y esperar el tiempo de Su iniciativa en todas las cosas.