Escudriñando las sendas antiguas en un mundo posmoderno

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Que esta crisis no te distraiga

José Alfredo Liévano

Aunque todo se te haya venido en tu contra, Dios tiene el control. En su momento, de manera inesperada, inusual y oportuna te abrirá caminos en medio de todo obstáculo intransitable. No pierdas la fe y la esperanza. Mira como Dios por medio de estas líneas te lo está confirmando con claridad. Levanta los ojos al cielo y no en las circunstancias para que la paz que sobrepasa todo entendimiento gobierne tu interior. Algo hará Dios que, incluso, impactará a quienes te rodean y te hacen la vida imposible; pero es necesario que antes pases por todas estas turbulencias insoportables e interminables de las que Dios te había advertido con anticipación. ¿Te acuerdas? Debes comprender ahora que el poder y la fidelidad de Dios te envuelven justo en estos instantes, y así lo hará en medio de toda crisis futura que enfrentes. Acuérdate de todas aquellas tormentas oscuras por las que tuviste que pasar, y de todas Dios te sacó. Pues así lo hará otra vez. Nada te faltará en medio de esta tempestad. “Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar. Junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma; Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento. Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días”. Salmo 23. Que esta crisis no te distraiga y te aparte de la misión que Dios te ha encomendado. Enfócate en cumplirla a pesar de tenerlo todo en contra, pues será en medio de la oscuridad como la luz de Cristo brillará con mayor potencia. ¡Nada ni nadie estorbará los propósitos de Dios en tu vida! Para leer otras reflexiones del autor: http://alfredolievano.blogspot.com

Dios no falla… aunque tarde

José Alfredo Liévano

Dios ha oído tu oración aunque su respuesta demore y parezca no llegar.

Entiende bien ahora, que ese problema doloroso e incomprensible que ha durado “toda una vida” realmente es temporal.

Asimila bien las siguientes palabras:

“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” (Romanos 8:28)

“Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.” (2 Corintios 4:17-18)

“Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.” (2 Pedro 5:10)

Los procedimientos de Dios no se entienden, pero tienen grandes resultados. No entiendes pero así es y así será. Aun en medio de la oscuridad que te rodea y de la incertidumbre que ésta te ocasiona, la presencia de Dios te guardará siempre.

Aunque en estos momentos de extrema dificultad no veas ninguna salida factible a tu situación, Dios estará de tu parte y llegará a tiempo.

Las promesas de Dios no fallan, aunque tarden…

Recuerda las palabras del Salmo 23.

“Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo”. (Salmo 23:4)

Son palabras que no deben quedar en tu intelecto, sino que deben “bajar” a tu corazón. Necesitas asimilarlas y hacerlas parte de ti. Es necesario que ya no sigas dudando de tu soledad y abandono. Es ahora cuando debes declarar la presencia real y activa de Dios a tu alrededor aunque todo se hunda. Despreocúpate de lo que no puedes resolver por tu propia cuenta. No permitas que tu preocupación se vuelva crónica y descontrolada por no confiar en Dios…

“Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar” (Salmo 46:2).

Que lo problemas imposibles que tanto te martirizan no te hagan perder la noción del propósito por el cual has venido a la tierra. Es necesario que dejes de poner tus ojos en ellos y te enfoques con fidelidad en la misión que Dios te ha encomendado sobre este mundo. Recuerda que la fidelidad a Dios se demuestra en los momentos de extrema imposibilidad como los que vives ahora.

¡Sé fiel en lo poco!

Y no te quejes.

“Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.” (Apocalipsis 2:10)

Dios no te fallará, porque Él se mantiene fiel a sus propósitos, acuérdate de todas esas “huellas” de su fidelidad que te han marcado a lo largo de toda tu vida. Necesitas asimilarlo y creerlo ahora.

“De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien.” (1 Pedro 4:19)

“Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.” (Hebreos 10:23)

“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.” (1 Corintios 10:13)

Las cosas se pondrán peor, así está escrito…

Vienen tiempos en extremo difíciles para el mundo como consecuencia de la maldad y por los juicios que se derramarán, pero Dios estará en medio de sus hijos para darle toda la atención que necesiten.

Dios está consciente de tu vulnerabilidad a pesar de la disposición que puedas tener para serle fiel. Él te ayudará. Ningún viento contrario te derribará…

“Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra. He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona.” (Apocalipsis 3:10-11)

Puedes leer más textos del autor en http://alfredolievano.blogspot.mx/

Coraje en el dolor o gozo

Augustus Nicodemus Lopes

 Cuando tuve un accidente de moto hace unas tres semanas, me hospitalizaron durante diez días, tiempo durante el cual experimenté un dolor casi insoportable. Se habían roto el pie y la mano. La mano derecha necesitó cirugía extensa e implantación de una placa de titanio. A pesar de los anestésicos, los dolores fueron constantes.

Durante los primeros días en el hospital, no sólo el dolor sino también la incomodidad física tuvo un efecto profundo en mi vida espiritual. Dudas, confusión, incertidumbre, ansiedad y desesperación llegaron a mi mente y a mi corazón. Comencé a revisar las preguntas más básicas de mi fe, como por ejemplo, el amor de Dios para sus hijos; su sistema, que a veces parece cruel, sometiendo a sus hijos al sufrimiento y dolor; mi debilidad y la vulnerabilidad frente a la realidad y, sobre todo, la incertidumbre relacionada con el futuro.

Después de unos días bajo intenso sufrimiento físico, mental y espiritual, finalmente la luz amaneció. Ella vino a través del alivio de dolores y la percepción de que Dios me dio durante la oración de un hermano que visitó, respecto de Su propósito general en el sufrimiento de sus hijos.

En ningún momento había asignado a Dios responsabilidad alguna por el accidente. Como calvinista, sabía muy bien que el accidente había sido el resultado de causas naturales, de violar las leyes físicas generales que Dios habían creado y establecido para gobernar la realidad. Había roto las leyes y ahora estaba sufriendo las consecuencias. Sabía que no pasa nada sin la voluntad de Dios, pero la conciencia de mi responsabilidad en este mundo, que siempre acompañó a la conciencia que tengo de la absoluta soberanía divina, no permitió culpar a Dios de cualquier daño. Él siempre es justo y bueno. El accidente fue la consecuencia inevitable de haber roto las leyes de la física, al acelerar sin calcular correctamente espacio y trayectoria.

El punto que quiero destacar es la percepción que tenía, en el hospital, como nunca antes, de la inseparable relación entre nuestro cuerpo y nuestra mente. Dicho de otra manera, de la inseparable relación entre el bienestar espiritual y el bienestar físico.

No quiero entrar aquí en la eterna disputa entre dicotomistas y tricotomistas, de si el espíritu y el alma son dos dimensiones distintas del hombre o si es una que se describe con dos palabras diferentes. Ambos estarán de acuerdo que la dimensión espiritual y la dimensión física están profundamente relacionadas.

Me di cuenta muy claramente que, ante el sufrimiento y el dolor, mi fe se había sido sacudido y abatido. Pensé en los mártires de antaño, al comienzo del cristianismo. Me acordé de que la historia no siempre cuenta que no todos esos cristianos murieron felizmente, cantando himnos entre las llamas de fuego o en los dientes de las bestias. Muchos murieron gritando de dolor, sin mostrar ningún valor durante su martirio. Otros renunciaron públicamente a su fe para no sufrir dificultades y enfrentar una muerte terrible.

En cuanto a quienes murieron cantando himnos a Dios, testimonio del amor y del poder de Dios, entraron en los registros de la historia de la Iglesia cristiana recibieron la gracia de morir como mártires, glorificando a Dios. No juzgo a aquellos otros que, ante la tortura, el dolor y sufrimiento dieron muestra de debilidad y cobardía.

Puedo entender por qué hicieron esto. Porque me di cuenta en mi corazón, cuando el dolor se volvió más insoportable, que existe una gran dificultad para permanecer optimista, alegre y confiado en las promesas de Dios.

Veamos ejemplos de esta relación entre cuerpo y espíritu en las Sagradas Escrituras. Es el caso de Job. Satanás fue al grano. Le dijo a Dios que si tocaba el cuerpo de Job, éste lo negaría. El diablo argumentó: “Piel por piel, el hombre lo dará todo por su vida. Pero extiende ahora tu mano, toca sus huesos y su carne y verás si no blasfema contra ti en tu cara” (Job 2:4-5).

Aunque es el padre de la mentira, Satanás es muy perspicaz. Sabe sobre la relación entre el espíritu y el cuerpo en el ser humano, ya sabes que si le das a uno, llega a todos.

Cuando el profeta Elías estaba extremadamente cansado, se sentía deprimido al punto de pedir su propia muerte (1 Reyes 19:4). Jonás, bajo un calor insoportable, se preparó a morir (Jonás 4.8). Pablo habla de una espina en la carne, contra la que él constantemente batallaba (2 Cor 12:7-10).

En otras palabras, es mucho más fácil sentir esperanza, coraje, alegría, ánimo y confianza cuando nos sentimos bien físicamente.

Esos días en el hospital me enseñaron por lo menos dos cosas. En primer lugar, que no soy tan fuerte ni espiritualmente ni el pensamiento. Gran parte de la fuerza, confianza y esperanza que tengo se relacionan y, en algunos sentidos, son dependientes de mi bienestar físico. Así que, si Dios no me apoya en tiempo de enfermedad, dolor y adversidad, fácilmente me desalentaría y podría llegar al punto de desesperación. Sólo Dios es quien nos sostiene en momentos de aflicción y tribulación.

La segunda cosa que he aprendido es la necesidad de ser más compasivos y comprensivos con quienes sufren. A veces ni siquiera consideremos reprender a los hermanos que están en dolor y sufrimiento, porque no se siempre se puede ser feliz, esperanzado y permanecer tranquilo y confiado en las promesas de Dios.

Quienes han experimentado dolor profundo durante un tiempo prolongado sabe lo difícil que es mantener la mente enfocada en estas cosas cuando el cuerpo entero es un solo dolor insoportable.

Por último, mi agradecimiento creció por aquellos creyentes que, durante los periodos de prueba, sufrimiento, enfermedad, dolor y persecución, pueden alegrarse y regocijarse en Cristo Jesús. Esto es una verdadera bendición. Que nuestro Dios conceda que, en el dolor o en el sufrimiento, glorifiquemos a través de la provisión espiritual agradable a él, para mostrar al mundo que hay un poder sobrenatural detrás de lo que decimos creer.

Usado con permiso

Mendigos musicales

Renuevo de plenitud

Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres. Colosenses 3:23

La siguiente historia Ocurrió en París, en una calle céntrica aunque secundaria. Un hombre sucio y maloliente tocaba un viejo violín. Reflejaba en su forma de vestir, la derrota, y en su forma de actuar, la mediocridad.

Frente a él y sobre el suelo ponía su boina, con la esperanza de que los transeúntes se apiadaran de su condición y le arrojaran algunas monedas para llevar a casa.

El pobre trataba de sacar una melodía, pero era del todo imposible identificarla debido a lo desafinado del instrumento y a la forma displicente y aburrida con que tocaba el instrumento.

Un famoso concertista, que junto con su esposa y unos amigos salía de un teatro cercano, pasó frente al mendigo musical.

Todos arrugaron la cara al oír aquellos sonidos tan discordantes. Y no pudieron menos que reír de buena gana.

Entonces la esposa le pidió al concertista que tocara algo. El hombre echó una mirada a las pocas monedas en el interior de la boina del mendigo, y decidió hacer algo. Le solicitó el violín. Y el mendigo musical se lo prestó con cierto recelo.

Lo primero que hizo el concertista fue afinar sus cuerdas. Y entonces, vigorosamente y con gran maestría, arrancó una melodía fascinante del viejo instrumento. Los amigos comenzaron a aplaudir y los transeúntes comenzaron
a arremolinarse para ver el improvisado espectáculo.

Al escuchar la música, la gente de la cercana calle principal acudió también y pronto había una pequeña multitud escuchando arrobada el extraño concierto.
La boina se llenó no solamente de monedas, sino de muchos billetes de todas las denominaciones. Mientras el maestro sacaba una melodía tras otra, con tanta alegría.

El mendigo musical estaba aún más feliz de ver lo que ocurría y no cesaba de dar saltos de contento y repetir orgulloso a todos: «¡Ése es mi violín! ¡Ése es mi
violín!». Lo cual, por supuesto, era rigurosamente cierto.

La vida nos da a todos «un violín». Son nuestros conocimientos, nuestras habilidades y nuestras actitudes. Y tenemos libertad absoluta de tocar «ese violín» como nos plazca.

Sé nos ha dicho que Dios nos concede libre albedrío, es decir, la facultad de decidir lo que haremos de nuestra vida. Y esto, claro, es tanto un maravilloso derecho, como
una formidable responsabilidad.

Algunos, por pereza, ni siquiera afinan ese violín. No perciben que en el mundo actual hay que prepararse, aprender, desarrollar habilidades y mejorar constantemente actitudes si hemos de ejecutar un buen concierto.

Pretenden una boina llena de dinero, y lo que entregan es una discordante melodía que no gusta a nadie.

Esa es la gente que hace su trabajo de la forma «hay se va…» Que para todo piensa «me vale…», y que cree que la humanidad tiene la obligación de retribuirle su pésima ejecución, cubriendo sus necesidades. Es la gente que piensa solamente en sus derechos, pero no siente ninguna obligación de ganárselos. La verdad, por dura que pueda parecernos, es otra.

Tú y yo, y cualquier otra persona, tenemos que aprender tarde o temprano que los mejores lugares son para aquellos que no solamente afinan bien ese violín, sino que aprenden con el tiempo también a tocarlo con maestría.

Por eso debemos de estar dispuestos a hacer bien nuestro trabajo diario, sea cual sea. Y aspirar siempre a prepararnos para ser capaces de realizar otras cosas que nos gustarían.

La historia está llena de ejemplos de gente que aún con dificultades iniciales llegó a ser un concertista con ese violín que es la vida. Y también, por desgracia, registra los casos de muchos otros, que teniendo grandes oportunidades, decidieron con ese violín, ser mendigos musicales.

La verdad es que Dios nos concedió «libre albedrío». Tú puedes hacer algo grande de tu vida, o hacer de ella algo mediocre. Esa es tu decisión personal.

Renuevodeplenitud.com

La oportunidad de ser felices

Renuevo de Plenitud

Estudios de la Universidad de Texas sugieren que personas «con actitudes positivas» envejecen más despacio que los pesimistas. Un equipo de investigadores que estudió a mil 558 personas mayores ha relatado que las más alegres eran justo las menos frágiles.

Los estudios consideraban que emociones positivas pueden afectar directamente la salud, alterando el equilibrio físico del cuerpo. Cuando enfermé de cáncer los médicos trataban de animarme. No sé que tiene la actitud positiva, pero el sistema inmunológico funciona mejor cuando hay alegría, amor por la vida, una razón para vivir. Cuando no hay eso, ni las más potenetes medicinas puedes hacer mucho.

En su último libro, Exuberancia: la pasión por la vida, Kay R. Jamison celebra el «regalo de la exuberancia», en la cual describe cómo la fuerza propulsora de la creatividad, liderazgo y de la propia supervivencia.

«La exuberancia nos lleva a pensar y actuar de forma ligeramente distinta de la usual, y nos lleva a correr riesgos, tolerar sufrimientos y reveses, los cuales seríamos incapaces de afrontar», escribe Jamison.

«Ella nos posibilita, o nos regala, optimismo para creer en el futuro y en las posibilidades e importancia de aquello lo que somos y de lo que hacemos; nos obliga a penetrar en la grande arena de la vida.»

Entonces para qué perder minutos preciosos en la vida, dejando de ser alegres. De por sí la vida es corta… entonces vivamos con alegría y recordemos que la única fuente de la verdadera alegría es el Cristo el Señor. Nos volvemos a él y la vida tendrá otro matiz.

Y eso está respaldado por la Palabra de Dios.

“El corazón alegre hermosea el rostro, mas por el dolor del corazón el espíritu se abate.” Proverbios 15:13

“Y en el día de vuestra alegría, y en vuestras solemnidades, y en los principios de vuestros meses, tocaréis las trompetas sobre vuestros holocaustos, y sobre los sacrificios de paz, y os serán por memoria delante de vuestro Dios. Yo El Señor vuestro Dios.” Números 10:10

“Alabanza y magnificencia delante de él; Poder y alegría en su morada.” 1 Crónicas 16:27

“Y no podía distinguir el pueblo el clamor de los gritos de alegría, de la voz del lloro; porque clamaba el pueblo con gran júbilo, y se oía el ruido hasta de lejos.” Esdras 3:13

¡Ay de los que confían en Egipto!

David Wilkerson

¡Ay de los que descienden a Egipto por ayuda, y confían en caballos; y su esperanza ponen en carros, porque son muchos, y en jinetes, porque son valientes; y no miran al Santo de Israel, ni buscan a Jehová! (Isaías 31:1)

El profeta Isaías advirtió a Israel que no había posibilidad de victoria para ellos si intentaban luchar contra su adversario en su propia fuerza. Isaías 31 describe un cuadro perfecto de la futilidad de tratar de hacer batalla con el enemigo en nuestra capacidad humana. Yo creo que este capítulo es un tipo y sombra de la falta de efectividad de nuestros esfuerzos actuales para derrotar deseos, hábitos y pecados que nos acosan, confiando en ideas y ayudas humanas.

En el momento en que Isaías escribió este mensaje de advertencia, el rey Senaquerib y el ejército Asirio ya habían marchado a través de Judá. Habían capturado la mayoría de las ciudades a su paso, y ahora planeaban sitiar Jerusalén. En Hebreo, la palabra Senaquerib significa “exitoso” y Asiria significa “pecado en aumento”. En conjunto, estas dos palabras nos proveen una imagen de un enemigo malvado que estaba teniendo gran éxito contra el pueblo de Dios.

En efecto, Asiria representa a todo espíritu demoniaco y lujurioso que nos ataca. Y Senaquerib es el diablo mismo, convencido de que tendrá éxito en derrotarnos y llevarnos a la desesperación. Yo creo que Dios quiere demostrarnos por medio de este capítulo como el diablo y sus huestes demoniacas están trayendo olas de tentaciones contra la iglesia, con creciente intensidad y mucho éxito.

Este capítulo también es un ejemplo de cómo el pecado aumentará en los últimos días. La Escritura dice que la sociedad ira de mal en peor (Véase 2ª Timoteo 3:13) y que la iglesia será inundada con engaños y doctrinas de demonios. Yo creo que estamos viendo esto suceder ahora mismo. Huestes demoníacas se han infiltrado en todos los medios de comunicación y en toda forma de tecnología, inundando nuestra cultura con sensualidad, desnudos y perversiones de todo tipo. Como fue profetizado en Apocalipsis 12:15, Satanás “arrojó de su boca, tras la mujer, agua como un río.”

 A la manera de Dios

El ejército Asirio había rodeado Jerusalén. En este punto, el rey Ezequías decidió: “No vamos a apoyarnos en el brazo de carne esta vez. ¡Vamos a hacerlo todo a la manera de Dios!”

El rey se humilló a sí mismo y buscó a Dios en oración: “Aconteció, pues, que cuando el rey Ezequías oyó esto, rasgó sus vestidos, y cubierto de cilicio vino a la casa de Jehová” (Isaías 37:1). Ezequías confesó: «Señor, yo sé que no tengo nada para darte excepto mi fe. Estoy indefenso en mis propias fuerzas para luchar contra Senaquerib. Estamos rodeados por nuestros enemigos. ¡Por favor, danos tu dirección!»

Ezequías sabía que Isaías tendría palabra de Dios para guiarlos, así que esta vez mandó a sus emisarios al profeta. Estos hombres dijeron a Isaías: «Porque los hijos han llegado hasta el punto de nacer, y la que da a luz no tiene fuerzas» (Versículo 3). En otras palabras: «Esta vez queremos hacerlo a la manera de Dios, pero no nos quedan fuerzas ¿Qué debemos hacer?»

Isaías tenia la palabra de Dios para ellos: «No temas por las palabras que has oído… Yo haré que [Senaquerib] perezca a espada» (versículos 6-7). Dios estaba diciendo: «Cualquier enemigo tuyo es enemigo mío ahora, ¡Porque me has entregado tu batalla! Si alguien habla tu contra, te hiere o abusa de ti, es un ataque contra Mí. ¡Y Yo me haré cargo de ese enemigo, ya sea humano o sea demoníaco!».

«No entrará en esta ciudad, ni arrojará saeta en ella; no vendrá delante de ella con escudo, ni levantará contra ella baluarte» (Versículo 33). Dios dice: «Otros pueden estar cayendo a tu alrededor, pero eso no significa nada. Tú estás caminando en pacto conmigo y Yo he prometido hacer batalla contra cualquier enemigo que te ataque».

No es con espada ni con ejército

David Wilkerson

Muchos cristianos hoy en día rápidamente recurren a cosas hechas por el hombre en un intento de alcanzar victoria sobre la carne, tal como lo hizo Israel. Un ejemplo notorio es el vasto número de libros de autoayuda que se encuentran en los estantes de las librerías cristianas. Literalmente, miles de libros prometen formulas de éxito asegurado para superar, apaciguar y someter nuestra carne. De hecho, dondequiera que vamos se nos ofrecen opciones carnales para todas nuestras necesidades. Las iglesias prometen reuniones ungidas de avivamiento en donde podemos satisfacer todas nuestras necesidades espirituales, bien sea por la oración o por la imposición de manos. Evangelistas ofrecen liberación inmediata, sanidad instantánea y palabras instantáneas de Dios.

La verdad es que Dios le dio a Israel la opción de elegir entre Él o la carne en medio de su situación. Él les dijo: «Anda y ejerce tu propia voluntad. Busca dentro de tu hombre interior, estudia tus libros, planifica tus estrategias, haz todo lo que sabes hacer. Pero todavía te estás apoyando en la carne. Ninguno de tus esfuerzos te traerá un solo momento de victoria».

Mientas más estudio la Palabra de Dios, se hace más evidente para mí que: Todo esfuerzo humano en busca de liberación del pecado está destinado a fallar. Dios nos permitirá pasar por tiempos duros una y otra vez, hasta que estemos totalmente convencidos de que debemos morir a todos los esfuerzos de la carne.

Cuando Israel intentó derrotar a su poderoso enemigo a través del poder humano, Dios inmediatamente condenó este esfuerzo: «Caerá el ayudador y caerá el ayudado, y todos ellos desfallecerán a una» (Isaías 31:3). La Palabra de Dios declara en un lenguaje muy claro que toda victoria depende solamente de Él. Sólo Él tiene el poder para librarnos de nuestros enemigos.

Es posible que tengas una voluntad santa, un sólido trasfondo moral y una mente sin contaminación. De hecho, puedes ser una de las personas más santas que camina sobre esta tierra, pero la Biblia dice que ninguno de tus dones o habilidades humanas funcionan contra el diablo. Siempre fracasarás en tus propios esfuerzos.

Si estás en medio de una lucha abrumadora, debes aprender la palabra que Dios le dio a Zacarías: » No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los Ejércitos» (Zacarías 4:6).

El árbol de los problemas

 Renuevo de plenitud

 El carpintero que había contratado para ayudarme a reparar una vieja granja, acababa de finalizar un duro primer día de trabajo. Su cortadora eléctrica se dañó y lo hizo perder una hora de trabajo y luego su antiguo camión se negó a arrancar.

Con gusto lo llevé a casa. Subió a mi auto y se sentó en silencio. Una vez que llegamos, me invitó a conocer a su familia.

Mientras nos dirigíamos a la puerta, se detuvo brevemente frente a un pequeño árbol, tocando las puntas de las ramas con ambas manos. Cuando se abrió la puerta, ocurrió una sorprendente transformación.

Su bronceada cara estaba plena de sonrisas. Abrazó a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su esposa.

Posteriormente me acompañó hasta mi automóvil. Cuando pasamos cerca del árbol, sentí curiosidad y le pregunté acerca de lo que lo había visto hacer un rato antes.

“Oh, ese es mi árbol de problemas”, contestó. Sé que yo no puedo evitar tener problemas en el trabajo, pero una cosa es segura: los problemas no pertenecen a la casa, ni a mi esposa, ni a mis hijos. Así que simplemente los cuelgo en el árbol cada noche cuando llego a casa. Luego en la mañana los recojo otra vez.

Lo divertido es, añadió sonriendo, que cuando salgo en la mañana a recogerlos, no hay tantos como los que recuerdo haber colgado la noche anterior…

Mateo 6:34
Por tanto, no os preocupéis por el día de mañana; porque el día de mañana se cuidará de sí mismo. Bástele a cada día sus propios problemas.

Mateo 6:25
Por eso os digo, no os preocupéis por vuestra vida, qué comeréis o qué beberéis; ni por vuestro cuerpo, qué vestiréis. ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que la ropa?

Mateo 6:27
¿Y quién de vosotros, por ansioso que esté, puede añadir una hora al curso de su vida?

Lucas 10:41
Respondiendo el Señor, le dijo: Marta, Marta, tú estás preocupada y molesta por tantas cosas;

Lucas 12:11
Y cuando os lleven a las sinagogas y ante los gobernantes y las autoridades, no os preocupéis de cómo o de qué hablaréis en defensa propia, o qué vais a decir;

Lucas 12:22
Y dijo a sus discípulos: Por eso os digo: No os preocupéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por vuestro cuerpo, qué vestiréis.

Filipenses 4:6

Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios.

1 Pedro 5:7
echando toda vuestra ansiedad sobre El, porque El tiene cuidado de vosotros.

¿Estás en problemas? Vuélvete a Betel

David Wilkerson

 Dios vino a Jacob en un sueño y le dijo “Vuélvete a Bet-el, el lugar donde te conocí y construye un altar allí, como prometiste que lo harías” (vea Génesis 28:10-22 y 31.13).

Jacob había oído una palabra clara de Dios, y actuó en completa obediencia a esa palabra. Él sabía que Dios lo guardaría, estaría con él y cumpliría Su plan. Sin embargo, Jacob enfrentó un peligro que lo llevó al borde de la destrucción.

Él iba a volver a enfrentarse a su hermano Esaú, y a su padre Isaac, a quienes había engañado. En un momento, llegó un mensajero a Jacob, advirtiéndole: “Esaú viene hacia aquí con un ejército de 400 hombres. ¡Él está tratando de hacerte daño!”

La escritura dice que “Entonces Jacob tuvo gran temor…” (Génesis 32.7). Rápidamente dividió su pueblo en dos grupos, pensando: “Si Esaú mata un grupo, al menos el otro puede escapar”. Sin embargo, incluso en la experiencia más terrible de su vida, vemos pruebas del corazón contrito y destrozado de Jacob:

“Y dijo Jacob: Dios de mi padre Abraham, y Dios de mi padre Isaac, Jehová, que me dijiste: Vuélvete a tu tierra y a tu parentela, y yo te haré bien; menor soy que todas las misericordias y que toda la verdad que has usado para con tu siervo; pues con mi cayado pasé este Jordán, y ahora estoy sobre dos campamentos.”

“Líbrame ahora de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú, porque le temo; no venga acaso y me hiera la madre con los hijos. Y tú has dicho: Yo te haré bien, y tu descendencia será como la arena del mar, que no se puede contar por la multitud.”(Génesis 32:9-12)

Jacob se estaba sujetando al Pacto que Dios había hecho con él. Estaba diciendo en esencia: “Señor, Tú me hiciste una promesa. Sé que no soy digno de ella, pero Tú dijiste que irías conmigo. Pero ahora estoy a punto de perderlo todo. No estoy atribuyéndome ninguna bondad de mi parte, pero te amo y te estoy obedeciendo, así que, ¿Dónde está tu pacto Dios?

Al final de su vida, Jacob, un hombre con un corazón contrito pudo mirar hacia atrás y decir “cuando mi hermano Esaú me amenazó, parecía que mi vida había terminado pero Dios me saco de ahí. ¡Mi Señor estaba allí todo el tiempo!

¿Dónde estás, oh Dios?

Una noche Jacob se quedó a campo abierto y tuvo una lucha con el Señor: “Dios, ¿Cómo terminé en este lío? Me hiciste grandes promesas. Me dijiste que me guiarías, me guardarías, que cumplirías tus planes en mi. ¿Cómo podría algo de esto ser tu guía? ¿Acaso esto es caminar en el pacto? Señor, simplemente no tengo futuro (vea Génesis 32:24-26).

Ahora, tú puedes razonar: “Quizá Jacob no buscó a Dios acerca de algunas decisiones que él tomó. Quizás actuó en la carne”. Bien, quizás lo haya hecho, pero eso no viene al caso. Dios podría haber intervenido a favor de Jacob en cualquier momento, pero no lo hizo.

El hecho es que, nosotros podemos tener un espíritu contrito y todavía tener problemas. Tú y tu esposa pueden estar pasando una prueba espantosa. Has orado: “Señor, no entiendo, sé que mi corazón es recto, y estoy caminando contigo, entonces, ¿Por qué estas permitiendo esta horrible prueba?”

La mayoría de nosotros piensa, tal como hizo Jacob, que cristianos contritos y de oración no deberían tener que soportar grandes penas. No deberíamos tener que enfrentar tiempos horribles ni condiciones terribles en las cuales nuestro mismísimo futuro se ve amenazado. Sin embargo, la realidad es que cristianos humildes, arrepentidos, y que oran aun sufren grandes peligros y penas.

En ninguna parte en la Biblia Dios nos promete impedir que tengamos problemas. Nunca promete un viaje sin dificultades en nuestro trabajo o carrera, ni tampoco nos promete estar exentos de la aflicción. De hecho, Él dice: “Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová” (Salmos 34:19). Este verso no dice que Dios nos excluirá de las aflicciones, sino que nos librará de ellas.

Pablo habla del conocimiento de la altura y la profundidad del amor de Dios por él. Sin embargo Dios no evitó que la barca de Pablo se hundiera. De hecho, permitió que el apóstol fuera apedreado, golpeado y deshonrado. Pablo dice que fue expuesto a peligros en mar y tierra, de parte de ladrones y de sus propios compatriotas.

En ocasiones podemos llorar, preguntándonos: ¿Dónde estás, oh Dios? ¿Por qué no me has sacado de esto? Pero a pesar de que el Señor permite que pasemos por cosas que prueban nuestras almas, de una u otra manera nos libra de todas ellas, tal como lo hizo con Jacob y con Pablo.

¿Vives para trabajar?

Pastor Jaime Batista Cortés

Pero muchas veces esta perspectiva no es mas que mucha ceguera para el diario vivir y un ambiente poco sano para la toma de decisiones.

Cuando la mayoría de nuestros pensamientos tienen que ver con lo que “tienes o no”, nos podemos llegar a convertir en esclavos de lo que buscamos.

Y Dios sabe entrenarnos muy bien para que eso no ocurra en nuestras vidas.

Principios para transformar el observador

Elías era un hombre a nuestra semejanza. El le creyó a Dios y durante un tiempo largo no llovió en ese lugar.

Y Dios lo envió a un lugar donde casi no había creyentes.

Luego le dio este mensaje:

– Ve ahora a Sarepta de Sidón, y permanece allí. A una viuda le he ordenado darte de comer.

Llegó al sitio que Dios le había indicado y se encontró con la viuda mencionada.

Se acercó y le dijo: – tráeme una vasija con un poco de agua para beber.

Mientras ella iba por el agua el la llamó de nuevo y le dijo: – tráeme por favor también un pedazo de pan.

Era como que el hombre de Dios, la persona que Dios había ungido, aquel que representaba a Dios se te apareciera y te dijera: – ¿Estas haciendo el desayuno?

Bueno.., tráemelo a mi.

Ella le dijo:- tan cierto como que vive el Señor tu Dios, que no me queda ni un pedazo de pan. Solo tengo un puñado de harina en la tinaja y un poco de aceite en el jarro. Precisamente estaba recogiendo unos leños para llevármelos a casa y hacer una comida para mi y para mi hijo. Será nuestra ultima comida antes de morirnos de hambre.

Que momento!!! ¿Había momento de aprendizaje antes de la muerte?

Algunos piensan que en momentos de tanta presión primero hay que salir de ella para luego aprender. Sin embargo Dios, a través de su hombre le enseña a la viuda uno de los grandes principios para el diario vivir.

Él le dice: – hazme de comer .

Ella le responde: – ¡Pero es lo único que tengo para comer!

Y el exclama: Perfecto!!!, dámelo a mi, dámelo a mi primero y el Dios todopoderoso nos dará de comer a todos.

Y dicen las escrituras que eso era lo único que tenia y se lo dio al hombre de Dios.

Y El Todopoderoso comenzó, de allí en adelante, a llenar la tinaja y el jarro día tras día.

¿A que estas dispuesto a renunciar?

A lo que no estés dispuesto a renunciar seguramente va a ser tu señor antes que el Señor. Y esto es lo que El te esta diciendo.

Que esto te va a tener antes de que lo tengas tú a él, y con certeza te va a limitar.

Hoy es una buena oportunidad para reflexionar quien elegimos ser.

Conforme a que estamos poniendo primero en nuestras vidas, en nuestros pensamientos, en nuestra agenda, es como viviremos el futuro. Y si todo es “tener, tener y tener”, puede ser que lo mas grande que tengamos, el amor de nuestros seres queridos, quede tapado por nuestro miedo a no tener nuestras necesidades suplidas.

Renuncia a todo y el te lo dará de su mano

Si el Señor enviara a uno de sus mensajeros para que alguno de sus siervos lo cuide. ¿Te lo enviaría a ti?

Le oro a Dios para que el ejemplo de la viuda de Sarepta te pueda mostrar lo que quizás tus ojos hasta hoy no pudieron ver.

Puede ser que seas de aquellos que están tan preocupados y comprometidos con la comida del día que no te das cuenta de la importancia de estar para Sus obras. La viuda pudo ver a su hijo vivo cuando todo invitaba a la muerte.

Yo te invito a que este sea el momento en que salgas de esas situaciones de muerte, de esclavitud, de miseria, y que le entregues tus cargas al Señor.

Este es un momento no solo para renunciar sino para poder ser uno para el otro.
Y poder decirle a Jesús: – Señor queremos darte todo lo que tenemos, porque sabemos que nada somos sin ti.

Porque sabemos que todo lo que tenemos no es nuestro sino que somos administradores de tus cosas. Y si no buscamos con ahínco e ímpetu en esta semana tu presencia en nuestras vidas, nada tendremos y mucho nos tendrá a nosotros!! Que podamos, como la viuda, a pesar de que parezca una locura, elegir darte a ti primero.

Te agradezco por darme esta oportunidad de estar nuevamente en tu presencia para que juntos podamos estar en la Suya.

 

Hector Teme
Autor del Libro «Las Enseñanzas de la Biblia para tener Éxito en la Vida» y «Aprenda a ser un Grande, no un Agrandado» publicado recientemente por Editorial Vida para todo Latinoamérica. Siendo en los próximos días el lanzamiento de su nuevo título » Sea Exitoso antes de alcanzar el Exito» , por Editorial Caribe.

También autor de los libros de próxima aparición de «La historia espiritual» Tomo 1 y 2, y de «No sea un miserable, viva como un Rey».

Conductor del Programa Televisivo » En Tu Presencia » emitido por Canal Luz para todo Hispanoamérica.

Publicado en Cristianos Poéticos.

¿Aflige Dios a sus hijos?

David Wilkerson *

¿Dios aflige a sus propios hijos? Escuche la respuesta del salmista: “Tú, Dios nuestro, nos has puesto a prueba; nos has refinado como se refina la plata. Pero nos dejaste caer en la trampa; ¡impusiste sobre nosotros una pesada carga! Caballos y jinetes han pasado sobre nosotros; hemos pasado por el fuego y por el agua, pero al final nos has llevado a la abundancia”.(Salmo 66:10-12).

El salmista está diciendo: «Señor, ¡Tú me pusiste en aguas tan altas por encima de mi cabeza que pensé que iba a ahogarme. Me pusiste en el fuego, me trataste como se purifica a la plata. Me llevaste a una red, trajiste aflicciones a mi, pues permitiste a los hombres derrotarme!»

¿Por qué permite Dios tales aflicciones? Debido a que estaba llevando a su amado hijo a un «lugar de riqueza». En el original hebreo esta frase significa «un lugar de abundantes frutos.» Dios está diciendo: «Te voy a llevar a través de todos estos lugares duros para que seas fructífero para mi Reino.»

Sin embargo, no todos los males provienen de la mano de Dios. Muchos problemas son ataques del diablo, directamente desde los abismos del infierno. «Porque él [Dios] no aflige ni entristece a los hijos de los hombres» (Lamentaciones 3:33). Dios dice: «No encuentro ningún gozo afligiendo a mis hijos. Ese no es mi objetivo al permitir los problemas». No, el Señor permite nuestras aflicciones sólo para sus propósitos eternos, para llevarnos a un «lugar de riqueza».

Me estremezco con asombro al recordar todos los dolores, las pruebas, las aguas profundas, los ardientes fuegos y las poderosas aflicciones que he visto en los últimos años.

Y por lo general cuando las aflicciones vinieron, no llegaron de una en una, ¡llegaron juntas! Muchas veces pensé: «No hay manera de que pueda lograrlo». Incluso los recuerdos de las aflicciones son dolorosos, recordar la difamación, los castigos del Señor, las pruebas del ministerio, los embates personales, los problemas familiares, los dolores corporales y los achaques. Sin embargo, al recordar esos años de sufrimiento, puedo decir con seguridad, «la Palabra de Dios es verdad. ¡Él me sacó de toda aflicción que vino sobre mí y por eso le alabo!»

Dios está invirtiendo en ti

Cuando un padre envía su hijo a la universidad requiere una gran inversión. Obviamente, el padre espera que su hijo sea aplicado, según los rigores de su formación. ¿Por qué? ¿Acaso esperamos que se gradúen, vuelvan a casa, cuelguen su diploma en la pared y luego se sienten en la sala a ver televisión? ¡No! Ese padre espera que su hijo haga que la inversión valga la pena iniciando una buena carrera.

Del mismo modo, cuando el ejército de EE.UU. ofrece educación gratuita a un soldado alistado, los años de educación son considerados una inversión. Al soldado se le dice, «Después de educarlo, su nación y el gobierno requieren una cierta cantidad de su tiempo.» Se espera que ese soldado entrenado sirva en las fuerzas armadas varios años con el fin de justificar la inversión.

Lo mismo sucede con el Señor y nuestras aflicciones. Todo aquello por lo que pasa un cristiano es considerado ejercicio de entrenamiento detrás del cual Dios tiene un propósito divino. Él no le salvó de modo que Usted pudiera viajar al paraíso en crucero de lujo, Él lo ha salvado para prepararle y ser usado en su Reino. En el momento que nació de nuevo, Usted se inscribió en Su escuela del sufrimiento; cada aflicción, cada prueba, es otra lección en el plan de estudios.

Algunos cristianos están en preescolar, en el kínder. Sus aflicciones no son difíciles de entender y sus pruebas son mucho más fáciles de soportar. Otros están en la escuela primaria y no tardaron en enterarse de que sus pruebas son ahora un poco más difíciles de enfrentar y de entender. Otros están en la Universidad, y sus aflicciones son mucho más severas y más difíciles de entender. Y otros están en la escuela de postgrados, con años de duras aflicciones detrás de ellos y muchas pruebas difíciles que surgen ante ellos. Sus aflicciones son las más duras de sus vidas y se dan cuenta que necesitan fuerza del Espíritu Santo para hacer frente a todo ello.

Mi punto es, Dios quiere veteranos de la guerra espiritual, personas que han pasado por muchas aflicciones para demostrar su fidelidad a la siguiente generación. Y toda aflicción que sufrimos es una inversión que Él está realizando en nosotros como sus veteranos.

«Muchas son las aflicciones del justo, pero el Señor lo librará de todas ellas» (Salmo 34:19).

* David Wilkerson 1931-2011

¡Cuan grande es Dios!

Renuevo de Plenitud

Un viaje en autobús

Hoy, viajando en un autobús, vi una hermosa muchacha con cabello de Oro, y expresión de alegría; envidié su hermosura.

Al bajarse, la vi cojear. Tenía sólo una pierna y, apoyada en su muleta, sonreía.

PERDÓNAME SEÑOR, CUANDO ME QUEJO.
TENGO DOS PIERNAS, ¡Y EL MUNDO ES MÍO!

Fui después a comprar unos dulces. Me atendió un muchacho encantador. Hablé con él; parecía tan contento que aunque se me hubiera hecho tarde no me hubiera importado, ya que al salir, oí que decía: «Gracias por charlar conmigo… Es usted tan amable, es un placer hablar con gente como usted…

Ya vé, soy ciego.»

PERDÓNAME SEÑOR CUANDO ME QUEJO,
Y PUEDO VER, ¡Y EL MUNDO ES MÍO!

Tengo piernas para ir adonde quiero…

Ojos para ver los colores del atardecer…

Oídos para escuchar las cosas que me dicen.

PERDÓNAME SEÑOR CUANDO ME QUEJO,
TENGO TODO ¡Y EL MUNDO ES MÍO!

…No le digas a Dios cuán grande es tu problema…
Dile a tu problema ¡Cuán grande es tu Dios!

Si no es verdad, ni bueno,
ni necesario, sepúltalo en el olvido;
de lo contrario envíaselo
a alguien que quiera sabar
cuán grande es Dios.

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¡¡La fe siempre mira hacia arriba!!

Marbella Caribe

EL BUITRE

Si pones un buitre en un cajón que mida 2 metros x 2 metros y que estè completamente abierto por la parte superior, esta ave, a pesar de su habilidad para volar, será un prisionero absoluto. La razón es que el buitre siempre comienza un vuelo desde el suelo con una carrera de 3 a 4 metros. Sin espacio para correr, como es su hábito, ni siquiera intentará volar sino que quedará prisionero de por vida en una pequeña cárcel sin techo.

EL MURCIÉLAGO


El murciélago ordinario que vuela por todos lados durante la noche es una criatura sumamente hábil en el aire, pero no puede elevarse desde un lugar a nivel del suelo. Si se lo coloca en el suelo en un lugar plano, todo lo que puede hacer es arrastrase indefenso y, sin duda dolorosamente, hasta que alcanza algún sitio ligeramente elevado del cual se pueda lanzar a si mismo hacia el aire. Entonces, inmediatamente despega para volar.

LA ABEJA

La abeja al ser depositada en un recipiente abierto, permanecerá allí hasta que muera, a menos que sea sacada de allí. Nunca ve la posibilidad de escapar que existe por arriba de ella, sin embargo persiste tratando de encontrar alguna forma de escape por los laterales cercanos al fondo. Seguirá buscando una salida donde no existe ninguna, hasta que completamente se destruye a si misma.

LAS PERSONAS

En muchas formas, somos como el buitre, el murciélago y la abeja obrera. Lidiamos con nuestros problemas y frustraciones, sin nunca darnos cuenta que todo lo que tenemos que hacer es ver hacia arriba.Esa es la respuesta,la ruta de escape y la solución a cualquier problema.¡Sólo mira hacia arriba!!

 

LA TRISTEZA MIRA HACIA ATRÁS,

LA PREOCUPACIÓN MIRA ALREDEDOR,

LA DEPRESIÓN MIRA HACIA ABAJO,

 

PERO LA FE …¡¡LA FE SIEMPRE MIRA HACIA ARRIBA!!

Un Abrazo, que Dios te bendiga, te muestre su rostro, te sonría y permita que triunfes en todo, y derrame sobre ti muchas Bendiciones de Vida, Paz, Y  Amor.

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La vacuna contra la violencia

Luis Enrique Meza Flores y Bertha Reséndiz Corona*

Sin duda alguna, la violencia en el hogar es la raíz de la violencia en nuestro mundo. Es la conducta agresiva de padres y madres la generadora de futuras personas violentas. Es triste ver a adolescentes convertidos ya en vándalos. Y la principal causa de eso es el clima vivido en sus casas. Por ello, cada uno de nosotros debemos hacer conciencia de la violencia que generamos en nuestra casa, trabajo, calle o barrio. Qué bueno sería que alguien pudiera inventar una vacuna contra esta situación.

Violencia familiar

La forma más común de la violencia se da en el hogar. La violencia es la acción para so­meter de manera intencional a una o varias personas al maltrato, presión, sufrimiento o manipulación y que atenta contra la integridad física, moral o psicológica. La mujer y los niños son presa fácil del maltrato.

Aunque la violencia puede ser distinta en cada caso, todo tipo de violencia tiene características parecidas. El alcoholismo es un denominador común cuando hay violencia, al que debemos agregar las drogas. Muchas personas se drogan para poder ser lo que aspiran a ser o para huir de la realidad en la que viven. Aunque esa, como sabemos, es una puerta falsa, porque los adictos se vuelven violentos cuando “nece­sitan” la droga y la quieren obtener a como dé lugar, así sea robando, matando o violentando.
En la sociedad también se provoca la violencia cuando las personas tratan de resolver los problemas con golpes, tiroteos, huelgas, manifestaciones violentas, atentados, guerrilla y hasta terrorismo.

Aunque esto tiene un origen muy claro. La falta de comprensión entre la pareja, la incompatibilidad de caracteres, los impulsos incontrolados que generan poco a poco un clima de maltrato y violencia que el niño va asimilando, llegando a creer que esa es la normalidad y proyectando los golpes, gritos y acciones violentas hacia el mundo que los rodea.

Las causas de la violencia

Desde el Antiguo Testamento se menciona que el corazón del hombre estaba inclinado a hacer el mal continuamente (Gen. 6:5). En su naturaleza pecaminosa, el hombre sólo puede concebir y dar a luz obras de concupiscencia (Sant. 1:14-15). Esto se refiere a los deseos pecaminosos que brotan del alma humana. Los pecados nacen del corazón del hombre, de su interior, como lo declaró nuestro Señor Jesucristo (Mat. 15: 18-19).
Dice en el libro de Génesis que Dios vio que la Tierra estaba llena de violencia y corrompida y eso le dolió. Al Creador le entristece la situación del hombre, porque Él es santo. Pero incluso, en el ambiente más podrido, hay esperanza. Dice ahí mismo que Noé, empero, halló gracia delante de Dios, aunque no por sus obras (Heb. 11:7), sino porque creyó en la Palabra del Señor. Él se humilló, como cualquiera de nosotros puede hacer, buscó el rostro de Dios y obedeció las indicaciones del Señor. Así nosotros podemos, como dice Isaías (55:6-7), buscar a Dios mientras puede ser hallado.

Esa es la solución, la vacuna que necesita el hombre para acabar con la violencia. Quizá no podamos terminar con la maldad del mundo que nos rodea, pero con la ayuda de Dios podemos terminar con la maldad en nuestro corazón, nuestra familia, nuestra Iglesia, nuestro entorno. Porque si Jehová no guarda nuestra vida, en vano vela la guarda (Sal. 127:1).

* Los hermanos son pastores en la Iglesia Gethsemaní, ubicada en la calle 24 # 73 colonia El Sol, Nezahualcóyotl. Pertenecen a las Asambleas de Dios.

(Publicado en La Voz del Amado, Año I, Número 3 agosto 2007)