Escudriñando las sendas antiguas en un mundo posmoderno

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El espíritu de Caín en la Iglesia

Rubén Gimenez

En Génesis 4 se nos relata la historia de Caín y Abel. Dos hermanos que se presentaron delante de Dios. Abel ofreció lo mejor para Dios y Caín no. Dios miró con agrado a Abel y a su ofrenda, pero no a Caín. Entonces Caín tuvo celos y envidia de Abel. Y lo mato.

El primer pecado de la humanidad lo tuvieron Adán y Eva al desobedecer a Dios. Pero el segundo pecado grave fue el de Caín, que por envidia y celos mató a su hermano. Ese no es un detalle menor. Es un pecado de familia. Es un pecado que uno comete con los cercanos. ¿Qué culpa tenia Abel si Dios lo escogió o lo bendijo de manera especial?

Algo parecido pasó entre Saúl y David. Saúl no fue un buen rey, y entonces Dios escogió a David en lugar de Saúl. Y por eso, Saúl comenzó a perseguir a David por todos lados, para matarlo. Los celos y la envidia corroían a Saúl. En vez de apoyarlo, en vez de honrarlo, lo envidió y lo rechazó.

¿Por qué nos cuesta tanto la unidad entre los cristianos? Creo que aquí hay una raíz muy grande. Aunque tú rechaces lo que estas leyendo, está en la Biblia.

Nos cuesta mucho alegrarnos con las alegrías de otros cristianos. Si un hermano se compra un carro nuevo, lo criticamos en vez de alegrarnos. Si un hermano Dios lo está usando con poder, dudamos y lo criticamos. Si una iglesia prospera o tiene crecimiento, hablamos mal de ellos. Ese es el espíritu de Caín. Ese es el espíritu de Saúl.

Nos escudamos diciendo que son falsos pastores y apóstoles. Sin duda que los hay. Pero no todos lo son. Habrá falsa doctrina, pero no podemos rechazar a todo aquel que tiene éxito. Muchos tienen éxito porque Dios los está     levantando.

Hay que apoyar a los que Dios está levantando. No podemos criticar a todo aquel que Dios usa. No podemos ignorarlos. No podemos «matarlos» con nuestra boca y hablar mal todo el tiempo de los que avanzan o triunfan.

Si Dios escogió a los «David» de este tiempo, apoyémoslos. Quizás a ti no te eligió para cierta función, pero te está pidiendo que apoyes y ames a tus hermanos.

Este es un gran ataque a la unidad. Yo pertenezco a una Asociación de Pastores en Miami, y me ha tocado vivir esta realidad. La unidad es atacada continuamente. Cualquier cosa nos divide: la ropa, las formas, la cara, la nacionalidad.

Más aún, cuando uno tiene una prueba o una pérdida, los «hermanos» critican el sufrimiento, diciendo ‘qué clase de pecado habrá cometido ese hermano para estar así.

O sea que nada nos viene bien. Si alguien tiene éxito, es un corrupto. Si tiene pobreza, es un pecador. ¡Qué lamentable es el estado de la Iglesia de hoy! La falta de amor es increíble. Por eso al mundo le cuesta tanto creer en Cristo, por la falta de unidad y amor en la Iglesia.

El espíritu de Caín está entre nosotros. El espíritu de Saúl está entre los pastores y líderes. Dios nos libre de caer en condenación y juicio de Dios por haber sido tan juzgadores y falta de amor y apoyo a los hermanos que lo necesitan.

Tomado del FB

La sangre de Cristo: necesaria, suficiente

Linaje Escogido

Aconteció que estando ellos en el campo,
Caín se levantó contra su hermano Abel,
y lo mató. Y el Señor dijo a Caín:
¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé.
¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?
Y él le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano
clama a mí desde la tierra
(Génesis 4:8-10).

La muerte de Abel clamaba venganza. Más tarde, cuando Dios dio la ley a su pueblo, declaró: “No matarás” (Éxodo 20:13). Jesús recuerda lo que fue dicho a los antiguos (Mateo 5:21-22). En la cruz del Calvario, los hombres dieron muerte al hombre perfecto, a Jesús, el Hijo de Dios. Si la sangre de Abel clamaba venganza, ¿qué terrible juicio reclamará la sangre de Jesús? Pues bien, desengáñese, porque Jesús oró: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34). No pide venganza, sino que implora el perdón para sus verdugos y Dios lo escuchó. La preciosa sangre de Cristo habla “mejor que la de Abel” (Hebreos 12:24). El Señor no pide el juicio; al contrario, ofrece el perdón. ¿Por qué? Porque Jesús nos sustituyó bajo el juicio de Dios. Él se ofreció en sacrificio, pero los hombres son responsables de haberle crucificado. Dios lo castigó en nuestro lugar. Jesús nos amaba tanto que cargó con nuestros pecados. Sólo nos pide una cosa: humildad para aceptar el valor de su sacrificio y reconocer que era necesario.

En estos últimos días mucho se ha hablado de si Jesús es o no Dios; de si era casado y lo que es peor de si tuvo hijos. Amigos, no nos podemos dejar engañar por las cosas que el mundo dice, tampoco tenemos que dejarnos envolver por cualquier cosa que leamos o por una película que veamos. “Porque llegará el día en que la gente no querrá escuchar la buena enseñanza. En cambio, querrá oír enseñanzas diferentes. Por eso buscará maestros que le digan lo que quiere oír. La gente no escuchará la verdadera enseñanza, sino que pondrá atención a toda clase de cuentos.” 2 Tim. 4:3-4 (BLS)

Te animo a que tu no seas de esta clase de gente, que dejándose llevar por la corriente de la opinión pública, pueden negar o dudar que Jesús es Dios. Recuerda que estamos en los últimos tiempos, y la misma Palabra dice que en los últimos tiempos se levantarán falsos profetas y falsas doctrinas “de tal manera que engañarán, si fuere posible, aún a los escogidos”. Mat. 24:24

No te dejes llevar por esto y mantente firme en lo que has creído; recuerda que estamos en la recta final de esta carrera; no desmayes porque Dios está contigo.

¡¡Jesús Nombre sin Igual, Nombre Sobre Todo Nombre!!

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