Escudriñando las sendas antiguas en un mundo posmoderno

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Los pastores también lloran

Publicaciones de Sana Doctrina

¿Sabías qué los pastores también lloran?
FALSAS EXPECTATIVAS
Su función no es la de ser padres sustitutos. No son psicoterapeutas. No son conserjes, fontaneros o empleados de la construcción. No son profesionales expertos en la gestión de crisis. No son expertos en la resolución de conflictos. No son gerentes de una empresa. No tienen una conexión inalámbrica especial con el Espíritu Santo para resolver tus problemas personales. No son responsables por tu pecado. No han sido especialmente fabricados para recibir golpes [sin resentirse por ello] durante mucho tiempo. No es un requisito pastoral recibir crítica injusta y de forma repetida. No son gente famosa o héroes mediáticos. También tienen familias con problemas reales. No se puede esperar de ellos que siempre estén dispuestos e incansables. No son Dios en forma humana. También acaban agotados, estresados o incluso quemados.
EXPECTATIVAS REALISTAS
Es de esperar que los pastores sirvan. Es de esperar que los pastores enseñen. Es de esperar que los pastores lideren. Es de esperar de los pastores inspiren. Es de esperar que los pastores oren.
Los pastores [también] lloran. Los pastores [también] se cansan. [Por supuesto], los pastores son humanos. Los pastores [también] necesitan tiempo con sus familias. Los pastores [también] necesitan renovarse.
Los pastores también necesitan de tu oración.

OREMOS POR ELLOS

Tomado del FB

¿Cuál es la verdadera Iglesia?

Marcelo Montenegro

El término griego iglesia (ekklesia) significa llamados a salir fuera. En los estados griegos recibía este nombre la asamblea pública, donde se convocaban para decidir un asunto social (ejemplo, Hechos 19:32).

La ekklesia no tenía relación con la religión, pero era una comunión necesaria.

El equivalente en hebreo para lo que hoy entendemos por Iglesia es Kahal, término que se empleaba para designar al pueblo de Israel congregado. Éste es el sentido que Esteban hace mención en Hechos 7:38, que significa congregación.

El Señor Jesús usa la palabra ekklesia para referirse a “comunidad”, “pueblo”, “hermanos”, “familia”. Es un error grande aplicarlo a edificio, lugar, organización y denominación.

Comprender en esencia la relación entre Cristo y la Iglesia es vital, como lo es entender el concepto que el Señor le quiso dar.

Su Iglesia es su cuerpo, un organismo vivo, una familia de salvados. No es una empresa ni una organización ni una institución ni una corporación.

Así como la palabra Iglesia perdió su primitivo sentido, así mismo se corre el riesgo que se adultere su verdadera naturaleza.

Por varias décadas se llevó por inercia una forma de culto entre paredes “santas”, entre liderazgo “santo”, con una administración “santa”, partiendo la genuina dinámica de vida que tenia la Iglesia del Nuevo Testamento. Donde TODOS somos sacerdotes, es decir podemos acercarnos a Dios a ofrecerle sacrificio, agrupados y ordenados con diferentes dones ministeriales.

La idea moderna plantada es “vamos a la iglesia”, mientras que en la biblia nadie iba a la iglesia, sino que ERAN iglesia. Los discípulos mismos son la Iglesia. Los discípulos mismos son el templo. Los discípulos mismos interactúan nucleandose como Iglesia.

La Iglesia es espiritual: debemos ver cómo el Padre ve la Iglesia. Con gente bautizada, consagrada, que tiene vida propia en el Señor Jesús y que desea congregarse con otros de la misma fe en él.

La Iglesia es universal: está formada por una multitud de creyentes nacidos de nuevo en todo el mundo

La Iglesia local vive dependiente de Cristo y únicamente la puede dividir una localidad, no una denominación eclesiástica. Atomizar la Iglesia por nombres la desvía de su diseño original, provocando una pasividad insostenible entre los que la componen.

Esta Iglesia compactada y relacional, conectada al Espíritu Santo que vive en todos los santos que andan en el mundo, establece la Iglesia universal.

La unidad de la Iglesia

La cruz hizo de dos pueblos uno solo. Hoy está en proceso nuevamente para que comprendamos la cruz, para volver a ser uno, como el Padre y el Hijo son uno (Juan 17).

Hoy día somos uno en el Espíritu, con muchos hermanos de diferentes congregaciones. Vamos encaminados a ser uno en el cuerpo. Uno en una unidad sincera e íntegra.

Paráfrasis del texto de Marcelo Montenegro tomado del Facebook